sábado, 2 de noviembre de 2013

Las luces de la muerte

Los gritos se unían
en un mismo evento.
A Apolo no enorgullecían
por su desinterés ante el tormento.

Música que en armoniosa lira
a tus juegos dabas alegría,
honor a ti era la sabiduría;
mas hoy es falsa compañía.

La tierra retumbaba
al estruendo del cañón.
Ella recordó aquel batallón
que dio muerte sin compasión.

Entonces  Gea desde la tierra
cinco continentes
- representados en esfera -
en el cielo vio imponentes
como las luces de la muerte.

Al tiempo el mundo pasaba.
Grecia presencia daba,
y México terminaba
su marcha, su ironía,
su muerte que no acababa.

Tras breves palabras
que ni las musas querían escuchar,
entraron las banderas.
Primero la de blanca paz;
luego, con guarda militar,
la nación, con verde guerra,
blanco para olvidar,
y rojo de las almas
que antes fueron ensangrentadas.

Fuego de Prometeo
que a mujer fuiste entregado,
tu esencia en el pebetero
quedará tu elemento sosegado
mientras el pueblo es ignorado.

Tu cuerpo arde ante el mundo, 
las palomas emprenden su vuelo,
su libertad tienen sin duelo;
cubren el estadio
y afuera hay desconsuelo.

El himno empieza sus notas,
el país se disfraza de olímpico.
Miles se vuelven patriotas,
el estadio se llena de un eco,
voces que se unen violentas
al son de ¡Viva México!