domingo, 26 de enero de 2014

El Caballero de los Ojos Malditos o el Jacinto solitario



El Caballero de los Ojos Malditos o el Jacinto solitario

¿Quién soy?, ¿mi existencia es real?, ¿de dónde vengo y a dónde voy? Soy una sombra, un silencio, algo peor que la ilusión; soy tu sueño. Un sueño fugaz que llega cuando más lo necesitas, cuando más anhelas disfrutar la vida a costa de todos; y cuando lo has hecho, cuando ya has saciado tu sed de deseo, de necesidad, es cuando desechas tal sueño, cuando destruyes toda la existencia de mi ser. Me convierto en algo menor, en el olvido, simplemente no soy eterno ni memorable para tu corazón.

    ¿Qué soy y qué fui?, dímelo tú. Yo lo escribo pero no sé si digo toda la verdad, sólo conozco tu crueldad y tu frialdad. Conozco las risas que emites cuando piensas en que seguro yo estoy llorando por ti (lo cual es cierto). Conozco la muerte que se desprende de tu ausencia, sé de todos los sentimientos que viven en mi interior, aquellos que todavía tienen tu nombre. En fin, sé que tú existes, y la razón por la cual lo haces; pero entonces, ¿yo, yo que soy?, ¿qué signifiqué para ti? Es claro que una necesidad, un medio, tan sólo un juguete; ¿pero ahora?, ¿soy tan sólo el ser que escribe esto sin razón alguna?, aquél que sin inspiración plasma sus ideas, sin siquiera tener alguien a quién dárselas. La literatura es una flor marchita cuando su terreno se encuentra sin la firmeza de sus palabras; cuando el agua deja de correr por la raíz de dicha planta; cuando el sol niega sus rayos a tal ser que busca vivir.

    Hoy yo busco vivir, al igual que mis letras, pero todas han mudado de cuerpo, se ha extinguido el deseo de escribir y escribir, de sentir y de expresar, de observar y crear. Hoy sólo se trata de recordar, y no más.

    Por eso aquí me tienes, escribiendo sin sentido alguno, y no te culpo si consideras este texto como algo aburrido, como lo peor que has leído de mí; la verdad es, y como lo has leído, que el interés que tenías por mí se esfumó, y con él todas mis ideas, todas mis ganas de creer que podía ser alguien en este efímero y cruel mundo de la literatura.

    Tu castigo me es eterno. Saber que mi recuerdo está empolvado en la oscuridad de tu ser me hizo sacar también mi lado tenebroso; ¿por qué me debía quedar congelado ante la tormenta que en mi interior se creaba? Siempre quisiste un caballero que viniera por ti, un hombre de semblante masculino, dispuesto a luchar, que fuera tu escudo, tu protector. Que en sus ojos se viera la furia del amor, el sentimiento perfecto que estuviera correspondido con el tuyo. Una imagen ideal que simplemente no fuera humana, que fuera el aliado del Sol, su compañero que fuera tan capaz como para jugar con él.

    ¿Por qué no lo podía ser?, ¿por qué yo no era capaz de convertirme en todo eso?; al hacerlo seguro iría por ti, seguro de esa forma estarías orgulloso de mí, estarías satisfecho con tenerme a tu lado. No importa cuántas vidas tenía que quitar, al final, yo sería tu número uno para siempre, y no otro.

    Claro, un caballero creado del poder y de la esencia de la Luna, único astro que puede competir con el Sol en cualquier hazaña. Su armadura brillaría al contacto con los rayos de la Luna, resplandecería todo su cuerpo, sería tu guía y a la vez tu protector, pocos podrían ver tal magnificencia de hombre. Su andar sería cauteloso, elegante y seguro. La perfección de su andanza demostraría el gran valor y la gran fuerza que este guerrero tendría para sobrepasar lo que tú necesitas: admiración de parte de los demás.

    Su presentación no sería cualquier cosa. Al tener el brillo de la Luna sería suficiente como para impactar, pero una neblina antes de poderse observar haría a los mortales escapar ahuyentados, pues nadie sería digno de poder observar la presencia de tal caballero. Sólo los dignos de ser fuertes ante el miedo serían los que merezcan el honor de conocer a este nuevo hombre.

    Aquellos que han aguantado tal presión de muerte estarán enfrente de este guerrero, quien está armado con las armas más extrañas que jamás se hayan visto. Plata pura que crea una luz deslumbrante al ser mostrada. Pero eso no es lo mejor; no, pues aún falta su mirada, su mirada asesina, una que nadie es capaz de poder mirar, de siquiera conocer el color de las pupilas y el modo en cómo te observa este caballero.

    En toda mirada está la esencia del alma, la presencia más pura de todo ser humano; pero en sus pupilas se encuentran todas las presencias, todo lo contrario a lo más puro del hombre, en estos ojos están todos los llantos, todo el dolor, la ira, el rencor, la sangre y la oscuridad de toda la raza humana. No es posible observar tanta tiniebla, tanta maldad, es imposible estar frente a la muerte y no morir. El destino de quien se atreve a esperar a que el Caballero muestre sus ojos es desolador, es el desmayo, es la rendición ante su persona.

    Incluso tú morirías, pues no es perfecto en su totalidad, desobedece a su creador, a sus creadores. Todos, todos aquellos que le hicieron daño serán sus víctimas, sus presas para atrapar y doblegar, para que todos repitan su nombre, repitan el esplendor de sus ojos, de su armadura, de su espada. Sólo un nombre podrán decir cuando se encuentren en el abismo de la muerte, y éste será: Caballero de los Ojos Malditos.

viernes, 17 de enero de 2014

México

México

¿Cómo escapar de esos balazos que vuelan por todo el aire?, ¿cómo ignorar el temor que nace por ver a toda esta multitud espantada?, ¿cómo tener la esperanza de vivir, si a mi lado personas caen muertas? Sinceramente, todavía no lo supero, no logro entender que de un momento de lucha, hayamos pasado a esta masacre, a esta muerte.

    Tan cerca estuve de esa señal, aquellas luces marcaron el inicio de esta trampa. Desde ese momento no he dejado de correr, de huir cual rata, cual maleante que es perseguido por un crimen. No, es más, creo que ni a los mismos asesinos los persiguen de esta forma.

    Creía que la justicia no existía en este país, pero nunca creí vivir ese pensamiento, y de manera tan cruel. El atrincheramiento es un éxito, el ejército nos tiene rodeados, no hay salida. Puedes correr y esconderte, pero tarde o temprano ellos te encontrarán, las balas te alcanzarán, y entonces, formarás parte de todos esos cuerpos que yacen en el suelo.

    La única salida es conocer a alguien de aquí, que alguien de los que vive en este lugar se apiade y te refugie en su hogar. Soy muy afortunado por contar con alguien que espera por mí en uno de estos edificios. Justamente ella me advirtió que no viniera, que olvidara la causa, pues todo andaba tan peligroso como para seguir luchando contra el gobierno; pero yo desistí, no podía abandonar a mi país, quería salvar a esta nación de este gobierno corrupto y opresor.

    Lo peor de todo es que las Olimpiadas se acercaban,  y todos los medios sólo se centraban en esa noticia, sin tratar el tema de nuestra lucha; ¿de qué servía tener un magno evento?, ¿sólo para vanagloriar a México?, ¿tanto dinero invertido en esos juegos?, ¿y la gente pobre, y la salud, la educación, el campo?, ¿todos aquellos que no viven en la capital?, ¿su vida seguiría siendo mísera?

    La lucha se intensificaba, pero nuestra muerte también, y hoy la vivo, tan cerca siento el fin de mi vida. Pero yo sé que esa persona me espera, me dijo que ante el peligro estaría en la puerta de su apartamento; es por eso que voy hacia allá, hacia su casa.

    Ella me ama, y yo a ella; este valor que sentía estaba inspirado en su dulce persona; mágica y perfecta personalidad que hay en su ser. Mi amada es todo para mí, por ella vivo, y tenerla en mis brazos es lo único que deseo ahora.

    Pero a veces dudo de volver a tenerla a mi lado, pues los balazos se intensifican, los gritos no cesan, el olor a sangre y muerte se expande por el viento. Hay estampidas por todo el lugar; yo, al igual que mis compañeros, no me detengo, aunque ya me he cansado de huir. Mis pies ya no pueden más, pero sé que si paro un segundo, las balas me alcanzarán.

    Veo rostros con terror, desfigurados por el miedo, gente que muere a mi lado y ya no corre más. No creo lograrlo, veo al cielo y no hay estrellas, hay más balazos, ventanas de los edificios que se rompen por tales impactos. No, no podré, tengo que esconderme y descansar un poco. Por suerte un compañero con vendaje blanco en la mano nos llama a todos para ocultarnos. Lo mejor será ir con él.

II

Desde lo alto de un edificio una bella joven se asoma por la ventana de la sala. Ella ve a tanta gente correr, cuerpos que están en el suelo sin vida, sangre que se derrama lentamente por el piso, balas que centellean al ser disparadas. El infierno  se ha encarnado bajo su vista.

    La pobre siente dolor y gran preocupación, su alma se agita y se abate, llora por su amor que se encuentra allí abajo. Ella tiene la esperanza de que él siga vivo, que siga corriendo por su vida, luchando. El espíritu de la joven se desmalla al pensar en la posibilidad de que su amor yace herido o sin vida allí abajo.

    - Madre, - exclama la joven - ¿cree usted que él siga ahí con vida?, ¿Qué llegará pronto?

    - Esperemos que sí, hija. Él llegará, ya lo verás.

    - Lo amo, y no quiero imaginar nada malo. No puedo creer que esto esté pasando. Pensé que era peligroso, pero nunca a estas alturas.

    Ambas mujeres esperan con suma preocupación al joven, que se encuentra descansando con sus compañeros.

III

- ¡Muy bien idiotas, quiero que todos se vayan a la pared y se mantengan ahí sin moverse! – grita con amenaza el que tenía el pañuelo blanco entre sus manos.

    - ¡Este hijo de la chingada es uno de ellos, es un militar! – grita con coraje uno de mis compañeros.

    - ¡Cállate! – el militar le dispara en la cabeza -; si no quieren terminar como éste, hagan lo que les digo.

    No, no moriré, tengo que llegar con mi novia, y así lo haré. Al ver que todos siguen la orden del hombre, yo hago como que me acerco a la pared con ellos; pero en un instante en que unos compañeros se opusieron a lo que el sujeto pidió, aprovecho para escapar. Empecé a correr lo más que pude, pero una bala alcanzó a darme en la rodilla, por lo que me detuve un momento, pero al ver que el que me había disparado fue ese militar del pañuelo blanco, decidí volver a correr, sin importar el dolor.

    - No se me escapará – enojado, dijo el militar.

    No miraba hacia atrás, seguía mi camino con el único objetivo de llegar a la casa de mi amada. Estaba ya muy cerca. Con dolor, ignoraba a todos esos compañeros que agonizaban y me pedían ayuda para poder levantarse. No podía ayudarlos, sabía que otros soldados seguro venían tras de mí para atraparme.

    Llegué por fin al edificio donde ella vive, subí lo más rápido que pude las escaleras, puesto que los elevadores no servían. Mis latidos incrementaban por cada escalón, mis deseos por verla también crecían. La quería abrazar, besar, decirle que la amo, despreocuparla. Ya tan sólo me faltaba un piso para llegar a su departamento.

    Corrí con todas las fuerzas que me quedaban, pero mi rodilla me ardía y la sangre escurría; sin embargo, nada de eso importaba, pues al fin ya estaba con ella. Había llegado a sus brazos.

    - ¡Mi amor! – exclamó de inmediato ella, quien me esperaba a la entrada de su departamento.

    - ¡Estás aquí!, ¡lo sabía! – me entregué a sus brazos.

    - ¡Estás herido!, hay mucha sangre en tu rodilla.

    - Eso no importa, por fin estoy contigo. Te amo, nunca quiero separarme de ti.

    Los dos nos unimos en un fuerte abrazo, sentimos nuestra preocupación, nuestro alivio, nuestro amor. Nos acariciamos, nuestros cuerpos temblaban; nuestros corazones nos pedían un beso, el cual, sin pensarlo, nos lo dimos.

    - ¡Entren ya! – gritó su madre desde adentro del departamento.

    Ambos nos dejamos de besar, pero nuestro abrazo seguía. Ella y yo nos mirábamos fijamente, como para olvidar el peligro que había pasado. Ella lentamente comenzó a quitar sus manos de mí, y yo hice lo mismo; cuando, de pronto, un gran balazo se escuchó justo atrás de nosotros. Una bala se impactó en mi espalda y cruzó hasta el estómago de mi amada.

    Los dos nos miramos congelados, sin saber qué expresar. Tan sólo se oían los gritos de horror de su mamá, quien al tiempo también recibió un balazo, pero en la cabeza.

    Mi novia y yo caímos al suelo, separados y con la sangre que hacía huir la vida de nuestros cuerpos. Los dos cerramos los ojos, nuestras manos estaban juntas.


    - Te dije que no te me escaparías – dijo aquel militar del pañuelo blanco, quien, antes de irse, pateó nuestros cuerpos.

jueves, 2 de enero de 2014

Sagitario solitario

Sagitario solitario,
vilmente por el amor engañado,
no hagas caso a esos sueños de delirio,
pues son ellos la causa de tu suicidio.

Podrás ser centauro que con saeta
a los condenados castigas sin piedad,
pero cuando Amor con oro te flecha,
pierdes la razón y tu voluntad.

Es entonces cuando de las pasiones
eres todo un frágil esclavo.
Tonto e iluso siervo
de ésos que te desdeñan sin compasión.

Olvidado estás por el mundo,
pues sólo para transmitir fuerza
es por lo que recuerdan tu andanza;
pero nunca hay preocupación por tu corazón.

Deja ya tu arco inservible,
olvida tus mediocres versos,
no vuelvas a desear besos;
ya has visto que tú no eres memorable.

Renuncia a tus pasiones,
una a una deséchalas en los infiernos;
no las visites en tus visiones,
pues ellas descansarán en sus nuevos hogares.

Olvida que de ellos fuiste gustoso;
sabes que nunca tendrás un Apolo
que por ti llore y en sus brazos te tenga.
En desastres como tú, nadie se fija.

Resígnate a pensar que tus escritos
serán leídos por tu negada descendencia;
tus letras morirán entre los mares del tiempo;
tus ideas serán recordadas por su ausencia.

Muere sufriendo en la muerte,
siente tu agonía, sin nadie
que se preocupe por tu decadente
caída al vacío de tu mente.

Soledad para un sagitario
- cuya increíble fuerza -,
sirve para que al lanzar su flecha,
en su pecho quede su suicidio sanguinario.