viernes, 20 de diciembre de 2013

No le haré caso a mis sueños, no;
ellos son el mortal veneno
para este corazón con miedo
por verse del amor prisionero.

Las divinas fuerzas del tiempo
me hacen desear tu imagen.
Mis latidos son tuyos,
cuando los cielos anochecen.

Sé que resistirme es en vano, 
si tú de mis sueños eres jinete,
que doma cada espacio
de imaginación que hay en mi mente.

Tu voz galopa sobre olas
- tan puras ellas, como tus pupilas -.
El eco de tu llamado es una celda,
en la cual pierdo lentamente la vida.

No te culpo, hermoso Morfeo;
pues si vieras tus ovalados camafeos
entenderías el por qué de mis fantasías,
pues son tus ojos la fuente de mis alegrías.

Tuya es esa sonrisa de joya
que, al mirarme y mostrarse,
hace que mi rostro tenga que inclinarse
ante la majestad de tu bucal corona.

El bello rostro de tu persona
es un conjunto de rasgos que, al contemplar,
crean el más increíble planeta
de todo el humano sistema solar.

Cuerpo que al andar por caminos,
simula la elegancia de los felinos;
al ser tus movimientos frágil seda,
que abrasan con suavidad mi espalda.

Podrás entonces figurarte
todo el impacto que tú tienes
en mis potencias imaginativas,
para todos los días en mis sueños tenerte.

No me culpes, sé que no merezco
a un astro del cielo al que no pertenezco.
Es por eso que sólo en mis imaginaciones estás,
para que, al despertar, me arda mi cruel realidad.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Flores multicolores

El viento sopla por el vasto campo;
las flores, se mueven soberbias,
ante la brisa que toca sus mejillas.
Todas, entonces, se ven entre ellas.

Encerradas entre grandes edificios,
una a una desfila por la zona;
la cual, para que quede con sus movimientos,
la han osado llamar "rosa".

La lucha por la moda comienza.
Unas, lo varonil presumen portar,
aunque con su actitud sean la vergüenza
para las reinas que su pelo deciden soltar.

De éstas de su hombro colgará
una mochila, que más bolso parecerá.
Ellas, con su mirada examinan al mundo,
para así ver con quién harán un nuevo nudo.

Las luces danzan en las calles.
Ahí, hay lugares que parecen valles,
por ser tan extensos por dentro.
 De pronto, encontrarás hombres en el centro.

Por un lado, tiernos besos abundarán;
por el otro, los coqueteos amarrarán
a más de uno que quiera frente a todos
perder la dignidad en bellos actos de virilidad.

Llega entonces la profundidad de la noche,
las flores se entreabren,
para que entre sus pétalos, el semen
escurra para quedar en el cuerpo como broche. 

Trofeo será para una
lo que la otra no logró obtener;
aunque nunca se vuelvan a ver
los que juntos estuvieron en esta luna.

Todas, sus frágiles raíces
deciden abandonar al mismo tiempo.
De pronto, al rincón llegan sin tomar asiento;
entonces empieza el juego de los roces.

Apretadas, entre cuerpos,
sus pequeñas hojas serán finas serpientes
que se deslicen sigilosamente,
para así tocar esa otra cabeza sin mente.

Éxito tendrán aquellas
que su cara sea de tipo europea;
aunque del viejo continente
no tengan ni la inteligencia, ni el porte.

Altos, bien dotados, marcados,
varonil el rostro, sonrisa perfecta;
ésas son las exigencias de tal secta.

Por eso, aunque intentes conquistar a un clavel
con un poema lleno de versos de amor;
bastará con que pase otra bella flor,
para que tus rimas sean menos que la piel.

Preciosas, estas flores,
ejercitan el cuerpo,
para a la mente dejar en el olvido,
y depender así del tiempo.

A ellas las podrás encontrar en cualquier lugar,
es cuestión de que de una te enamores,
para que con su belleza te ignore,
y vaya a sufrir por otro hombre.




jueves, 12 de diciembre de 2013

Breve relato de mi vida

Breve relato de mi vida

Escribir lo que soy en este momento es de lo más difícil que he considerado para mis letras. Sobre todo si se trata de mi vida con respecto a mi sexualidad. Hablar de todas mis experiencias equivaldría a hacer todo un libro y no sólo un breve relato, como lo he señalado en el título; pero ha sido tanta mi inquietud por recordar aquellos tiempos, que me he decidido por escribir, al menos, los primeros años y experiencias que significaron para mí un gran peso para que yo decidiera cuál sería mi vida sentimental.

    Aunque bien he cierto que en estos últimos años de mi vida me he arrepentido por tal decisión, porque me he convencido que yo no nací para vivir en ese mundo en que el hombre ama a otro hombre, por ser mi caso muy diferente al de todos ellos; por otro lado, el relatar cómo se conformó ese gusto es en suma importante, porque como lo dije antes, éste significó una gran decisión en mi vida, tal vez la más grande de todas.

    Desde chiquito siempre tuve una cierta curiosidad cuando veía a mis otros compañeros. Esa curiosidad me era en verdad extraña, y lo es ahora más, porque ni yo mismo sé cómo describirla en este escrito. En fin, que cuando yo contaba con 5 o 6 años y me encontraba en el preescolar, había conmigo una gran cantidad de niños, más que niñas. No recuerdo bien si eso se debía a que yo estuviera en una escuela únicamente para hombres, pero lo cierto era que compartía mi mayor tiempo con niños, y aquello tuvo una consecuencia en mí.

    No recuerdo con certeza qué era lo que yo sentía, y aún incluso si eso que sentía lo sentía sólo con un compañero en específico, o con varios. El hecho es que había conmigo otro niño, blanco y con cabello muy corto, que siempre quería estar a mi lado.  

    Recuerdo que alguna vez nos hicieron sentarnos en una pequeña mesa para almorzar, en nuestra mesa había otros dos niños a nuestro lado, pero mi amigo inseparable estaba justo enfrente de mí. Ambos comíamos y nos veíamos, pero de pronto, yo no sé por qué, y por esto pido disculpas a quien pudiera empezar a leer esto con malos ojos después de lo que diré, pero una curiosidad invadió mi ser. No sé si quería ver la reacción de mi amigo, o si mi intención era otra, pero en fin que como él estaba usando en ese momento un pantalón corto, yo me atreví a tocarle su rodilla por unos segundos, él tan sólo me observó fijamente, pero no dejó de comer. Los otros compañeros nunca se dieron cuenta de ello.

    Cuando hice eso, y cuando le quité mi mano, me sentí raro, tal vez en cierto modo culpable de lo que había hecho, la mirada de mi amigo había sido de extrañeza, y aquello me causaba miedo, tenía miedo de lo que él fuera a hacer o decir después de lo que yo había hecho. Recuerdo que tiempo después a que comimos, mi mamá me recogió y ya no pude saber la reacción de mi amigo.

    Sin embargo, cuando regresé a la escuela – aunque debo añadir que, como mencioné al principio, ni yo estoy seguro, pues mi memoria no me permite recordar, de que el siguiente niño haya sido también mi amigo – ese compañero a quien le toqué la rodilla no dejó de estar a mi lado, al contrario, había ocasiones en que cuando regresábamos a nuestro salón él me hacía quedar hasta atrás de todos para entonces abrazarme y tomarme de la mano.

    Yo no sé si aquello lo hacía con un motivo en específico, aunque yo lo dudo mucho, porque seguramente, tanto él, como yo, tan sólo estábamos en esos juegos de niños tan comunes a esa edad, en que la curiosidad gana, y que el querer saber lo que se siente tomar de la mano a otro es algo inocente, y que no conlleva algún gusto o un sentimiento en específico.

    En fin, que mucho tiempo pasó en el que mi compañero y yo hacíamos esas cosas, hasta que llegó el momento en que nos separamos, y pues sería magnífico recordar qué fue lo que pasó entre nosotros cuando nos despedimos, pero me resulta imposible querer recordar tal acontecimiento. Total que después de ese primer contacto, años pasaron en que no volví a acercarme así a otro niño. Durante ese tiempo parecía que se me había olvidado el que yo hubiera hecho eso con otro de mi mismo género.

    Esos años pasaron inadvertidos, excepto el primero, cuando recién me había alejado de mi compañero. Cuando cumplí los 6 años y me negaron la entrada a la primaria por mi fecha de nacimiento, mi estadía en casa fue diaria. En mi familia, aunque antes eran cristianos, nunca me educaron con fervor en esa religión, sin embargo, yo a veces veía la imagen de Jesús clavado en la cruz y tenía ciertos pensamientos, pensamientos que muchos de los que leen esto los tomarán enfermos y extraños, pero esa es mi verdad, y si ha de existir un Dios semejante al que pregona la cristiandad, no he de pedirle disculpas por lo que pensé, porque yo sé que él me ha de entender no sólo por la edad que tenía en ese momento, sino también por lo que en mi mente había, porque si él es el creador de todos, entonces debe saber también lo que todos sentimos, por tanto nada le es ajeno, mucho menos lo que yo sentía.

    Pero pues volviendo al tema de lo que yo pensaba cuando veía a Cristo en la cruz, era que veía su cuerpo ahí, casi al borde de la muerte, con sangre que escurría, sin ropa, casi desnudo. Su desnudez me llamaba la atención, había algo en su cuerpo que me atraía, no sé si eran las líneas que marcaban sus músculos, no sé si era su rostro que expresaba el dolor, pero había algo que me hacía no dejar de verlo; ¿cómo debía de tomar el ver a un hombre semidesnudo que sufría ante mí?, si bien he cierto que me compadecía de él y que también sentía su dolor, por otro lado, el ver su cuerpo así, enfrente de mí, un cuerpo muy diferente al mío en cuanto a edad, pero que al fin y al cabo teníamos lo mismo, me resultaba extraño a la vez que atractivo. Por ello es que con ocurrencia quería ver la imagen de Cristo.

    Fuera de ello, mi vida recurrió normal en los primeros años de la primaria, no había nada ni nadie que me hiciera recordar eso que había pasado con mi compañero, y eso que sentía con Cristo. De alguna forma lo olvidé, seguramente las diversiones que tenía me hicieron dejar de recordar todo eso que viví, o tal vez ahora no recuerde si en esos años pasó algo relacionado a eso, aunque sinceramente no lo creo, porque me hubiera marcado de tal forma que no lo olvidaría.

    Así pasó el tiempo sin volver a tener ese sentimiento extraño, hasta que llegué al sexto año de primaria. Ese año resultó ser todo un dolor para mí. Fue difícil por dos razones: mi madre estaba en el hospital, mis familiares ocupados totalmente en ella – aunque no por eso me desatendían en lo elemental -, y por otro lado, el ser señalado en la escuela por homosexual.

    ¿Qué era aquello?, ¿qué significaba el que mis otros compañeros, sobre todo niños, me calificaran así?, yo desconocía esa palabra, simplemente no entendía lo que querían decirme con eso. Lo cierto es que me veían y se burlaban de mí, me decían homosexual, temían porque yo me acercara a ellos. Todos, todos eran así, excepto mis amigos, los tres niños con los que me juntaba, ellos no me decían de esa forma, no al menos en la cara – después descubrí que dos de ellos sí pensaban que yo era así -. En fin que le comenté a mi familia sobre eso, ellos se molestaron, y recuerdo que un familiar habló con mi maestro, le dijo lo que pasaba conmigo. El maestro prometió resolver el conflicto.

    Fue así que un día, recuerdo bien, era lunes, recién llegábamos al salón después de los honores a la bandera. Todos nos sentamos en nuestros lugares, pero yo, por obra del destino, seguramente, me senté en medio de todos. Entonces el maestro se paró enfrente y dijo: “Guarden silencio, tenemos que hablar de un asunto serio. Clemente, ¿cuál es el problema que tienes con tus compañeros?”, entonces todos me miraron extrañados, esperando la respuesta de mi parte.

    Yo me sentí nervioso por hablar así ante el salón, pero finalmente dije: “Es que me dicen homosexual”. En cuanto mencioné la última palabra, mis compañeros hicieron una expresión de asombro, incluso de susto, estaban temerosos ante lo que había dicho. El maestro entonces me dijo: “¿Quiénes te dicen así?”, yo respondí: “Tal y tal compañero” – omito los nombres por no querer guardar rencor ante la mención de estas personas – y entonces el maestro dijo: “A ver, tú y tú, ¿saben lo que significa la palabra homosexual?”, esos compañeros guardaron silencio, no sé si por miedo ante la pregunta del maestro y su regaño, o porque en verdad no sabían qué significaba esa palabra, como yo. Entonces el maestro dijo “¿Alguien sabe lo que significa homosexual?”, y alguien atrás de mí alzó la mano, no recuerdo quién fue, y dijo: “Sí, es un hombre que le gusta otro hombre”.

    Cuando mencionaron eso yo quedé impresionado, ante mí se abrió todo un mundo, todo un nuevo concepto que marcó fuertemente ese momento y toda mi vida, yo entonces empecé a temblar, pensé: “¿Un hombre que gusta de otro hombre, yo soy eso?”. El maestro entonces comentó: “Sí, y no tiene nada de malo que alguien sea así, porque todos son humanos. Así que tal y tal, quiero que le dejen de decir así a Clemente”. Mis compañeros dijeron que sí, que lo dejarían de hacer, pero nunca cumplieron con su promesa, al contrario, creo que eran más fuertes los insultos a mi persona, pues niños y niñas me decían de cosas, se burlaban. Yo no entendía cómo era que soportaba el estar ahí, me molestaba que me dijeran así, que se burlaran de algo que yo apenas y descubría.

    Digo descubría porque sí, no sé si fue efecto de saber lo que significaba esa palabra lo que repercutió en mí, o era que yo ya era así, que de vez en cuando veía a mis compañeros. En especial a dos, a uno de los amigos que se juntaba conmigo, y a un chico de otro grupo de sexto. Con mi amigo era extraño, él se me hacía tan tierno, el que estuviera todos los días conmigo me gustaba, me sentía seguro a su lado. Yo me di cuenta de eso que sentía por él, porque un día en el recreo estábamos él y yo sentados viendo a los demás, entonces él puso su codo en mi rodilla, y aquello se me hizo tan extraño, a la vez que lindo.

    En cuanto al otro compañero de sexto, yo no sé cómo me fijé en él, si nunca le hablé, pero verlo jugar en el recreo me era satisfactorio. Que usara pantalones cortos y jugara, era algo increíble para mí. Recuerdo bien una escena en la que yo estaba sentado justo al lado de donde ellos estaban jugando voleibol. Él estaba muy concentrado en el juego, razón por la cual no se dio cuenta de que yo lo miraba fijamente. No podría describir lo que sentía al verlo. De pronto él se percató de mi mirada y me observó por unos segundos, yo entonces fui feliz por esa mirada suya.

    En fin que terminó la primaria y salí de ese lugar en donde sólo sufría. Pero salí para entrar a otro lugar igual de tortuoso para mí. En la secundaria también me hacían las mismas burlas, aunque tal vez con menor crueldad que en la primaria. Pese a que yo ya sabía lo que significaba la palabra “homosexual”, y aunque me había dado cuenta de que me fijaba en otros compañeros, yo no aceptaba el que fuera así. No lo aceptaba por muchas razones: por miedo a las burlas, por mi familia, por tener que aceptar de lo que siempre me hacían burla. Afortunadamente el peso de la religión nunca significó algo para mí, antes bien había veces en que le pedía a Cristo y a Dios que me ayudaran a definir bien lo que era, y que si yo no era así, que me quitaran este cierto gusto que tenía hacia otros hombres. No sé si me ayudaron, pero pedirles algo fue bueno, yo lo sé.

    Los dos primeros años de la secundaria no tuvieron a alguien especial para mí, si bien he cierto que conocí a gente que con su experiencia me confundió más con sus acciones hacia mi persona, éstos no fueron de trascendencia para mi vida. Las burlas a veces disminuían, pero otras no, yo tenía que fingir que me gustaban las mujeres para no ser el raro de la escuela, pero no podía lograr fingir eso con éxito. No diré que nunca me fijé en algún compañero del salón, puesto que sí lo hice, pero del único del que puedo decir que sentí algo lindo pasó mucho después, casi a mediados del tercer año de secundaria, y llegar hasta ese tiempo, y con él, sería algo muy detallado para este breve relato. Tan sólo diré que ese compañero era lindo conmigo, y que él era consciente de que me gustaba, lo cual me hacía sentir algo más profundo, aunque nunca se concretó nada, porque él no tenía ese gusto por los hombres.

    Pero antes de ese compañero del que hablo, y para terminar con este relato, hubo alguien que sí significó algo para mí, que marcó mi vida de tal forma en que ya no tuve miedo de decir lo que yo era y sentía.

    En un viaje que hice con mis primos a unas montañas con cabañas en Pachuca, iban de acompañantes los amigos de mis primos. Por una parte, las amigas de mi prima, por otro lado, los amigos de mi primo. Ahí conocí a esa persona, fue extraño porque desde que lo vi noté algo raro en él, tenía una cierta actitud que me recordaba a cómo me comportaba yo a veces. Por ello es que no sé cómo me armé de valor para hablarle, lo bueno fue que él me respondía bien, incluso notaba que me buscaba para estar conmigo.

    Yo me sentía bien por ello, me era tan agradable tenerlo a lado. De los momentos más lindos, aunque extraños, que recuerdo, fue cuando una noche yo me subí al cuarto en donde dormíamos todos – todavía no habíamos ido a la montaña, estábamos en una casa normal -. Yo en ese tiempo escribía una novela, por eso es que me quedé en el cuarto escribiendo un capítulo. De pronto él subió y entró a la habitación conmigo. Él me dijo: “¿Qué escribes?”, le respondí: “Una novela”. Él entonces me dijo que también escribía, y esto lo dijo mientras se acostaba en el suelo, muy cerca de mí. De pronto noté que el cierre de su pantalón estaba abajo, él notó mi mirada, y me dijo: “Oh, lo olvidé”, entonces se subió el cierre y me guiñó el ojo.

    ¡Qué cosa tan más extraña ver eso!, pero debo aceptar que fue lindo el guiño y la sonrisa que hizo. Eso fue en la casa, ya en la montaña todos los hombres nos quedamos en la misma cabaña. Pero como llegamos de día, todos fueron a dar un paseo por el lugar, él se ofreció a ir conmigo, solos obviamente. En el camino hablamos de tantas cosas, y por extraña razón llegamos al tema del gusto por otros hombres. Él entonces me confesó que tuvo una etapa en que también se fijó en otros hombres, y fue mi estupidez confesarle lo que yo sentía al tenerlo a lado, creo que incluso le dije que me gustaba.

    Él tan sólo sonrío, yo de pronto, para cambiar de tema, le dije: “Estoy cansado”, él me respondió: “¿Quieres que te cargue?”. No sé qué pudieran pensar los que lean esto, pero al menos yo en ese momento sentí bonito el que me dijera eso, me resultó lindo, más si se piensa que esa fue su siguiente expresión con palabras, después de lo que yo le había dicho.

    Terminó el viaje, y cuando regresamos a donde vivíamos, yo, tontamente, le propuse que tuviéramos una relación. Él con muchas excusas me dijo que no, pero yo no entendía, yo quería tenerlo a mi lado – desde ahí empezó mi obsesión -, hasta que finalmente me rehusé y caí en el primer dolor profundo por un hombre. No había nada que me animara en los días, recordarlo me resultaba doloroso.

    Sí, fue difícil superar tal golpe, pero después de todo descubrí que me sirvió de mucho, pues vivir eso con él, aunque no fue nada en específico, me ayudó para que tiempo después concretara lo que yo era, que no tuviera miedo de decir que gustaba de los hombres, porque incluso las palabras de ese chico, cuando me confesó que él tuvo un momento así, me ayudaron para armarme de valor y de regresar al tercer año de la secundaria y decir: “Sí, soy así. No importa lo que digan”.

    Fue un bien para futuro, porque lo que viví con él me sirvió para tener fuerzas cuando conocí a mi primer amor. Pero esa historia ya no cabe en este breve relato, antes bien creo que me he pasado de la extensión. Debo finalizar diciendo que he escrito esto para dejar huella de lo que alguna vez viví, porque de pronto siento que lo olvido. También lo he decidido llevar al papel porque a veces siento que me equivoqué en decidir gustar de los hombres, pues me he dado cuenta que no soy del todo correspondido, y porque cuando estoy con otros que tienen el mismo gusto que yo, no me siento cómodo.


    Con el tiempo he descubierto que ellos piden a alguien perfecto, idealizado, que sus gustos son muy específicos y no aceptan tener algo sentimental con los que no somos del todo como ellos. ¿Qué puedo ofrecerles yo?, no encajo en lo que piden. Mi única virtud, y eso a medias, es escribir. No lo hago del todo bien, y en lo demás no soy bueno, no tengo otro don, ni físico ni intelectual, no soy atractivo ni tengo facciones europeas. Es claro que no soy su tipo; pero al menos algo me queda claro, y de algo me enorgullezco, y es el de nunca haberme rendido ante esto que siento por otros hombres. Pese a los insultos y a las agresiones, hoy mi corazón late sin miedo. Gusto de otros como yo, aunque esos otros como yo no me consideren precisamente como a alguien con el que quisieran estar.


“Prefiero amar a no darme cuenta de la realidad”




lunes, 9 de diciembre de 2013

A un amor no correspondido y prohibido

No me desdeñes, ángel mío,
con tu mirada inocente,
porque ambos estamos en el mismo lío:
ser víctimas de un amor no correspondido.

No podría decir el pesar que me causa
el verte sin poder decir nada;
pues ante tus ojos estoy en amenaza
de aumentar tontamente mi esperanza.

Estar condenado por un sentimiento equivocado
siempre ha sido motivo de delirio
para este corazón ya tan mudo
de tanto dolor que aún sigue cautivo.

Por eso tengo temor por apenas observarte
y notar que de este juego eres parte,
en que las pupilas con pena danzan
pero que al tiempo se enlazan.

¿Acaso no te das cuenta que tú enfrente
causas que pierda toda mi serenidad?,
me vuelvo un ave torpe sin horizonte
cuando con tu viento soplas frialdad.

Palabras tan improvistas 
las que de un momento a otro
me expresas con decoro,
y que yo respondo con torpezas.

No pienses, felino tierno,
que si cortante te contesto
es por descontento;
bien sabes que por ti mi razonamiento es lento.

Y aunque crea saber tus secretos,
lo que nunca sabré es cómo impresionarte,
más que las dianas del monte
que para ti son tus únicas consortes.

¿Cómo competir contra un gusto definido?,
tú bien sabes lo que quieres en el mundo;
por ello es que aunque mi sentimiento sea profundo,
éste debe morir sin ser por ti conocido.

viernes, 6 de diciembre de 2013

En la visita de Lawrence Schimel a México

Las olas se movían a un mismo tono,
el viento tocaba las arpas del tiempo,
la tierra desprendía alegría en cada campo,
el fuego suspendía su trono.

Así los elementos y el mundo
se detuvieron al saber tu llegada,
con la que dejaste mudo
a más de uno por tu belleza nunca negada.

Dulce majestad que es tu voz al hablar,
conquistas la naturaleza que te rodea,
son tus palabras de la literatura manjar,
y poesía de tu recitar el dulce néctar.

Entre laberintos de libros
fue tu presencia lo que engalanó
aquel festival que ganó
el sol y tus luminosos rayos.

 Letras que en ti encarnaron,
siendo algunas veces tan eróticas
y otras tan creadoras de cosas fantásticas
que nunca terminan por hacer historias míticas.

Camaleón del arcoiris de la literatura,
son tus escritos la pintura de la libertad
que en niños y en los de cultura
cultivas la fuerza de no rendirse ante la adversidad.

De la frescura que emana
esa profunda y mística mirada tuya,
se crea un río de maravilla
al saber que tu vista es eterna
en el corazón del que es tu víctima.

Sea toda tu noble persona
un áureo significado de honor
para todo México que hoy pregona
haber tenido a un magno escritor
en estas tierras que por tu amor
se volverían de sentimiento tu España. 


sábado, 2 de noviembre de 2013

Las luces de la muerte

Los gritos se unían
en un mismo evento.
A Apolo no enorgullecían
por su desinterés ante el tormento.

Música que en armoniosa lira
a tus juegos dabas alegría,
honor a ti era la sabiduría;
mas hoy es falsa compañía.

La tierra retumbaba
al estruendo del cañón.
Ella recordó aquel batallón
que dio muerte sin compasión.

Entonces  Gea desde la tierra
cinco continentes
- representados en esfera -
en el cielo vio imponentes
como las luces de la muerte.

Al tiempo el mundo pasaba.
Grecia presencia daba,
y México terminaba
su marcha, su ironía,
su muerte que no acababa.

Tras breves palabras
que ni las musas querían escuchar,
entraron las banderas.
Primero la de blanca paz;
luego, con guarda militar,
la nación, con verde guerra,
blanco para olvidar,
y rojo de las almas
que antes fueron ensangrentadas.

Fuego de Prometeo
que a mujer fuiste entregado,
tu esencia en el pebetero
quedará tu elemento sosegado
mientras el pueblo es ignorado.

Tu cuerpo arde ante el mundo, 
las palomas emprenden su vuelo,
su libertad tienen sin duelo;
cubren el estadio
y afuera hay desconsuelo.

El himno empieza sus notas,
el país se disfraza de olímpico.
Miles se vuelven patriotas,
el estadio se llena de un eco,
voces que se unen violentas
al son de ¡Viva México!



sábado, 26 de octubre de 2013

Las luces de la muerte

Sonaban las voces a un mismo eco,
el cielo se coronaba de fuerza.
En tres culturas, una fortaleza;
entre tanta gente, una certeza:
un país sin pobreza.

Retumbaba Tlatelolco por su lucha,
pancartas decían
lo que otros censuraban.
Tantas voces rugían
con más potencia
que la del tanque su maquinaria
que no intimida la exigencia
de aquellos que tienen presencia
ante de México, su esencia.

Templo que pasado prehispánico
la fuerza del jaguar en ellos impregna,
fuesen ya con su vuelo un abanico,
o sigilosos en cada escena,
ellos guerreros son en cada consigna.

Iglesia que con estructura de Dios
proteges a tus hijos;
ellos de ti son fieles ejemplos
de la paz que buscaba Cristo.

¡Gran torre de concreto,
no permitas que la modernidad 
traicione, ni al convento, 
ni al templo, ni al evento
que de los tres mundos es elemento!

Que desde la tierra
tantos son, unión de México.
Se ven, no quieren el Olímpico,
se escuchan, no quieren guerra.

Con una misma palabra
las manos se alzan a una hora.
Multitud de Moisés
que sin conocerse
camina hermano a hermano,
ve el mismo motivo cara a cara.

Bramido se eleva por la plaza
que con esencia bélica
defiende con fuerza la paz,
cuya potencia replica
por todo el aire
su movimiento vivaz.

Incluso ellos lloran
al ver la unidad consumada
que es fuego que a la patria da vida.

Mas de los alrededores
aparece otro tipo de fuego.
Los cascos invaden poco a poco
de la lucha, el campo.
Ellos marchan, se sabe el blanco
- que no es el de la paloma -,
que es ataque con fin específico.

Se acercan, se juntan intenciones,
unos se preparan, otros sólo ven;
unos no temen, otros esperan orden.
Los ánimos se desploman,
hay tensión entre los que hablan.

Y del cielo una luz cae,
desciende lentamente;
los ojos voltean sin entender,
mas otros saben que es señal de muerte.

Luces por fin impactan en el suelo
y de pronto los balazos 
empiezan su vuelo.

Rompen con el rugido
del estudiante. Las balas ruedan
por el aire, e impactan
en los cuerpos. Los perforan.

En segundos la multitud se disipa;
mas parece imposible,
pues cuerpos ya se ven insensibles
en el suelo, y eso anticipa
que salvarse es algo inalcanzable.

Corro, corro, siento temor,
veo a todos lados, hay muertos.
Huele a sangre, huelo a horror.
Gritos, desesperación,
llantos, decepción, 
oscuridad con cadáveres,
la vida entre paredes.

Veo jóvenes, 
hombres, mujeres,
niños tan inocentes, 
todos en el suelo inconscientes.
De sus cuerpos rojos mares
emanan cual corriente
de agua que comparte
su líquido puro
entre rocas inertes.

Mis lágrimas ya caen
al ver tales imágenes,
pero mi cuerpo no se detiene
y veo que alguien como yo viene
-en su mano porta una tela blanca-;
llega atrás, me apunta en la nuca,
me dispara, y de mi cuerpo
ya mis energías y mi vida salen.

Patria y bandera
ellos esperan que pida perdón
mas yo sé que serví a la nación.
Ni traidor ni cobarde
seré para esta tierra
que fue mi inspiración.

Así un cuerpo más cae,
su muerte fue provocada
por los puños que sin blanca alma
ensangrientan su tela que es arma
contra la que antes era paloma.

Ellos, con disfraces de ser iguales
matan al que también es pueblo;
por tener de plata puñales
ya se creen jefes, cuando son títeres
de quienes con ninguno son amables.

Los de verde muerte
disparan, sangre salpican,
y con golpes destrozan frentes.
Ya desde lo alto suenan
tiroteos que alcanzan
a los que escondidos
por su vida con temor suplicaban.

¡Ya los cadáveres
- que en sus caras guardan terror -,
en la plaza yacen sin existencia!
¡Si acaso vieras Iglesia
cómo el viento sus pares
roza al pasar su ropa vacía!


 ¡Si pudieras tú cruz encarnar,
sin duda con esta cacería
tu bendito rostro lágrimas tendría
al ver tan cruenta carnicería!

Mas ya las balas cesan,
incontables son los que con sus prendas
yacen en el suelo con fallecidas
caras que con sus miradas
la tortura de su muerte expresan.

De pronto de los más profundos rincones
los tanques se acercan, son montones;
y quien vivo entre cadáveres 
aún se encuentra, agonizante,
intenta arrastrarse rápidamente;
poca será su suerte,
pues ellos con sus máquinas aplastantes
por sobre los cuerpos rompen
los huesos que crujen
por el peso del tonelaje
del tanque al pasearse
por aquellos que ya no sienten.
En vano es intentar salvarse.

La masacre se detiene,
pero la crueldad sigue con vida.
Los cuerpos de pálida
expresión son fríamente
aventados a un monte
que es cúspide de la muerte.

Entonces la luna lentamente
asoma su mirada
a este campo ya sin vida.

Y entonces el cielo
por sus hijos caídos
comienza a llorar con desconsuelo.
Sus lágrimas caen en los no vencidos;
su sentir llega al suelo,
y con su sangre emprende el vuelo.

Las gotas de lluvia
descienden con dolor;
mas son ellas la vía
para que con el olor
el rojo d´este día
subir podría
a los brazos de quien irradia
en cuerpo celeste, su calor.

Así pues su esencia
toda, como al comienzo, en una
sube y se convierte en estrella
que en el cielo con fuerza brilla.
Ellos uno a uno se incorporan
a ese manto que celeste
su muerte desmiente.

¡Oh tú madre que ya lloras
por tu hijo desaparecido,
que esperas no verlo herido,
que se desgarra tu latido!

¡Oh padre que te falta fuerza
por encontrar su presencia
después de esta vileza,
y que gritas por tu otra parte
sin saber si tiene existencïa!

Vivos que por sus queridos piden
bajo las estrellas y su luz,
sientan el abrazo de quienes viven.
Ellos piden nunca olviden
que quienes por la patria mueren
ni se despiden, ni se rinden.




Plaza de las Tres Culturas

domingo, 20 de octubre de 2013

Las luces de la muerte

Las luces de la muerte

A GUSTAVO DÍAZ ORDAZ

Escucha desde tus infiernos
este estruendo que hoy expreso.
Sus almas hoy conmigo están,
rugido del cielo son sus truenos.

Ellos han vuelto, aquí su regreso,
dentro de cada verso
su lucha no verás terminada;
sus voces regresarán,
sus rostros todavía son eternos.

Si en noche y luna plateada
merecí inspiración bañada
con su fuerza no acabada,
sin duda prefiero
ser eco de su revolución
y no traidor a la nación.

Te fuiste de este mundo
con odio, rencor.
Ellos de aquí no se han ido,
su causa sigue aquí con nosotros.

Mis palabras volarán
por sobre todo temor, 
por sobre todo lo conocido,
a tu tumba llegarán.

Allí te rodearán
los que hoy narrarán
lo de aquel dos de Octubre
en que a su movimiento
no diste ni un tormento,
antes bien hiciste del inicio cumbre.

sábado, 19 de octubre de 2013

En los últimos años mi país ha sufrido diferentes injusticias. Pobreza, hambre, corrupción, represión, violencia, muertes, dolor, maltrato a los animales, persecuciones, poco a poyo a la educación. Todo eso es algo de lo que México actualmente vive.

    Desde el regreso del PRI al poder, mi país ha vivido un retroceso y un desplome en todo los sentidos. Nuestra economía cae poco a poco, y los ricos continúan robando todo lo que pueden para asegurar una vida digna, sin saber que frente a la muerte serán iguales que todos.

    Estos problemas sociales afectan a todos los mexicanos, pero muchos de ellos apenas y se dan cuenta, o simplemente quieren ignorar lo que sucede; por otro lado, hay otros, lamentablemente la minoría, que sabe lo que ocurre con respecto a la nación, sabe cuál es el cambio que necesita México, y día con día se empeñan en hacer de este país algo mejor. Sin embargo no es suficiente, hace falta la unión de todos aquellos que somos explotados y burlados por los altos poderes de este país, dicha unión debe recordar al Movimiento de 1968, que resultó ser toda una amenaza para la clase política de esos años.

    El Movimiento del 68, encabezado por estudiantes, como en muchos lugares del mundo, también estuvo presente en México, y con sus ideas intentaba buscar un país más justo, sin gente inocente en la cárcel, sin represión; los estudiantes luchaban por un país que empezara a cambiar su forma de resolver los conflictos, así como también querían la total justicia en México.

    Pese a que los estudiantes que conformaban tal movimiento se manifestaban de forma pacífica, el resultado no fue bueno, y por el contrario, el en ese entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz, junto con Luis Echeverría, ambos pertenecientes al partido político del PRI, mandaron asesinar el 2 de Octubre de 1968 a todos los estudiantes en un encierro que ocurrió en la famosa Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, lugar en donde los manifestantes se habían reunido para realizar una marcha, misma que se decidió no llevar a cabo antes de que empezara la traición y la masacre por parte del gobierno.

    Muchos murieron y muchos también desaparecieron. Aparte de los estudiantes, también murieron mujeres y niños, gente que no formaba parte de tal mitin. Por todos lados habían balazos de los soldados, por todos lados había gente corriendo, gritando, huyendo de la muerte. Después de ese día, continuaron los asesinatos para aquellos que se habían ocultado en los departamentos de los edificios de Tlatelolco.

    Diez días después los Juegos Olímpicos de ese año dieron comienzo en México, y la muerte de esos estudiantes, de esa gente, se olvidó y se renegó no sólo durante ese tiempo, sino también por años. El presidente Díaz Ordaz negó que fueran tantos los muertos y desaparecidos, y por el contrario señaló que aquella gente era una amenaza para la estabilidad del país.

    Hoy en día la fecha se recuerda, pero no las intenciones. Ellas viven en unos pocos, y los mexicanos prefieren entretenerse en otras cosas que en preocuparse por lo que pasa en México. Es por ello que he decidido escribir un poema, inspirado en Las soledades de Luis de Góngora, sobre aquel 2 de Octubre de 1968, para que así, mediante mis versos, no sólo se recuerde a la gente caída y al Movimiento de los estudiantes, sino también para revivir la llama que significa la unión del pueblo por un mejor país.

    Este poema, con el nombre de "Las luces de la muerte", será publicado a través de este medio en tres partes. La primera de ellas será una dedicatoria a Gustavo Díaz Ordaz, la segunda será propiamente el inicio del poema justo en el momento de la amasacre, y finalmente la tercer parte se referirá a la inauguración de los Juegos Olímpicos de 1968.

    Esperaré con este poema no el éxito, sino una respuesta por parte de los lectores de querer revivir ese fuego que hace tanta falta a México: el de la revolución.


Clemente Cruz de Góngora

lunes, 16 de septiembre de 2013

Del fútbol en México

Del fútbol en México

No hace mucho tiempo que mi suma preocupación por la situación que actualmente enfrenta el país me llevó a tener el interés de externar mi opinión con respecto a un tema que interesa a todo el mundo, pero muy especialmente a los mexicanos: el fútbol.

    Desde ya muchos años dicho tema había llamado mi atención por la pasión que el fútbol genera en el país, pero no había tenido ni la oportunidad, ni la formación, ni el momento para lograr plasmar mis ideas. Hoy por fin, aprovechándome de la situación que enfrente dicho deporte en México, he creído conveniente escribir mi opinión, a prueba de que sea aceptada o rechazada.

    El fútbol, tema central de esta breve opinión, es sin duda uno de los más grandes factores que siempre están presentes en México. Su esencia misma, que es el ser un deporte más, es adornada en nuestra nación con publicidad y sobrevaloración, y esto se puede comprobar a partir de que el fútbol es el deporte más apoyado en todo nuestro país, a comparación de otros deportes en donde también México brilla, como es el tae kwon do, el box, la natación, y recientemente el basquetbol.

    Así por tanto, el fútbol en su calidad de mero deporte, no es eso para las grandes televisoras de México y para los miles de aficionados, sino que es ni más ni menos el deporte por excelencia de la nación, en donde se albergan grandes estrellas que al tiempo se convierten en nada menos que ídolos. Personajes han estado y han partido de la Selección mexicana, y tanto como su calidad como su recepción cambia conforme al tiempo. Una lista enorme podría salir de aquellos jugadores que nos han representado, y puesto que esa lista conllevaría mucho espacio de este comentario, a caso mencionaré a los más representativos: Hugo Sánchez, Jorge Campos, Luis Hernández “El Matador”, Cuauhtémoc Blanco, Rafael Márquez, Osvaldo Sánchez, Nery Castillo, Guillermo Ochoa, Carlos Salcido, Giovani Dos Santos, Carlos Vela, Javier Hernández “Chicharito”, y tantos otros que también han tenido protagonismo en el fútbol mexicano.

    Todos estos personajes han participado, en diferentes tiempos, en la selección mexicana; sin embargo, todos ellos no serían nada si no hubieran debutado en ciertos clubes existentes en México, por lo que evidentemente antes de estos jugadores, y aún más de la Selección mexicana en su totalidad, convendría comentar en breves líneas no el origen y la historia de los clubes de fútbol mexicano, sino más bien la función que desempeñan en su conjunto.

    A lo largo del tiempo han aparecido nuevos clubes de fútbol, y muchos otros también han desaparecido, sin embargo pocos son realmente los que generan gran gusto en México. Aunque actualmente hay un total de aproximadamente 56 equipos de fútbol, los más populares son únicamente los que han ganado campeonatos y que ahora pertenecen a la famosa Liga. Dichos grupos son los siguientes: Querétaro, Chiapas, Pachuca, Santos, Veracruz, Tigres, Morelia, León, Cruz Azul, Puebla, Pumas, Monterrey, Toluca, Atlas, Atlante, Guadalajara, Cruz Azul, Chivas, Necaxa, América.

    Muchos de los clubes antes mencionados han tenido a sus jugadores estrellas que posteriormente partieron a la Selección mexicana, por mencionar algunos: Hugo Sánchez de los Pumas, Cuauhtémoc Blanco del América, Luis Hernández “El Matador” del Cruz Azul, Rafael Márquez del Atlas, Guillermo Ochoa del América, Carlos Salcido del Guadalajara y Javier Hernández “Chicharito” también del Guadalajara.

    Se puede notar por tanto que de la gran variedad de equipos de fútbol existentes en México, han existido también variedad de jugadores destacados, y demeritar sus logros sería acaso menospreciar lo que todo humano desea en el mundo, que es el éxito; sin embargo, y como se ha especificado antes, la historia del fútbol no es el tema a desarrollar en esta discusión, sino más bien el papel que actualmente cumple dicho deporte en nuestra sociedad.

    Es tiempo por tanto de iniciar el análisis del tema, y ya puestos un tanto claros los clubes de fútbol existentes en México, así como sus más destacados jugadores, para así poderse mencionar algunos detalles de esos personajes sin que el lector se pierda, es oportuno empezar, como se mencionó, con el efecto del fútbol mexicano a nivel nacional antes de pasar al plano internacional, específicamente el papel que ha tenido la Selección en los Mundiales de dicho deporte.

    En todos los años el fútbol está presente en nuestro país, mes con mes, y no se diga día con día, se puede observar en toda la Ciudad, en los estados, a través de los medios de comunicación, una incesante publicidad dedicada a este deporte. El número de torneos que se realizan en cada año es impresionante, y no se diga el de los partidos; incluso a veces uno mismo se llega a perder en qué campeonato se lleva a cabo en el momento en que se ve un nuevo partido. Resulta interesante el efecto que ocasiona tal bombardeo de publicidad y partidos llevados a cabo, pues cuando uno camina por las calles de México podrá notar que en cada rincón hay alguna casa con una bandera del club al que le va, o en los transportes públicos nunca faltará la persona, específicamente hombre, que traiga algún accesorio del fútbol, sea mochila, pulsera o hasta playera. Todo eso es sin duda el reflejo de la constante presencia de ese deporte en nuestra nación, y que todos esos ingresos que se le dedican  a la publicidad de tal deporte podrían ser mejor invertidos en la economía o la educación de México.

    Mas también resulta interesante notar que en su mayoría el fútbol es más amado por hombres que por mujeres. Aquello, sospecho, se debe a que absolutamente todos los partidos que se transmiten entre clubes son únicamente entre partidos entre hombres, y este argumento también se apoya en el simple hecho de que los jugadores más destacados de nuestro país, que se mencionaron anteriormente, son hombres.

    De ahí que vengan una serie de problemas en este sentido, puesto que este deporte es calificado como un deporte de hombres, en donde las mujeres no tienen gran terreno, o, si lo tienen, no lo hacen tan bien como lo hacen, supuestamente, los hombres. Y pues por ejemplo, cuando uno se encuentra en la edad inocente, cuando en la escuela ponen a todos a jugar fútbol (porque es el deporte al que se le da prioridad en las escuelas), los hombres son los que son partícipes del juego, y al niño que no juegue nunca lo tachan de raro, de homosexual y lo excluyen del todo. Las niñas, por su parte, deciden jugar otro tipo de deporte, sea básquetbol, voleibol u otra actividad; y pues no con esto expreso que todo el tiempo los niños jueguen fútbol en la escuela, hay veces en que juegan incluso con las niñas los deportes que ellas hacen, o aun incluso el fútbol, pero no se puede negar que en la mayoría del tiempo la clase de Educación física, o el recreo, está repleto de un partido de fútbol entre niños.

    Tampoco niego que a nivel internacional el asunto pueda ser el mismo, pues es suficiente con notar que el Mundial de fútbol que tiene más popularidad e ingresos es precisamente el masculino, a comparación del Mundial de fútbol femenino, que, a comparación de su contrario, es poco visto.

    Pese a esta desigualdad, un interesante acontecimiento de parte de México con respecto a este sentido ocurrió en el Mundial de Sudáfrica 2010; cuando la televisora Tv Azteca contrató a varias mujeres para cubrir las entrevistas y los reportajes de dicho Mundial, una mujer de entre ellas destacó, me refiero a Inés Sainz, quien aparte de ser conductora y reportera del Mundial, también era invitada para ser crítica de algunos partidos. El efecto de dicha mujer en el Mundial fue tal que una revista la seleccionó como la conductora más atractiva de todas las televisoras de los países que habían ido a Sudáfrica. Posteriormente, Inés Sainz fue nombrada la Musa de la Copa Confederaciones.

    Más allá de esos títulos, Inés Sainz significó el hecho de que una mujer pudiera externar su punto de vista con respecto a los partidos de fútbol, lo cual fue un interesante paso, si no a nivel mundial, al menos en México sí por tratarse de algo que no se había visto antes. Después Tv Azteca explotó la imagen sensual de esa conductora en lugar de darle más espacio en el fútbol, y, en mi opinión, eso causó la pérdida de aquella imagen futbolística que tenía Inés Sainz.

    Aun con la presencia de esa mujer, el fútbol en México, evidentemente, no dejó de catalogarse como el deporte de los varones. Aquello, sin lugar a dudas, representa una mancha muy fuerte del machismo y la homofobia en tal deporte; y si no se me cree, acaso pregúntese: ¿Cuándo un jugador de fútbol mexicano se ha declarado homosexual?, nunca; al contrario, la figura masculina de los jugadores es esencial para que el hombre, principal espectador de ese deporte, se vea reflejado en sus jugadores favoritos y con ello quiera seguir sus pasos. Por ejemplo, supongamos que un día Javier Hernández “Chicharito”, el jugador más popular en la actualidad y cuyo impacto en la sociedad ha sido enorme, se declarara homosexual, seguramente muchos de los hombres que le admiran lo dejarían de seguir y, estoy seguro, sería olvidado por sus fans, pues el hecho de que un hombre sea homosexual en México todavía es sinónimo de vergüenza y rechazo.

    Un caso verídico en este sentido fue el incidente que tuvo Carlos Salcido en el 2010, cuando en Monterrey la Selección Mexicana tuvo una fiesta privada con mujeres, en donde, se rumora, dicho jugador tuvo un encuentro con un travesti de nombre Yamilé. Después de tal hecho muchos mexicanos tuvieron a Salcido como objeto de burla por las sospechas que este acontecimiento tuvo con respecto a su sexualidad; Salcido, quien ya gozaba de mucha fama, desmintió toda duda sobre su sexualidad, y aún expresó que nunca conoció a Yamilé. Dicha mujer, a pesar de ser entrevistada y asegurar su encuentro con el futbolista, no tuvo el apoyo de ningún medio, por tratarse precisamente de un travesti frente a un futbolista de figura masculina.

    Todas estas situaciones son la clara evidencia de la alta pasión que se tiene por el fútbol en México, que crea grandes expectativas y también excluye a grupos sociales de tal deporte. Y si acaso las solas personalidades del fútbol o los clubes representan todo esto, piénsese ahora cuando se llevan a cabo los partidos y los torneos mismos.

    En casi todos los encuentros de fútbol, y más cuando se trata de enfrentamientos entre equipos clásicos como el América, Pumas, Cruz Azul o el Chivas, los partidos se tornan en sumo agresivos; tanto, que hasta la policía tiene que ir afuera de los estadios para mantener la seguridad de los mismos. Pero la agresividad no sólo está presente en los partidos, sino también la alegría de parte de los aficionados cuando su equipo gana.

    Por ejemplo, en el 2013 cuando se llevó a cabo el Torneo de Clausura y el América resultó ganador tras un reñido partido con el Cruz Azul, la emoción fue tal que en el momento de la premiación el dueño del América y de Televisa, Jean Azcárraga, bajó con su equipo y celebró de una forma muy singular, quitándose la camisa e hincándose ante sus jugadores. El asunto no quedó ahí, pues ya terminado el partido, los aficionados de tal club se dirigieron al Ángel de la Independencia a celebrar su victoria, por las calles se escuchaban cohetes y coches en apoyo a la victoria del América, y tal fue el efecto de esa alegría que por días se veía a gente con sus playeras de tal grupo, y hasta del Cruz Azul en respuesta a la alegría de los llamados “águilas”.

    Por si fuera poco, el “presidente” Enrique Peña Nieto le hizo una ceremonia de premiación a tal grupo en Los Pinos, justo a la par cuando los maestros de la CNTE también exigían ser recibidos en tal lugar para atender a sus denuncias.

    La euforia por el fútbol es enorme en México, y sus efectos son tales que se desatiende a los graves problemas de la nación; y con esto no se me tache de antideportivo, sino que acaso hay que pensar: ¿Es en verdad de tanta prioridad la victoria de un grupo de fútbol en un partido que tantas veces se repite en los años?, ¿Acaso no es importante también la violencia que vive nuestro país en la actualidad, la pobreza, la desigualdad de oportunidades?; ¿Alguna vez se ha visto que un equipo de fútbol done sus miles de ingresos a una acción caritativa?

    Por ejemplo, en los partidos a nivel nacional y más internacional, los conductores de Televisa y Tv Azteca, sobre todo de ésta última, tienen conductores y narradores que hacen todo un análisis del fútbol mexicano, y dicho análisis parte desde lo histórico, lo social, lo económico y llega hasta lo psicológico. Si bien es loable el buen análisis que llevan estos conductores como José Ramón Fernández (ya retirado), Luis García o Christian Martinoli; yo acaso me preguntaría: ¿Por qué no también esos hombres, a excepción de José Ramón Fernández, hacen un análisis sobre la situación del país?, y se me podrá argumentar que su trabajo está enfocado sólo en el fútbol, pero ese argumento sólo demostrará precisamente lo que se critica en esta opinión, que el fútbol lo es todo en México, pero parafraseando a Aristóteles podría decir: Todo hombre, con su virtud, debe ser partícipe de la política por ser ésta interés del bien común; y por tanto tales narradores no sólo deberían aparecer cada que hay partidos de fútbol, sino también cuando existen acontecimientos de otra magnitud.

    Y ya que se ha mencionado un poco el tema del fútbol a nivel internacional, tal vez convenga ahora pasar justamente a ese plano. La participación de México en el Mundial de fútbol ha sido constante, ha desempañado papeles interesantes, y es ahí en donde los jugadores de nuestra selección pueden obtener un pase a otras selecciones del mundo importantes, como lo son las de Europa; sin embargo, pese a la activa participación en México, los resultados no son alentadores para nuestro país, ya que nunca se ha pasado a cuartos de final, siendo nuestros principales enemigos la selección de Argentina y Estados Unidos.

    Este aspecto de siempre ser perdedores en los Mundiales es algo que afecta de sobremanera al país en el aspecto psicológico, pues es tanto el aliento de esperanza que nos dan los medios de comunicación y los patrocinadores de la selección, que los mexicanos creen con todas sus fuerzas que tienen la oportunidad de llegar más lejos en los Mundiales; y por el contrario, cuando se gana un partido, México celebra con toda emoción el triunfo de la selección y hasta surgen burlas con respecto al país que se ha derrotado.

    Por ejemplo, cuando en Sudáfrica 2010 México se enfrentó con la selección de Francia, la cual había tenido un pésimo papel en el Mundial de ese año, la victoria de México fue  inminente. Siendo Francia una de las selecciones más importantes del mundo, México al derrotarla se creyó ya campeón de todo el Mundial al vencer a selección de tamaña magnitud. Cuando los críticos de fútbol, con acierto, dijeron que Francia había venido mal futbolísticamente y por ello había sido vencida, tal crítica no fue suficiente, y de inmediato los medios de nuestro país lanzaron muchos comerciales de la victoria de México frente a Francia, los cuales siempre tenían la misma imagen: el gol que metió Chicharito.

    Como si hubiesen olvidado el empate que tuvo la Selección Mexicana frente a la selección de Sudáfrica en el partido de inauguración, México, y con ello también me refiero a los jugadores, confiado se enfrentó a Argentina y la derrota de nuestro país fue inevitable.

    Cuando aquello sucedió el ambiente en México fue triste, y con desilusión el Mundial siguió. Si bien es natural que la tristeza exista ante un evento de tal magnitud, por otra parte, se debe señalar que México entristece y se alegra con el entretenimiento e ignora lo que sucede en el aspecto social, como lo que sucedió un año antes del Mundial, que fue el incendio de la Guardería ABC y que hasta la fecha no ha tenido solución.

    Pero no en todo el entretenimiento México reacciona así, pues si bien en el fútbol lo es, como en los Juegos Olímpicos del 2012 en los cuales nuestro país ganó la medalla de oro en fútbol y por la cual nuestra nación ya se creía campeona y merecedora de la Copa del Mundo; por otro lado, en otros deportes en donde destacamos como la natación, el ciclismo, el atletismo y el taekwondo, nuestros país, y también nuestras instituciones, no apoyan en nada a los atletas de los correspondientes deportes.

    Tal es el caso de Belem Guerrero, en ciclismo, quien no tenía los suficientes ingresos para ir a los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, y tampoco una bicicleta digna para competir. La CONADE, institución encargada del deporte en México, no apoyó lo suficiente a Belem, hasta que la televisora Tv Azteca apoyó a tal atleta para que consiguiera viajar y competir en dichos Juegos, en los cuales ganó la medalla de plata.

    También Ana Gabriela Guevara tuvo fuertes problemas con respecto al apoyo de las instituciones, específicamente con la Federación Mexicana de Atletismo y su director en turno Marino Lara, a quien acusó de desvío de ingresos para la atleta, quien estaba a punto de participar en los siguientes Juegos Olímpicos. Finalmente Ana Guevara renunció al atletismo debido a ese problema, e incursionó en la política, con el argumento de que “prefería participar por el país”.

    Aquello sin duda se contrapone con los grandes ingresos que reciben los futbolistas de nuestra selección, quienes, a pesar del gran dinero que ganan, los múltiples viajes que hacen y la vida que llevan, no desempeñan un buen papel en los partidos a nivel internacional, y eso se debe, en su mayor parte, al ego que adquieren estas personas cuando tienen la fama y la promoción de los medios de comunicación. Como es Carlos Salcido, quien confesó haber perdido la tierra por la fama que había obtenido. También Rafael Márquez, capitán de la selección mexicana en años anteriores. Al igual que Giovanni Dos Santos y Javier Hernández que tienen tal individualidad en la cancha, como la de Nery Castillo, que se creyó tan superior como para dejar la Selección e irse a jugar a Ucrania.

    Pero al respecto de la decadencia de nuestra Selección, no es necesario irnos lejos en el tiempo, pues actualmente la Selección de fútbol vive la peor crisis en su historia, debido a que justamente está a casi nada de no ir al Mundial de Brasil 2014, esto a causa de haber perdido frente a equipos como Honduras o Panamá.

    Se le ha atribuido tal fracaso a su ahora ex entrenador José Manuel de la Torre, quien consiguió resultados penosos con la selección. Ante tales fracasos los aficionados al fútbol exigían mejor calidad en su trabajo o su renuncia como entrenador, finalmente se obtuvo lo segundo. Tal hecho constata la obsesión de México con el fútbol, pues es oportuno advertir que a nuestro país le importa más la victoria de su Selección y de su victoria, que los serios problemas del país, los cuales se han desencadenado a partir del gobierno de Vicente Fox y han llegado a la cumbre con los gobiernos de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.

    Estos dirigentes han desempañado mal su trabajo, han empeorado la situación de México en todos los sentidos, y han causado la guerra que se vive actualmente con el narcotráfico, y casi nadie exigió su renuncia ante tal cargo. Si el presidente expresa en su toma de protesta: “Prometo guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes que de ella emanen, y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de Presidente de la República que el pueblo me ha conferido, mirando en todo por el bien y la prosperidad de la unión.   Y si así no lo hiciere, que la nación me lo demande”, es porque él mismo acepta su encargo y propone su posible renuncia, y cuando han fallado los presidentes en todo aspecto, es poca la nación que se lo demanda, como por ejemplo en el caso de Peña Nieto, que a su alrededor ve múltiples marchas en el Distrito Federal de parte de los miembros de la CNTE, estudiantes y civiles que le exigen su renuncia, pero la exigencia no llega ni es fuerte porque faltan 31 estados en los cuales también se pida lo mismo.

    Y caso contrario sucedió con José Manuel de la Torre, que sin expresar un pacto con México en donde propusiera su renuncia si no cumplía con la victoria de la Selección, bastaron unas pocas voces para que lo despidieran del cargo de entrenador.

    Así con todo esto se puede notar una increíble obsesión y entretenimiento de México con su Selección de fútbol. México se cree patriota cuando es 15 de Septiembre y cuando asiste a apoyar a su Selección en los partidos frente a otros países, y lo que hacen con ambos casos no es propagar un nacionalismo consciente y reflexivo sobre la situación del país, sino tan sólo hacer más fuerte una imagen podrida y efímera de mexicano al sentir que ver a unos jugadores que ganan muchísimo más que ellos y llevan una mejor vida, los convierte en personas que representan a México.

    Tal pensamiento de ser mexicano al apoyar a la Selección mexicana es tan sólo una farsa que se basa en reflejar en los jugadores la impotencia de no poder protestar por una mejor vida; a diferencia de las marchas en donde se siente tal vez la misma adrenalina que ver a México jugar, sólo que en las marchas uno va justo al lado de personas que también desean un mejor país y una mejor patria, sin sólo ver desde lejos a unas cuantas personas que no representan del todo a México por no preocuparse por él. Y es justo ahí, en esa distancia de comunicación y de contacto en la que se corta un nacionalismo, porque sentirse mexicano no sólo es sentarse en una grada a ver pasar un partido, sino que es también mirar a fuera del estadio y ver que a México lo carcome el hambre, la miseria y el conformismo, y pensar que si se lucha por un mejor país, incluso el deporte puede mejorar.

    El fútbol es un deporte como todos los demás, el ser gustoso de él y practicarlo no conlleva nada malo, al contrario, en un país como México, que ocupa el primer lugar en obesidad, es perfecto practicar tal deporte y fomentar así la salud; pero se ha visto que eso no pasa tanto así, pues aunque algunos tienen límites en este gusto, otros se enajenan con él, pierden la realidad, viven de los partidos y sus resultados, y conocen más de fútbol que sus propios derechos, que lo que pasa a diario en México, que la política y las actuales reformas del gobierno del PRI.

    Aristóteles defendía un punto medio entre la virtud y el defecto, entre el bien y el mal, y ese punto medio sólo los virtuosos lo pueden alcanzar por medio de la reflexión y del conocimiento. En tal punto medio se vive en la felicidad, uno se da cuenta de qué significa la obsesión y qué es el equilibrio, y así también tiene que ser el gusto del fútbol en México.

    Frente a las políticas neoliberales y a los engaños de los medios de comunicación y su utilización del fútbol como distracción, los mexicanos deben encontrar tal punto medio. Si se puede ser amante del fútbol y seguirlo, también es fundamental ser consciente de lo que puede haber de trasfondo en los partidos y de saber qué es lo que pasa más allá de un partido que dura aproximadamente dos horas.

    No hay que desatender por tanto los problemas de México, hay que tener una posición frente a ellos y no dejar que una pelota y un partido de soccer destruyan nuestra realidad y nos ahoguen en el mar de la inconsciencia en donde el gobierno y las televisoras navegan para aventajarse mientras explotan cada una de nuestras vidas.


“Sólo el tiempo nos dirá lo que la nación necesita”


Escudo de la Selección Mexicana de Fútbol