sábado, 17 de junio de 2023

Estoy listo para decir adiós


Yo también sé llorar, padre,

en la lejanía del silencio

por el temor de esta vida, cuyo aire

mi piel vulnerable apenas descubre.

 

Estaba listo para ser amado,

mi rostro lo decía todo

y mis ganas de decir primitivamente:

“Este soy yo, padre”.

 

Pero tú no anhelabas conocerme.

Sabías que otra parte de ti amaneció

y sentiste terror de verme

por encontrar de tu apariencia un engendro.

 

Dime, padre ¿Acaso no es antinatural

que quien engendra no sienta emoción?

¿Entonces quién es el adefesio

incapaz de expresar un amable sentimiento?

 

Yo también sé, padre,

que en mi inocencia me buscaste.

Seguramente te ofrecí una frágil sonrisa

que poco deshizo tu seca cornisa.

 

¡Estaba listo para ser!

¡Estaba en la más tierna edad para cautivar!

¡Ese momento en que toda suave criatura

conmueve por su sola simpleza!

 

Pero tú no me anhelabas.

No logré retenerte, no fui suficiente

(eso me consta hoy con cualquiera),

y para siempre desapareciste.

 

Dime, padre ¿acaso no es

injusto desconocer tus inclementes facciones?

¿Quién te dio el privilegio de acercarte

sin yo poder recordarte?

 

Yo también sé

que yo no funciono a la mitad.

Me veo al espejo y estás ahí,

pero no sé qué de ti hay en mí.

 

Estaba listo para,

sin saberlo, intentar ser fuerte

cuando daba a mis muñecos la habilidad

de crear escudos para del dolor protegerme.

 

Pero tú

no estuviste para escucharme crear historias,

para tomarme de los hombros en la luz

y hacerme creer que en tu cercanía podía confiar.

 

Dime, padre ¿Acaso no

te hace falta el sonido de mi nombre?

Porque cada día algo más de mí perece

y me desplomo ante tu indescifrable imagen.

 

Yo también

quiero detener tu recuerdo

con esas palabras que te faltó dedicarme:

Estoy listo para decir adiós.

miércoles, 22 de junio de 2022

Plumajes y cuerpos. El orgullo en carnaval

plumajes y cuerpos. el orgullo en carnaval

En el principio eran tan sólo treinta raros y valientes quienes, el 26 de julio de 1978, en el marco de la marcha por el aniversario de la Revolución Cubana, integraban un Frente de Liberación Homosexual de México. Y el mundo aún estaba en tinieblas, apenas un brote de arcoíris atravesaba tímidamente los continentes. Y la sociedad se escandalizaba por los “desviados”, y vieron los maricones que mostrarse era necesario y dijeron al año siguiente: “Sea una marcha de orgullo homosexual por la erradicación de las razzias”. Y fue la primera marcha LGBTTTI+ en México.

            La piedra que lanzó Marsha P. Johnson contra la represión policial hacia personas no normativas en la redada de Stonewall el 28 de junio de 1969 significó el sedimento de un castillo que, con las décadas, ha reforzado y elevado otras torres. En México, desde finales de los 70 presenciamos, año con año, la Marcha del orgullo LGBTTTI+ cada vez con más asistentes que, entre consignas, exigencias, risas, disfraces, desnudos y muchos colores, muestran las distintas orientaciones e identidades sexuales. Pero son esas últimas expresiones (la alegría en risa, el orgullo en disfraz, el ser en el desnudo y la diversidad en los colores) en las que quiero ahondar en esta ocasión.

            Con frecuencia, aquellos que se resisten a entender que el mundo ha transitado en mentalidad e ideologías, dicen sobre la Marcha: “son jotos bailando y pervirtiendo”; “son desviados que no tienen respeto por ellos ni por los otros al salir desnudos”; “parece un carnaval sin sentido y sin un orgullo”. Además de que estas típicas frases muestran una extrema ignorancia al unificar a todos los asistentes en jotos, pues ni siquiera saben la diferencia entre lesbianas, bisexuales, personas trans e intersexuales, hay un segundo elemento que desestabiliza la normativa de esa gente: el baile, el desnudo, las risas, en suma, el carnaval. Incluso, entre algunos integrantes del movimiento LGBTTTI+ existe el cuestionamiento de que la Marcha se ha convertido sólo en una fiesta carnal y que no es un espacio de demanda social y política.

            Ante eso último, debo ser honesto de que, por mucho tiempo, fui uno de aquellos que criticaban con severidad la Marcha, negándome a ir a lo que yo llamaba un frívolo desfile sin conciencia social. Afortunadamente la vida me ha demostrado otras perspectivas y, en un viaje de difícil pero grata reflexión, tengo otras ideas. Hoy, por eso, deseo discutir qué tan provechoso es que la Marcha LGBTTTI+ contenga ese trasfondo carnavalesco; ¿en qué beneficia a nuestras causas sociales y políticas?; ¿en verdad ayuda a detener la discriminación que día con día vivimos en México y en el mundo?

            La idea del carnaval medieval tuvo en Mijail Bajtin una teorización por demás iluminadora y reivindicativa para comprender los significados sociales y populares del evento. Por su parte, Judith Butler confrontó las ideas de la sociedad sobre los géneros sexuales y destacó la performatividad de los cuerpos como forma de resistencia a la norma. Deseo congregar ambas teorías con el afán de reflexionar acerca de la fiesta y la corporeidad en la Marcha LGBTTTI+.

            Durante la Edad Media, un recurrente pensamiento acerca del cuerpo era que éste constituía la cárcel del alma, ya que los placeres sexuales despertaban en los humanos su instinto animal, alejándolo de su don racional, otorgado por Dios. El cuerpo, entonces, carecía de cualquier sentido de orgullo, así que evitar la penosa desnudez era esencial para cualquiera. Aunque han pasado siglos del fin del Medievo, la raigambre cristiana continúa permeando la mentalidad del presente. Juzgar la Marcha LGBTTTI+ por exhibicionista es una extensión de pensar la desnudez y a los cuerpos como factores de vergüenza y prohibición. Ya Michel Foucault advertía que a la sociedad debía protegérsele de dos peligros: la locura y la sexualidad, ésta última pensada como la perversión del ser humano.

            En efecto, la imposición de las ideas oficiales sobre el pecado del cuerpo y su expresión, provenientes de la Iglesia medieval, dominaron para la posteridad; pero para el segundo mundo y la segunda vida que el carnaval permitía, tanto el cuerpo, como sus gestos y vestimentas, significaban la burla a los poderes, a su concepción seria y rígida de la vida. Bien puntualiza Bajtin que el carnaval era el mundo al revés, donde los excesos estaban permitidos; donde el pueblo imponía sus reglas al jugar a ser nobles y la risa rompía con su sonido la opresión de la cotidianidad en la normalidad. En suma, el carnaval es un acto, más que de participación, de vivencia para todo el pueblo; un lugar sin límite, donde la máxima autoridad es la libertad. Entonces ¿Qué tan lejos de eso está la Marcha LGBTTTI+? O, de manera reivindicativa, me pregunto: ¿Qué tan perjudicial es que se catalogue nuestro evento como un carnaval?

            En el carnaval medieval los asistentes estaban en una atmósfera de igualdad, la abolición de los privilegios en ese evento permitía el contacto entre individuos; entonces se creaba un mundo con sus propias leyes. En tanto, la Marcha LGBTTTI+, con nuestros colores, vestimentas y felicidad de ser nosotros, ha abierto un espacio sin restricciones, un segundo mundo donde dominan el orgullo y la alegría, una restitución del amor propio a través de nuestros cuerpos; un lugar donde cabemos todos, hasta los heterosexuales. Ahí valemos lo mismo y, aunque los contingentes demuestran la diversidad entre lesbianas, gais, bisexuales, transgéneros, transexuales, travestis e intersexuales, al final rompemos con la inferioridad con la que pretenden concebirnos cotidianamente.

El acto de marchar en caravanas emplumadas y en rítmicos contingentes nos ha valido el término de carnavalescos, calificativo que, en vez de denostarnos, constituye la afirmación del lugar idóneo de la rebeldía. Sin embargo ¿Qué pasa con nuestros cuerpos?, ¿aparecer disfrazados, pintados o desnudos es sinónimo de no respetar nuestra dignidad? Me remito de nueva cuenta al carnaval medieval, donde los disfraces y máscaras eran esenciales para el bullicio de la libertad. Bajtin puntualiza, por ejemplo, que el cuerpo en el carnaval (dotado de colores y deformaciones faciales y de identidad), significó una manera de mostrar dos cuerpos en uno: el que muestra vida, pero es momentáneo y, en contraste, el concebido, aquél con el que existimos desde el nacimiento. De manera que podemos notar dos lapsos del ser disfrazado: por un lado, el que efímeramente es feliz y, por otro, el que, bajo las telas, pinturas y máscaras, oculta su identidad real con la que se muestra a diario.

Creo poder nutrir la idea con los postulados de Judith Butler, cuando en El género en disputa afirma, partiendo de las teorías de Lacan, que la máscara del ser posee funciones de melancolía, en tanto que introduce y utiliza una identificación dentro y sobre el cuerpo, una significación encima del Otro rechazado. El diálogo entre las propuestas de Bajtin y Butler sobre el otro enmascarado permiten notar la protección de un individuo vulnerable del rechazo. Pero considero que en la Marcha LGBTTTI+ los disfraces y las máscaras tienen un distinto sentido, uno que adquiere poder gracias a los cuerpos. Si como dice Bajtin, en el carnaval medieval la gente se vestía de otro ente posible, por el contrario, en la Marcha el disfraz, o su contraparte, el desnudo, son el poder de uno mismo: quien es el que es y quiere ser el resto de los días. No es tomar un papel momentáneo de lesbiana, gay, bisexual, persona trans o intersexual; no es degradarnos al salir pintados o sin ropa, es mostrar nuestras identidades sexuales con orgullo, opacando la norma opresora.

Cierto es que rebasamos los límites impuestos de la sociedad, sus correctos comportamientos ante el pudor, pero en ello radica una parte de la transgresión de la Marcha. Butler también afirma que si el cuerpo, un lugar donde reside el sistema social, presenta algún acto no regulado de las normas, entonces se convierte en un espacio de contaminación y peligro; de ahí que toda homosexualidad o identidad no acorde al género asignado al nacer, representen lo “antinatural”. Es aquí donde se suman dos formaciones ideológicas de la sociedad: el pecado del cuerpo y el peligro de que éste no encaje en los márgenes aceptados de la “normalidad”.

El cuerpo es resistencia, es el pergamino donde yacen las historias del descubrimiento de nuestras orientaciones e identidades, donde también existen cicatrices de los rechazos, las burlas, los golpes y violaciones ¿Cómo no mostrarlo?, ¿cómo no enseñar a la sociedad la forma en que han contaminado nuestra libertad a ser felices fuera de los márgenes del cuerpo aceptado? Así entonces, tres instrumentos demandan nuestras exigencias políticas y sociales en la Marcha LGBTTTI+: pancartas, vestimentas y nuestros cuerpos. A ellos se suma otro elemento de resonancia: la risa. Por la avenida de Reforma distintas son las consignas que gritamos a la sociedad, algunas exigiendo justicia, denunciando muertos y desaparecidos, pero existen otras que apelan a la diversión, a la sátira, a veces reapropiándonos de aquellas palabras con las que pretenden discriminarnos en la cotidianidad (lencha, joto, vestida, hermafrodita, etc). Con eso, surgen nuestras risas en los contingentes. “¡Ni ellos se respetan!” Algún ciudadano dice por afuera, pero es que no entiende el efecto de sonreír.

Para Bajtin, la risa constituye una pieza típica del carnaval, con la que se destruye la seriedad del mundo y libera la imaginación. Resulta válido decir entonces que nuestra risa carnavalesca en la Marcha es un arma letal, un proyectil con el que atacamos la seriedad de la sociedad apática hacia cualquier diversidad. El orgullo es festejar y reírnos de los apelativos hacia nosotros, porque lo que esa palabra en otros días puede causar tristeza y hasta humillación, en la Marcha, entre todos, la convertimos en consigna para mofarnos, la exhibimos en el aire, la quemamos entre risas potentes. No es causal que durante la Edad Media la risa fuera asimilada al Diablo, a ese otro rebelde que transgrede los márgenes de la seriedad. Como sucedía con el cuerpo, la risa despertaba los bajos instintos humanos.

Sin embargo, Bajtin reivindica el acto: “la risa popular ambivalente expresa una opinión sobre un mundo en plena evolución en el que están incluidos los que ríen”[1]. En la risa cabemos todos y, es por ello que, en la Marcha, al reír y festejar, nos incluimos en un mundo que, pese a algunos, se modifica. Nuestro carnaval, en efecto, contiene exhibición de colores, singulares vestimentas, desnudos y carcajadas y nada de eso está vacío de resistencia, discurso y orgullo. No sorprende que logremos incomodar a los espectadores, algunos de ellos dudosos y temerosos en descubrirse entre nosotros. Sí, somos un peligro y una llamada tentadora a la aceptación y la libertad. Bien describe Norberto Chaves que el asco que generamos en algunos heterosexuales es motivo de alejamiento y, por ende, desconocimiento: “El mundo homosexual, lejano y enigmático, aparece entonces como aquellos monstruos descritos fantasiosamente por los marinos del Medioevo […] El mundo homosexual, visto desde la acera de enfrente, por los viandantes, muestra la imagen distorsionada de un lugar entre peligroso y tentador”[2]. Desde la distancia, somos para los espectadores un carnaval, repleto por las más extrañas criaturas (cortesía de los Bestiarios medievales), con una gama de colores y corporalidades nunca imaginadas. Asimismo, constituimos un carnaval que destapa los instintos reprimidos de los espectadores, sean sexuales o tan sólo de experimentar la libertad.

Hemos salido de las prisiones de la sociedad, lo que en un inicio fue una manifestación de treinta personas, ahora es de miles. Hemos conquistado no sólo las calles durante la Marcha LGBTTTI+, sino también el orgullo y la alegría. Mostrarnos tal cual somos, con la diversidad de nuestros cuerpos, vestimentas y colores nos llama a la vida. Una existencia de la cual nos reímos, a veces por felicidad, otras para degradar la discriminación que todos padecemos. Mientras que el carnaval medieval era una posibilidad de un mundo utópico, nuestra Marcha-carnaval debe aspirar a ir más allá, a canalizar la libertad y el orgullo a la cotidianidad. Luchamos por un mundo no utópico, sino por el que merecemos. Las consignas políticas y sociales no han muerto en el día del orgullo LGBTTTI+, ahí estuvieron y estarán: en los primeros carteles, en nuestras voces y llantos, en nuestros colores, plumajes y cuerpos, en nuestras desafiantes risas. Una poderosa frase tallada en cada expresión para siempre: No hay libertad política si no hay libertad sexual.  

 

BAJTIN, Mijail, La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento. El contexto de François Rabelais, Julio Forcat y César Conroy (trs.), Madrid, Alianza, 1988.

BUTLER, Judith, El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad, Ma. Antonia Muñoz (tr.), Barcelona, Paidós, 2007.

CHAVES, Norberto, La homosexualidad imaginada. Vigencia y ocaso de un tabú, Madrid, Maia Ediciones, 2009.

FOUCAULT, Michel, La sexualidad seguido de El discurso de la sexualidad, Horacio Pons (tr.), Buenos Aires, Siglo XXI, 2021.

 

 


 

 


                                                                                                          



[1] Mijail Bajtin, La cultura popular en la Edad Media, p. 17.

[2] Norberto Chaves, La homosexualidad imaginada, p. 48.


sábado, 12 de junio de 2021

"En las noches balbuceo en tus miembros..."

En las noches balbuceo en tus miembros

por la inagotable sal                                   

que acicala mi boca con agrios

lengüetazos de coral.

 

He relamido con mi carne escarlata

el duro y rugoso arrecife que deszafré,

cuyo sabor corroe la plata

de mi paladar aburrido de azufre.

 

Perdido en la selva de acuático concreto

una ronca voz me guía al tierno pólipo.

Suave y sólido me sumerjo ya presto

para conocerte mejor que el tiempo.

 

Convocado por tu canto

me pones frente al sensible cíclope

que expande su carne intacta del pacto

y me vuelve parte de su negada estirpe.




miércoles, 30 de diciembre de 2020

Nos están matando...


Nos están matando

cuando más amamos la vida,

cuando hemos traspasado

con piel, tela y mirada

las palabras del pasado.

 

¿Por qué descuartizan

todos los colores

que nuestro latir recorren?

¿Por qué destrozan

nuestros cuerpos con rencores?

 

Nos están cazando

como a una plaga enfermiza

que invadió su mundo tergiversado.

Lugar regado con conducta quebradiza,

de cosecha imprecisa.

 

¿Por qué nos lapidan las sonrisas

donde guardamos nuestras heridas?

¿Por qué desfiguran nuestros rostros con piedras,

si para aceptarlos vivimos tantas crudezas?

 

Nuestros trozos aparecerán

en lo más fragoso del planeta,

pero la tierra reconocerá

la cara de un hijo ya muerta.

 

Henos aquí, a la sombra

de la humanidad y sus normas.

Dictadas con odio por el otro,

ese que siente lo monstruoso.

 

Golpeados, violados, apedreados,

acuchillados, torturados, vomitados.

Dinos tú, desconocido:

¿ya a todos nos has extinguido?




miércoles, 8 de mayo de 2019

Es Cupido

Es Cupido

GPS activado
estoy a unos metros de tu lado
¡Oh, querubín de inmortales hazañas!
Perfórame en lo más profundo del alma
hoy que con antifaz tú ya andas.

Máscara dorada
que cubre una Sodoma
de casas cuadradas;
un oleaje de abundante leche,
panecillos y miel.
La tierra prometida
donde ninguna promesa es cumplida.

En el silencio de la virtualidad
las palabras se hacen retumbar.
De pronto un tap
suena con elegante sigilo.
No lo ignoraré, sé que es Cupido.
Aquí estás,
dispuesto a tu arco y flecha mostrar.

En medio de dulces y globos
tupido encontrarás cada rincón mío.
Tan sólo te pido, Cupido,
que no exageres lo activo
y sea esculpido
un único cuerpo pasivo,
escupido por la savia del destino.

Imagen relacionada

martes, 23 de abril de 2019

Las venas de la muerte


Las venas de la muerte
Las venas de la muerte se alargan,
raíces de metal bruñidas al sol,
con sangre oxidada ya amargan
el suelo derretido en su crisol.
Serpientes de altura que embargan
el verde corazón, pobre farol
de vida y luz en esta gran ciudad
que come todo ser sin saciedad.

Arriba, la eterna sinfonía
de ruido melancólico de carros,
de calles, de personas en la vía,
sin tiempo, sin espacio de suspiros
con que se frene la algarabía
en la que sin descanso existimos.
Mas ellos, los titanes de cemento,
jamás se inmutan en tal tormento.

Tan sólo nos observan en silencio,
tarántulas de ojos cristalinos.
Se yerguen en victoria de comercio
y nos duermen con dosis de anhelos.
Con gran gloria ocupan el espacio
y rodean sin tregua los deseos
de ver campos y flores donde sea
y del cielo gozar una marea.

De noche los murciélagos con ojos
muy rojos a un andar lento nos ven.
Entonces los emporïos metálicos
sus luces espectrales al fin prenden
y somos barras de neón, eternos
atados a las máquinas que comen
el día sin ninguna complicación,
haciéndonos al son de su función.

Las venas de la muerte se expanden
uniendo nuestra mente con los cables
de la modernidad, con que absorben
sonrisas y nos vuelven tan servibles
en esta red sin vida donde venden
la voz de todos por un ser viable
al ritmo del mañana y olvide
que al lado hay un mundo que pïerde.



lunes, 4 de marzo de 2019

Diverso

Diverso

Di
verso
en un beso
con el cuerpo
igual
en sentimientos,
en latidos,
en momentos.

Di verso
cuando
entre humanos
nos amamos
sin miedo
al odio
y al rechazo.

Diverso
con cada abrazo
cuando nos unimos
y el viento
nos lleva sin límite
por este mundo
en que, con orgullo,
existimos.

Di verso
y camina con la poesía.
Baila
entre los entes,
pues en cada pose
tu esencia
desprendes.

Di verso
hasta que sientas
lo que más quieres.
Vuélvete perverso
en defender tu rima,
tus palabras,
tus prendas,
tus sonrisas
y tu vida.

Diverso
porque eres con el verso
un converso
que ha descubierto
cómo amarse
sin remordimiento.

La imagen puede contener: cielo, nubes y exterior