viernes, 29 de marzo de 2013

AVISO IMPORTANTE

Por tanto tiempo mi obra más ambiciosa había estado pidiendo a gritos ser publicada por alguna de mis múltiples páginas, pero yo, resistiendo a veces a tal tentación, no tuve más opción que también darle una oportunidad a mi novela "Lo que el amor puede decir", pues no sólo ella pedía a gritos ser conocida, sino también porque las oportunidades de su publicación son casi nulas y no puedo irme de este mundo sin darla a conocer.

Así, de ahora en adelante me dedicaré a subir dos capítulos cada viernes para así completar los 61 de que consta mi obra. Esto a través del siguiente blog: http://loqueelamorpuededecir.blogspot.mx/.

Amados lectores, este blog no cerrará, en Junio habrán nuevas sorpresas en "País de la escritura"; mientras, les pido no dejar de visitar mis escritos anteriores y también leer mi novela, que los está esperando con ansias.

Gracias a todos por permitirme entrar a sus corazones.

Clemente

jueves, 28 de marzo de 2013

Y como el Sol vio que esta historia era muy esplendorosa, mandó que yo escribiera en este libro unos versos que dicen así:

Jamás podrías creer
lo que yo he visto
y menos lo que he vivido,
si es que sólo tú quieres ser.

Pues es el tiempo aquí
un cambio de ritmo
que te obliga a dar un sí
para caminar entre tanto humo.

Pero no todo es trayecto y regreso,
ya que en cada rincón
una historia palpita con el corazón
creando un cuento con cada beso.

Es así que esta Ciudad
sigue su curso y acto;
y es el artista quien, con el olfato,
huele y transforma el olor en realidad.

Detente un momento en este lugar,
pues en un segundo encontrarás
inspiración en las personas,
y así su existencia querer inmortalizar.



Y así termina esta obra que se intitula "Los condes de la Ciudad", obra en extremo variada de historias que suceden a diario en el Distrito Federal, y que es más por falta de vida que por ganas por la que no puedo plasmar todas las historias sucedidas en esta Ciudad en estas mis letras, porque toda historia tiene una gran chispa de magia y de sentimiento que son suficientes para considerarla arte y de llevarla a la inmortalidad.

Terminada en un 28 de Marzo del año 2013

Vale

Finis

miércoles, 27 de marzo de 2013

Recitando un poema

Esto que he de contar aconteció en un día en el que los rayos puros y rubios del Sol seducieron a mis sentidos con sus latidos. Tan pensativo estaba desde días antes, reflexionando sobre la existencia una y otra vez, incluso en el Metro me había encontrado a dos chavos que eran increíblemente parecidos el uno del otro, y eso me hacía pensar más en las coincidencias de la vida, coincidencias que a mí no me solían pasar.

En fin, me encontraba ahí, sentado en el café del Sears que está enfrente de Bellas Artes, observando a mi padre trabajar, él era mesero de ese lugar, yo a veces iba a ayudarle con el trabajo, pero no era empleado fijo, mas bien cuando iba prefería observar cómo la acera de abajo dejaba a las personas pasar por encima de ella; mientras observaba esto, pensaba en el día de mi cumpleaños, el cual se encontraba demasiado próximo.

Pensaba en ello porque desde ya hacía mucho estaba planeando hacer algo digno de ser recordado para siempre, algo que no fuera olvidado ni por mí ni por las demás personas, iban a ser mis 20 años y significaba dejar otras décadas atrás, unas décadas en extremo difíciles y llenas más de tristezas que de alegrías. Ahí estaba la importancia de celebrar de una forma singular mi cumpleaños.

Así es, una gran celebración, pero todavía no tenía ni idea de qué es lo que quería hacer, lo único que sabía es que días antes me la había pasado sumergido en una fuerte depresión, pues, a decir verdad, estos 19 años habían sido crudos y crueles, tal vez los más terribles de estas décadas que pronto dejaré atrás; en efecto, a lo largo de todas ellas viví mucha soledad, causada por los fuertes desamores, nadie se fijaba en mí, por más que me acercaba a las personas que me gustaban, éstas siempre me ignoraban y me trataban de hacer entender que yo nunca podría pasar de ser sólo un buen amigo, y todo esto se acentuó todavía más en mis 19 años.

Dolor, había mucho dolor en mi corazón, por todo, por ver a mi ex triunfar en el amor pese a esa personalidad tan obsesiva y destructiva, eso puesto frente a mí, fracasado eterno en eso que es hijo de Venus, yo, que siempre trataba de ser noble con cualquier persona; tal injusticia de la vida me incendia por dentro, en verdad la existencia y el amor son tan crueles.

Tan profundamente nadaba en estos pensamientos pensando una y otra vez sobre mi soledad, mi desamor y al mismo tiempo intentaba idear qué sería lo que finalmente haría para el día de mi cumpleaños número 20, en verdad quería ser recordado, nunca olvidado, quería ocupar un lugar en la gente; bien sabía que este propósito se desprendía de mi necesidad de tener a alguien que me amara y me pensara, pero, como no tenía a nadie, necesitaba tener la atención de la gente.

Fue así que, todavía viendo hacia la acera de la calle, vi cómo un niño se caía al suelo y éste comenzaba a llorar intensamente, entonces ¡lo tenía!, sabía ya cómo ser mirado y recordado por un momento, ¡por supuesto!, si hacía lo que se me había ocurrido la gente me vería y sabría de mi existencia, era una idea en verdad perfecta, y como tal, como quería la perfección, decidí combinar esa brillante idea con algo todavía más increíble y artístico.

II

28 de noviembre, 10 de la noche.

Era el cumpleaños de nuestro personaje Alexander, él se encontraba suplantando a su padre en el trabajo, pues éste último se había enfermado. Alexander recién terminaba de hacer corte de caja, con lo que terminaría su última labor del trabajo. No se encontraba ya nadie en el café, por lo que él decidió llevar a caso su plan, su plan de trascender en la historia, de hacer algo grandioso y memorable, de ser recordado.

Alexander había llevado un micrófono de buena calidad y sonido para conectarlo al reproductor de música del café, pero antes de llevar a cabo el resto del plan, él obstaculizó la puerta del ascensor de su piso no sin antes revisar que ya nadie subiría a la cafetería; así también notó que el vigilante no lo veía porque éste se había ido a comprar su cena, en realidad Alexander ya sabía que siempre a las 10 pm el vigilante iba a buscar qué comer.

Cuando por fin estuvo solo, Alexander acomodó rápido varios mesas y las puso justo enfrente de las escaleras, esto para impedir cualquier paso, entonces así aseguró la realización de su plan.

III

Habiendo obstaculizado las únicas formas de subir a este piso, y ya conectado el micrófono al reproductor de música, subí el volumen de las bocinas al máximo, tomé mi hoja, volví a leer lo que había escrito para esta ocasión, y entonces lentamente me acerqué a la terraza, subí a una mesa que había preparado para este momento y entonces saqué el primer pie a la orilla del techo, justo afuera del vidrio de la cafetería que cubre tal división.

Al notar que lo había logrado, saqué el segundo pie, me equilibré lo más que pude y por fin logré ponerme de pie con el micrófono y la hoja en la mano. Así es, al fin estaba parado a muy poco de caerme a la acera de la puerta del Sears, veía Bellas Artes desde tal altura, el panorama cambiaba bastante, ver a todos lados, los carros moviéndose, las luces de las lámparas, algunas personas caminando ahí abajo, la Ciudad iluminando al cielo oscuro; todo, todo era en extremo impactante, la situación era imponente, pero el plan era perfecto.

Entonces fue así como comencé a hablar, el sonido era bueno pero no lo era lo suficiente debido al ruido de los carros y del viento. Intenté alzar la voz pero casi nadie escuchaba, estaba desesperado y frustrado por el posible fracaso de mi plan, sin embargo, a los pocos minutos un señor que estaba a punto de cruzar la avenida me señaló.

IV

Lo vi, lo vi, yo estaba a punto de cruzar la calle para pasar a la entrada del Sears, cuando vi que ahí estaba ese chico que se había atrevido a pararse afuera del cristal de la cafetería, sostenía un micrófono y un papel en las manos, le señalé al policía que estaba mi lado a ese sujeto y de inmediato el oficial se puso en contacto con sus compañeros, unos al notar esto avisaron al encargado de seguridad de dicha tienda lo que estaba sucediendo, los vigilantes intentaron subir pero era imposible, al parecer el chico había bloqueado todas las formas de subir a tal piso.

Poco a poco la gente se acercaba para ver esto, todos estábamos esperando a ver lo que haría el chico que estaba allá arriba. Como ni los vigilantes ni los policías podían subir por temor a lo que fuera a hacer el joven, decidieron cerrar la avenida Juárez para que así se escuchara un poco más lo que el chico quería decir, y, mientras se distraía al hablar, ellos intentarían atraparlo y así detener lo que estuviera pensando a hacer, algo que, era en verdad obvio.

El joven, al ver la avenida cerrada, con todos nosotros viéndolo y los bomberos junto con ambulancias aquí abajo, decidió volver a comenzar su discurso.

V

Al fin, al fin tenía la atención que había querido, tantos ojos puestos sobre mí, luces abajo, reporteros, incluso helicópteros, mi plan había funcionado, no lo podía creer. Ahora era momento de hablar, de empezar lo antes ensayado.

-Esta atención que ahora me dan es para que yo diga algo, lo sé, y es precisamente lo que haré. Mi realidad es simple y directa, ya estoy harto de este mundo, de su indignidad e injusticia, del desamor y de su pobreza, yo he amado y nunca me han correspondido, otros odian y matan y viven bien; por eso es tiempo de que yo viva justamente y no aquí, sino en un mundo más allá de este.
Así que yo me aventaré de aquí, me daré muerte, y no esperaré a que me rescaten o que me quieran convencer de que no lo haga, pues yo simplemente recitaré un poema que escribí, y cuando termine de hacerlo, entonces podrán saludar mi alma y rezar por ella desde su patético mundo. Aquí voy.

VI

Cuando aquel chico terminó de hablar y expuso su idea, todos quedamos impactados, nuestros cuerpos se habían visto tapados por una cobija de inmenso miedo y nervios, todos habíamos oído que los policías dijeron que en cuanto empezara el chico a recitar el poema, intentarían entrar al piso silenciosamente para así detenerlo.

Los medios de comunicación ya estaban ahí, televisando, tomando fotos, grabando, escribiendo; en verdad el chico había logrado todo un espectáculo. En ese momento, todos escuchamos los primeros versos:

Maldita pasión desbordada
como infierno estás aquí;
haces tormento de mi vida,
diré: por ti yo no viví.

VII

Terminé de recitar mi primer cuarteto y entonces oí cómo por el elevador y las escaleras los vigilantes y policías intentaban pasar, por lo que decidí moverme bruscamente y fingir que me tiraría para que no intentaran entrar al piso. De inmediato los ruidos terminaron y deduje que habían detenido sus intentos de entrar.

VIII

Todos gritaron, se espantaron y algunos lloraron cuando vieron al chico balancearse de esa forma, por lo que le pidieron a los policías que detuvieran la orden de entrar al piso, así fue como ellos obedecieron para no formar más pánico. La policía decidió entonces que no podían pasar al piso, pues mientras intentaran quitar los muebles, seguro el chico se aventaría, así que decidieron aterrizar por helicóptero y entrar por una puerta de emergencia que estaba oculta. De ese modo empezaron a llevar a cabo la táctica, cuando de pronto escucharon los otros versos:

Eres de mi herida muerte,
eres de la muerte lo triste;
no me dejas existir bien,
por eso debo abandonarte.

IX

Terminé mi segundo cuarteto y la gente me miraba y escuchaba muy atenta, por fin oían lo que mi pluma había creado y anhelaba se conociera, sin embargo, en ese instante tan dulce escuché el sonido de un helicóptero que estaba aterrizando en la azotea del edificio y cómo tiempo después alguien intentaba entrar por la puerta escondida de emergencia, ingenuos ellos que pensaron que yo no conocía dicha puerta y que por tanto la había dejado libre, hubiese sido estúpido de mi parte que, conociendo bien este lugar, no obstaculizara dicha puerta.

Pero a pesar de que lo había hecho, ellos seguían insistiendo en abrir la entrada, por lo que decidí sentarme en la orilla de la azotea, así que mis piernas ahora estaban colgando en el aire.

X

El plan de entrar por la puerta oculta falló, tanto así que hasta perjudicó todo, pues ahora el chico se había sentado en la orilla de la terraza haciendo que pareciera más cerca de caerse.

Los policías ya estaban desesperados, no sabían qué hacer para detener el suicidio del chico, pues desconocían la extensión del poema y el momento en que terminaría como para poder calcular en qué momento intervenir y detener la acción del chico. El jefe de la unidad nos preguntaba a todos los de ahí "¿Acaso nadie conoce el poema para saber en qué momento acabará?", pero nadie lo conocía, pues el poema lo había escrito el chico.

De pronto se escuchó:

XI

No, tú vuelas traidora;
sientes, vives, sientes, vives,
yo muero en tu tortura.


Ya había dicho mi primer terceto, esto se estaba acabando, los veía a todos impactados, viéndome por completo, no se movían para poder escucharme y ver qué es lo que sucedería, me había dado cuenta que mi plan era todo un éxito, ya los policías no estaban intentando nada para entrar al piso. Entonces tomé aire y...

XII

Entonces el padre del chico había llegado al lugar, él dijo que podría detener a su hijo saltando bien los muebles de las escaleras del piso, siempre y cuando intentaran hacer ruido abajo para que así su hijo no escuchara el salto; sin embargo, apuntó que esto tenía que llevarse a cabo justo antes de que acabara el poema para que así su hijo no se aventara.

A los policías no les quedó más remedio que aceptar, sin embargo, le informaron al padre que no sabían cuánto faltaba para que el poema terminara, pues nadie lo había escuchado debido a que era de la invención de su hijo; por el contrario, yo, que había identificado la estructura del poema corrí a avisarles a los policías que se trataba de un soneto, con dos cuartetos y dos tercetos, y que entonces esta era la última de las estrofas por leer, así que no había ya mucho tiempo para detener al joven.

Los policías y el padre se movilizaron rápido, los oficiales intentarían hacer ruido con las sirenas de sus patrullas así como también con los altavoces intentarían advertir al joven que no hiciera nada, todo esto mientras el padre saltaba los muebles de las escaleras.

Así lo hicieron, todo se llevó a cabo conforme al plan mientras ya oíamos:

No te irás sin saber de mí,
recuerda, yo por ti sufrí,

El chico, al oír el ruido de las sirenas y las palabras de los policías, alzó la voz para que todos continuáramos escuchando su poema.

XIII

por eso me rindo ante ti así.

Entonces escuché cómo mi padre gritaba detrás de mí "¡Alexander!", yo, al oír su voz solté una lágrima la cual despertó en mí una necesidad enorme de voltear y abrazarlo, pero en cuanto me levanté y volteé para verlo, el cable del micrófono se enredó en mis pies y al querer desenredarme con los pies, resbalé y fue en vano intentar agarrarme del vidrio, pues lo rompí debido a la fuerza de tratar de no caerme; así fue como, desde lo alto, sin la fortuna de poder agarrarme de algún otro lugar, el cable enredado en mis pies se rompió y sin milagro alguno caí a la acera de la calle.

Mi cuerpo se impactó provocando que por toda la acera mi sangre salpicara a todas direcciones, mi cabeza se deshizo, mis ojos se reventaron llenando de sangre todo el pavimento, así fue como el mundo me conoció también muerto.





Es así como aquí termina esta historia, la cual, al ser tan cierta, importante y trascendente, provocó que ya siempre aquel Sears sea recordado como en el que alguna vez un joven se quitó la vida recitando un poema.




Sears Avenida Juárez/Ciudad de México

domingo, 24 de marzo de 2013

Y como la Luna vio que esta historia era muy esplendorosa, mandó que yo escribiera en este libro unos versos que dicen así:

Cristo soy,
en Cristo me convierto,
de Cristo nada porto;
sólo un ser, ser intento.

Vine al tiempo con tiempo,
soy nada y en nada vivo;
luego bien pienso que soy dos,
y no soy uno ni otro menos.

Hay laberintos en mi caminar,
unos con obstáculos frágiles,
otros sólo intentan ser tan naturales;
yo me pregunto, ¿en cuál de todos debo andar?

Canción interna de la razón,
luego palabra fugaz que vuela,
al chocar con el sentido
su chispa incendia mi percepción.

Escritor soy y luego humano,
algunas veces ninguno de los dos;
disforme, conforme, torpe, demente,
sensible, triste, amable, pero siempre Clemente.

sábado, 23 de marzo de 2013

Mi otro yo (diálogo de la coincidencia)

Esto que he de contar aconteció en un día en el que la luz de la Luna traspasaba, con sus mágicos cabellos, la entrada de la estación Copilco. Ahí me encontraba yo, estaba regresando de un día de escuela tal normal como siempre lo son para mí: caóticos y grises; sin embargo, mientras más entraba en dicha estación para así llegar a los andenes del Metro, tenía un presentimiento un tanto raro, jamás había sentido algo así, una sensación de encontrar algo que sería como inolvidable en mi vida.

En fin que al momento de pasar los torniquetes y dirigirme hacia la dirección Indios Verdes, dicho presentimiento tomó más fuerza en mi cuerpo, el corazón me latía más rápido, tenía una gran necesidad por llegar al vagón en donde siempre me subo, incluso estaba temblando un poco, era un temblor de esos que avecinan cosas emocionantes y dignas de ser recordadas; todas esas reacciones me hicieron olvidar la pobre existencia que llevaba en la escuela.

Cuando por fin llegué a los andenes de la estación, el Metro no demoró tanto como normalmente lo hace, y así fue que, invadido por esas sensaciones indescriptibles, entré al vagón y, al momento de hacerlo, encontré la ola refrescante y fuerte que cayó sobre todos mis presentimientos y los evaporaron, convirtiéndolos en verdaderos, pues, fue el tan sólo ver esa figura masculina, tan delgada, dotada de una mirada profunda y misteriosa, con una voz poco más grave que la mía, de labios llamativos y un rostro también un tanto invadido por las erupciones de los caprichos corporales, haciendo casi idéntico ese chavo a mí, lo que me hizo reiterar que esto era el resultado de aquellas sensaciones extrañas que había sentido con anterioridad.

Al verlo ahí recargado en la puerta contraria del vagón, con una chica, la cual era su amiga, me acerqué al mismo lugar pero me puse justo en el otro extremo de la puerta, ahí me mantuve por todo el camino. Durante el trayecto no pude evitar escuchar lo que él le decía a su amiga, pues era tanta mi sorpresa de encontrar a alguien parecido a mí físicamente, que me interesaba saber cómo se expresaba, para ver si teníamos coincidencia también en ello.

Conforme avanzaba el Metro logré escuchar que él le decía a su amiga que no sabía cómo tratar a las mujeres, que casi ninguna se había fijado en él, que se sentía torpe al momento de querer hablar con alguien... ¡Vaya jugarreta de la vida de, en efecto, hacer que hasta en eso él se asimilara a mí!; sin embargo, el mundo jamás mostrará a los seres totalmente iguales, pues mientras él expresaba eso hacia las mujeres, yo siempre lo decía con motivo de los hombres...

Estaciones pasaron y en las cuales él seguía expresando su dolor sentimental a su amiga, cuando, fue por fin que llegamos a la estación Centro Médico y ahí se bajó su amiga, la cual no se fue sin antes decirle que nunca perdiera la esperanza, pues aunque era difícil mantenerla, el tiempo sorprende a todo el mundo con esa persona especial cuando menos lo piensa uno.

Cuando finalmente se hubo bajado su amiga, el chico estuvo a punto de ponerse sus audífonos, pero antes de hacerlo volteó a donde estaba yo y noté que hizo una expresión de suma sorpresa, había abierto sus ojos, había alzado sus cejas y mostraba verdadera sorpresa al notar el parecido físico entre nosotros dos; de inmediato se volteó apenado y se quedó muy pensativo ante tal circunstancia.

Yo no quería verlo, en verdad era tan fuerte la impresión que me nacía de verlo que no resistía el tan sólo observar cómo él también estaba estático por haberme encontrado ahí, justo a lado de él. Para disimular más tal momento incómodo saqué mi celular para ver la hora, pero cuando el destino alcanza es su obsesión confrontar, y al tener el teléfono en mi mano, el Metro hizo un movimiento brusco, por lo que se me resbaló mi celular y cayó justo a lado de él. El chico de inmediato se agachó para levantarlo y cuando me lo entregó pude notar bien cómo estaba vestido: llevaba una bermuda gris de calaveras, una playera muy negra, tenía el cabello un poco largo; en tanto que yo tenía un pantalón negro, una camisa de cuadros negros y morados, yo, a diferencia de él, tenía el cabello corto.

Era una diferencia muy fuerte nuestra vestimenta, misma que no había percatado por haber sido nuestro parecido físico lo primero y lo único en que me fijé. Cuando él tomó mi celular me dijo:

-Aquí está tu celular-Extendió la mano y me dijo un tanto apenado.

-Muchas gracias por recogerlo-Tomé el teléfono y respondí igual de apenado.

Él soltó una sonrisa sincera y de inmediato repuso: -...Perdona, ¿acaso nos hemos visto antes?

-No, no lo creo, creo que jamás te había visto... Aunque... tu rostro es muy... muy..., bueno muy par...

-¡Parecido!-Completó la palabra.

-¡Sí, exactamente eso!, tal vez es por ello que sientes que nos hemos visto antes-Comenté con un poco más de seguridad.

-Seguramente, es que, perdona, en verdad es muy fuerte el parecido entre nosotros; en fin, no me he presentado, me llamo Aurelio ¿y tú?-Me extendió la mano.

-Vaya, es un nombre con tono fuerte, yo me llamo Clemente-Estreché su mano.

-Clemente, un nombre que quedaría muy bien con Aurelio-Sonrió.

-Ya lo creo, creo que sí sonarían bien juntos; ¿en qué estación te bajas?-Pregunté interesado.

-Yo me bajo en Tlatelolco, ¿y tú?-Contestó amablemente.

-En Guerrero-En seguida respondí.

-Vaya, un tanto juntos... Sabes, en verdad esto es bastante extraño, digo, sé que de vez en cuando te encuentras gente que tiene cierto parecido a ti, pero en nosotros ese parecido es bastante fuerte y creo que, aunque muchas personas tendrían miedo de ello, es bueno que hablemos, estas son las sorpresa de la vida que no hay que dejar pasar por alto.-Comentó emocionado.

Pero qué palabras mencionaba él, justamente yo pensé lo mismo, esa forma de decir que las sorpresa de la vida hay que disfrutarlas y no dejarlas pasar por alto es justamente lo que me llevó a estar aquí ahora con él, por ese presentimiento que sentí desde la entrada al Metro. Y que si el diálogo que mantuvimos los dos se les hace demasiado fantástico e incongruente, deben saber que cuando uno se emociona de encontrar algo nuevo, quiere preguntar lo que sea para encontrar algo en común y así sentirse más cómodos, esa es la necesidad del hombre ante lo recién descubierto.

-Pienso igual que tú-proseguí-, y créeme que me resulta bastante interesante hablar contigo ahora.

-Perfecto y, permite que lo diga y que te pregunte, pero sería interesante ver si ese parecido físico también existe en nuestro interior, y es que fuera así o no, como te dije, es mejor no desaprovechar momentos como este, ¿podrías decirme cuál es tu música favorita?-Preguntó con mayor interés.

-Perfecto me parece una buena idea, pues a mí me gusta el pop, ¿y a ti?-Respondí con esperanza de que respondiera lo mismo.

-Pero mira, qué contrarios resultamos, a mí me gusta el rock en español-Respondió con una sonrisa de gusto.

-Ahora ya no hemos coincido tanto-Dije gustoso también-, ¿tienes algún cantante o grupo favorito?-Expresé con interés.

-Claro, los Tacvbos son mis favoritos-Orgulloso de su gusto, respondió-, ¿y el tuyo?

-Así que Café Tacvba... A mí me gustan un poco, pero sin duda alguna mi cantante favorita es Alizée.-Le dije emocionado de expresar eso.

-Sí, la francesa, tiene lo suyo; pero veo que en música no coincidimos, ¿tienes algún artista o personaje histórico que admires?, tal vez en eso tengamos algo parecido.-Tratando de encontrar un parecido en los gustos me dijo.

-Pues la verdad hay dos personajes que admiro y me inspiran en muchas cosas, Lewis Carroll y, aunque suene raro, Madonna.-Respondí tímido.

-Madonna, no está tan mal, y, si no me equivoco Carroll escribió Alicia en el país de las maravillas ¿cierto?

-Así es, es mi libro favorito; pero dime, ¿tú tienes a alguien a quien admires?-En seguida repuse.

-Einstein es como un Dios para mí, también admiro mucho a Aristóteles.-Con una sonrisa en su rostro me comentó.

-Aunque tampoco coincidimos en eso, admiras a dos personajes bastante interesantes; ¿tienes algún libro favorito?, yo ya te dije el mío y creo que tampoco coincidiremos en eso-Le pregunté.

-Sí, a decir verdad, y por influencia de Café Tacvba me gusta mucho Las batallas en el desierto de José Emilio Pacheco.

-Vaya, un gran libro, a mí me da mucha ternura.

-Vaya que el pequeño Carlitos da ternura; pero bueno, ya que no estamos coincidiendo en nada, tal vez si me dices qué estudias me dé una idea de qué es lo que te gusta-Comentó con un tono todavía de mayor interés.

-Yo estudio Letras Hispánicas, ¿y tú?-También con el mismo interés pregunté.

-Yo estoy en Ingería, estudio Ingeniería de Minas y Metalurgia.-Con la misma sonrisa de gusto a la de antes, respondió.

-Vaya, sí que estamos en planos totalmente diferentes-Comenté sonriendo por la paradoja de la vida.

-Sí, todo totalmente diferente, y dime, supongo que al estar en una carrera de Letras es porque te gusta escribir ¿no?-Dudoso si era así me preguntó.

-¡Sí, me gusta mucho escribir!, es lo que le da vida a mi vida; todo, la poesía, la novela, los cuentos, todo eso es mi existir-Muchísimo más feliz me mostré en esta respuesta-, ¿a ti te gusta hacer algo artístico?

-Vaya, todo un escritor en potencia; a mí me gusta mucho tocar la guitarra, incluso tengo un pequeño grupo-También emocionado me dijo.

-De menos nos gusta hacer algo artístico, ya ves que a la gente le da flojera hacer eso-Feliz por esa coincidencia comenté.

-Ey sí, eso es algo muy bueno; aunque, ¿sabes?, puede que en el amor y mujeres coincidamos, ya ves que ahí luego no falla el asunto, ¿cómo te gustan a ti?-Con más confianza preguntó esto.

En efecto, en cuanto Aurelio me preguntó esto me puse muy nervioso, me puse rojo de la cara y comencé a temblar, aunque él no se percató de esto último. Tenía miedo de que si le decía la verdad sobre mis gustos ya no quisiera hablarme más, pero, ¿para qué ocultar lo que soy?, por más que tuviera miedo no podía negarme a mí mismo.

-La verdad Aurelio, es que a mí no me gustan las mujeres, sino los hombres-Con muchos nervios respondí.

Cuando terminé de decir esto, él abrió los ojos de la misma manera en como los había hecho cuando me miró por primera vez en el vagón, entonces respondió:

-Vaya..., yo nunca lo imaginaría, me has dejado sin palabras hermano, la verdad es que te creía hetero... Pero está chido, realmente nunca he tenido un amigo gay, y no es porque no los quiera, sino porque en mi vida he hablado tanto con uno, o tal vez sí pero no me he dado cuenta.-Dijo con un tono tranquilo.

-Qué buena persona eres; y sí, tal vez no te has dado cuenta, y me alegra ser el primero con el que hables más-Dije con mucha tranquilidad después de ver su reacción.

-Y dime, sin que sea una molestia, ¿cómo o por qué es que te gustan los hombres?-Muy interesado me preguntó.

-Vaya, una pregunta bastante difícil de contestar, pero trataré de responderla y espero no verme demasiado cursi o algo así. La verdad es que yo veo en ellos una belleza sin igual, un atractivo muy único, su esencia masculina, sus actitudes, los que no caen en lo obsceno ni en lo machista hacen de su físico y de su persona algo atractivo, sus movimientos, su voz, su modo de hablar, sus sentimientos puros y de protección hacen de todo su ser una creación poética y al mismo tiempo una escultura que es reflejo varonil.

-Clemente... me has dejado sin palabras, no sabía que existieran hombres que se expresaran así de otros hombres, es algo muy tierno-Expresó con mucha sinceridad.

-Gracias, pero dime, ¿a ti por qué te llaman la atención las mujeres?, sé que no muchos preguntan esto, pero me gustaría saberlo-Muy interesado le pregunté.

-Bueno, la verdad no creo decirlo tan poéticamente como tú, pero diré que la mujer siempre ha sido muy atractiva para mí, sobre todo por esa forma de ser tan frágil, eso me inspira un sentimiento de protección hacia ellas; a su vez, admiro la fuerza que también guardan dentro de sí, pues sé que ellas aman con todo su corazón.
Y qué puedo decir de su físico, es como la figura más perfectamente fina que jamás se pudo haber creado-Comentó él.

-Vaya, con esas palabras debes hacer suspirar a tu novia-Le comenté con cierta intención que ya sabía.

-No, la verdad es que yo no tengo novia Clemente, no tengo suerte con las mujeres, soy muy penoso y no sé cómo abordarlas-Triste y apenado me dijo.

-¡Disculpa Aurelio, no quería ponerte así!-Le dije apenado al ver que se puso muy mal.

-No te preocupes, sé que no fue tu intención; pero oye, seguramente tú sí debes de tener a alguien, ¿quién podría resistir a tus palabras?-Animado me dijo.

-No, la verdad es que ni con estas palabras logro conquistar a algún hombre, ya a ellos no les importa que uno componga frases del corazón-Igual de desanimado que él, le dije.

-Pero qué cosa, perdona Clemente, no quería incomodarte... Ahora veo qué es en donde coincidimos los dos, pues no fue en gustos, ídolos ni carreras, pero en el amor, aunque tengamos preferencias diferentes, hemos tenido nuestras dificultades-Con un tono nostálgico dijo.

-Así es, y aunque como dices, no seamos parecidos en el interior, en algo tan importante como el amor coincidimos-Comenté en seguida.

Tan rápido pasó el tiempo, tan pronto estábamos y llegando a la estación en la que yo me bajo, es decir, Guerrero; cuando nos percatamos de ello nos despedimos lentamente, comentamos sobre el gusto que nos había dado encontrar a alguien tan parecido físicamente y tan diferente en lo demás, porque eso hacía ver que la vida estaba llena de sorpresas de las cuales se debía aprender.

Cuando finalmente el Metro llegó a la estación, se detuvo y abrió las puertas, entonces Aurelio y yo volteamos a vernos al mismo tiempo, y con tono sumamente sincero y de esperanza, ambos al mismo tiempo dijimos "Nunca dejes de amar". Por tal coincidencia nos sorprendimos, quedamos estupefactos y posteriormente nos sonreímos, nos despedimos de la mano y yo me bajé del vagón. 
Cuando ya estaba afuera volteé a verlo, él también me miró y nuestras miradas se sostuvieron, nuestras pupilas reflejaban la pureza de la esperanza que significaba que seguramente otro día nos volveríamos a ver para recordar que aunque seamos diferentes, tenemos el mismo deseo de hacer feliz a una persona...



viernes, 15 de marzo de 2013

Y como la Luna vio que esta historia era muy esplendorosa, mandó que yo escribiera en este libro unos versos que dicen así:

Mis ojos son el principio y la fuerza de la ola,
son los rayos del sol en medio de la nube,
son la soberbia del ángel caído que desciende sin alas,
es el llanto y la felicidad del que al amor sube.

Mis ojos ven para amar
y odian el parpadear;
sostienen la mirada de sangre
porque el sentimiento quieren experimentar.

Así, retar con mirada es característica masculina,
gustar con observar es razón femenina;
retar y gustar es diversión de caballero,
pues en su mirada incita a fundir el acero.

Unos podrán acusar de extraña mi mirada,
otros de fuerte, que a los sentidos intriga;
mas del modo que sea el cadáver, será sombra, nada,
y en nada convierte el deseo de querer cegar.

Caballero de los Ojos Malditos me considero,
de misterio es el universo de mis pupilas,
motivo por el cual yo sí por oblicuos tengo flechas,
que a los hombres atrapan e incendian sus miradas.

domingo, 10 de marzo de 2013

El Caballero de los Ojos Malditos (leyenda más que extraordinaria)

Sucedió, para esta leyenda que he de contar, en un día en el que el rayo puro y luminoso de la Luna iluminó en la profunda noche a una de las avenidas más importantes de México, de nombre Reforma y de fama inigualable. 

Era esta avenida concurrida por mucha gente, que si bien escuché a veces el aullar de un Lobo Cuentista en esas noches no fue pura casualidad; pues, por otro lado, también había visto la mirada de unos ojos que guardaban dentro de sí el dolor de la muerte.

En cada despedida del Sol, cuando en la avenida no había tanta gente, cuando las banquetas las numerosas pisadas se dejaban de sentir, por entre las calles, entre los edificios y sus lámparas, se escuchaba un galopeo que iba de aquí para allá sin cesar. Los pocos que también escuchaban esto pensaban que ese sonido era producto de las copas que ya surtían efecto en sus cuerpos, mas el constante galopeo que se escuchaba por las noches hizo que la gente realmente se preocupara y se interesaba por salir a ver qué era lo que provocaba tal sonido.

Muchos fueron los curiosos que buscaban encontrar la fuente de ese ruido misterioso, por momento los que iban a investigar sobre este anormal suceso decían que al caminar más, aumentaba el sonido del galope, que a veces también se convertía en trote; sin embargo, por más que buscaron al que provocaba tal galopear, nunca lo encontraron.

Los rumores seguían y eso provocó investigaciones de parte de las autoridades durante el día, sin embargo, el sonido sólo se escuchaba cuando la doncella siempre fija en el cielo se soltaba el cabello oscuro.

Y fuese la necesidad del hombre la que no le permite dejar a los sucesos ser sin razón de ser, lo cual le motiva a tratar de capturarlos para así enfrascarlos en su cotidianidad, la razón por la cual llevó a las personas a ambicionarse por descubrir qué era ese sonido y quién lo provocaba.

Así fue que los humanos se volvieron a arriesgar para descubrir el secreto del fenómeno, hombres necios que acusaban de peligroso y maldito tal sonido, que patrullaban toda Reforma con el argumento de "atrapar al loco que se la pasa espantado a media Ciudad con esas grabaciones de un galopar". De modo que mucha gente: policías, dueños de hoteles y tiendas, curiosos fanáticos del temor, y demás; por entre calles, en una noche, y con lámparas, caminaban para atrapar al loco ese.

Mientras ellos caminaban, el sonido a cada minuto se convertía en fuerza de ola al caer, todo esto mientras los necios no cesaban su caza, la noche ya a sus víctimas contemplaba caminar por la avenida y entre las calles, algunos hasta en carros iban para así trasladarse más rápido de un lugar a otro; fue cuando entonces un grito fuerte y espantoso se escuchó de entre una de las calles, fue un grito similar a esos en los cuales el diablo aparece frente a alguien.

Inmediatamente las personas se dirigieron a ese lugar del cual había venido tal grito monstruoso, y fue su sorpresa encontrar a un hombre, de edad ni avanzada ni joven, de buen vestir, de físico delgado y su rostro muy atractivo, tirado en el suelo, inconsciente, y con una señal que fue tomada por la gente como un presagio maldito, pues el hombre tenía los ojos abiertos y totalmente en blanco, el hombre sólo repetía la palabra "malditos", "malditos", "malditos" una y otra vez con tono de temor.

La gente empezó a temblar y a llorar, pues, aunque no había sangre, el sólo hecho de ver el rostro y los ojos del sujeto eran motivo de terror, lo cual provocó que la gente quisiera irse de inmediato de ahí, por lo que así fue, muchos se fueron del lugar y las autoridades declararon al día siguiente que Reforma permanecería cerrada por las noches hasta encontrar al culpable de tal accidente.

Mientras tanto, el hombre que vivió tal tormento no despertaba ni tampoco sus ojos cambiaban, él estaba internado en el hospital y continuaba diciendo la palabra "maldito, maldito, maldito" una y otra vez sin detenerse, razón por la cual no pudo rendir cuentas a nadie sobre lo que había visto la noche anterior.

Como se había dicho, Reforma permaneció cerrada para todos excepto para los policías, quienes trataban de encontrar al sospechoso. La noche entonces se hizo presente y una vez más el sonido se escuchó por toda la avenida y sus calles, los policías rápido comenzaron a patrullar todo el lugar, pero nada encontraban; al contrario, el sonido era aún más fuerte, el caminar del caballo era tenebroso, lento y continuo, y algo todavía más alarmante era que ahora se escuchaba una armadura moverse al tiempo que el caballo caminaba. Todos los oficiales estaban ya con miedo por tal ruido, también estaban desesperados por no encontrar nada, fue entonces cuando se escuchó otro grito, esta vez, enfrente de la plaza Reforma 2-22.

Todos se dirigieron hacia allá y al llegar encontraron a un joven, de aspecto carismático, cuerpo delgado, de piel blanca y en suma atractivo, tirado en el suelo, con los ojos totalmente en blanco, quien decía una y otra vez: "ojos, malditos, ojos, malditos".

Los policías sintieron el temor del misterio en sus cuerpos, eran mármol frío, estaban petrificados ante lo que veían, no lo podían creer, todos querían irse pero no les fue posible: tenían un criminal al cual capturar.

Al otro día el ejército anunció su presencia en el caso, alegaban que si era necesario usarían las armas con tal de capturar al maleante que había dejado inconscientes a dos personas, como si eso fuese motivo para estar donde no los necesitan.

Conforme pasaba el tiempo Reforma ya no volvió a ser tan frecuentada, ni durante el día la gente iba, todos tenían miedo de ser agredidos, algunos otros decían que ese lugar ya estaba maldito y que el diablo vivía ahí. 

En fin, que llegó otra vez la noche y entonces comenzó la cacería, grandes carros verdes andaban por todos los lugares, pero fue un percance el que el motor y las llantas de dichos vehículos no dejaran escuchar sonido alguno, por lo que los militares decidieron andar a pie.

Los militares entraban a los edificios, iban a todos los pisos, andaban por los parques, por las calles, por las azoteas, pero nada encontraban. El sonido se intensificaba y querían encontrar el lugar de donde se producía, pero ahora en todo espacio se escuchaba con la misma intensidad, lo cual les impidió saber el origen.

Entonces un soldado, de nombre Antonio, de entre ellos el mejor parecido, caminaba por entre Viena e Insurgentes cuando entonces escuchó que el sonido del caballo se estaba acercando a él, por lo que avisó a sus compañeros con gritos, pero nadie respondía a su llamado. Al ver que nadie respondía, decidió caminar lentamente tomando su arma y volteando a todos lados, pero no encontraba a nadie, por el contrario, su cuerpo temblaba y sentía un gran frío; fue entonces cuando sintió una cortina de humo caer en ese lugar, lo cual impidió que pudiera ver algo.

Antonio vio que entre sus pies una neblina pasaba abrazando su cuerpo temeroso, entonces, cuando alzó la mirada vio que la neblina comenzaba a tomar forma, se estaba transformando en un caballero que estaba montado en un caballo, el caballero portaba una espada y un escudo.

Finalmente terminó la transformación, en efecto, era un caballero, su armadura era de un color plateado muy brillante, que si fuera el caballero que dio fin a la aventura del de la Mancha, bien pudiera ser reconocido; pero no, éste tenía un porte aún más elegante y misterioso, su caballo era de color totalmente negro y con los ojos rojos.

-¿Quién eres?-Preguntó Antonio con mucho temor.

-Nombre buscan los humanos, todos sus pensamientos desean definir; mas no, yo no tengo nombre, pero sí fama de caballero-Respondió el caballero con voz grave.

-Deja de decir tonterías, dime, ¿cómo es que te llamas?-Con mayor temor le ordenó el soldado.

-Soy el Caballero de los Ojos Malditos-Respondió seriamente el jinete.

-Claro...-Con voz infame dijo el soldado-bueno, déjate de tonterías, llamaré a mis compañeros, y no te muevas o disparo-Dijo Antonio mientras apuntaba con su arma al Caballero de los Ojos Malditos.

-¿Dispararme?, eso ya me han hecho antes, ¿por qué no primero deseas verme?-El Caballero comenzó a quitarse el yelmo.

-¡Dije que no te movieras!-Gritó Antonio, pero el Caballero seguía quitándose el yelmo lentamente-¡Ya no te muevas!-Volvió a gritar, pero esta vez Antonio disparó al hombre, sin embargo, la bala revotó en la armadura y cayó al suelo.

Al momento que el Caballero se despojó del yelmo, se pudo ver una mirada sumamente fuerte, penetrante, fija y de una profundidad que ningún otro hombre pudiera imaginar, era tenebrosa, hipnotizante, esos ojos de color indescriptible, simplemente hijos del fuego y de su endemoniada locura.

-El Caballero de los Ojos Malditos-Dijo Antonio lentamente mientras se acercaba al Caballero.

El Caballero ya lo esperaba con los ojos puestos sobre la mirada de Antonio, entonces, sin moverse, esperó a que el soldado estuviera justo enfrente de él, cuando así fue, el Caballero alzó su espada al cielo que estaba cubierto por la neblina de su poder, así como del semblante de la noche; al hacer esto, la luz de la Luna atravesó el material puro del que estaba hecho su espada, y al hacer esto, por medio de una luz potente, atravesó la mirada de Antonio, dejando sus ojos totalmente en blanco; entonces el Caballero atacó al soldado sacando sangre de su cuerpo y dejando al chico tirado en el suelo.

El Caballero de los Ojos Malditos se fue y dejó a Antonio tendido en el suelo, el soldado sólo decía una y otra vez "Caballero de los Ojos Malditos, Caballero de los Ojos Malditos, Caballero de los Ojos Malditos"...

Tiempo después los demás soldados encontraron a su compañero en ese estado, todos estaban asustados, por lo que lo llevaron de inmediato al hospital. Las víctimas nunca volvieron a despertar, sólo se podía escuchar cómo uno decía "malditos", otro "ojos malditos" y un último "Caballero de los Ojos Malditos".

Tras el fracaso de poder capturar a tal personaje, las autoridades se rindieron y noche a noche se seguía escuchando ese sonido del caballo galopeando mientras la armadura de un jinete se escuchaba, ante esto, la gente prefería subirle a la música, distraerse o escuchar el ruido de los autos al pasar, evitando salir y oír la espantosa señal de la presencia del Caballero de los Ojos Malditos....







Años posteriores un hombre anónimo reveló a las autoridades que un joven de 19 años había sido abandonado por su pareja en Reforma, lo que llevó a este muchacho, de mirada fuerte y fría a sacarse los ojos en una noche en la que la Luna brillaba de un rojo intenso e iluminaba su cuerpo en la oscuridad de su sangre, el hombre confesó que dicho muchacho era un fanático de los libros de caballerías...


Avenida Reforma/Ciudad de México


domingo, 3 de marzo de 2013

Y como la Luna vio que esta historia era muy esplendorosa, mandó que yo escribiera en este libro unos versos que dicen así:

Hecho de mármol blanco
te encuentras allí,
insigne palacio;
cada vez más majestuoso
con el paso del tiempo.

Tal cual blanco tulipán
en majestuosa posición estás;
tu cúpula de sol bañada tienes,
la cual frágilmente observa a las nubes.

Pero esos cristales de arriba
nada serían sin las esculturas
que volar intentan con fuerzas;
mas ellas por ti a quedarse están dispuestas.

Bellas te llaman por cautivar,
Artes por las estrellas engalanar;
construido fuiste para impactar,
y eres recinto de los enamorados al caminar.