domingo, 27 de abril de 2014

El beso de la luna

Dulce sirena de plata celeste
bordada estás en manto acuoso;
con tu hermoso canto luminoso
bañas al mundo con polvo diamante.


Entre los nocturnos vientos de ardor
vigilas la maravillosa cuna
donde Citerea nació con el amor
y Ulises surcó con tanta fortuna.


Dama del bello cielo refulgente,
de rostro oscuro y misterioso,
has sido capturada por un ente
que es un fiel espejo silencioso.


Él que a lo lejos te pide con clamor,
tú que sincera le lloras sin pena;
ambos tan separados de su candor
que hasta la muerte parece pequeña.


El ya no querer tener piel inerte
ha movido tu corazón curioso
al camino donde podrás perderte
junto al creador del sonido armonioso.


Trémula, con gran deseo abrazador
has decidido dejar la cadena
del imperio azul alborozador
y llegar a su espumosa vena.


No te importa que tu poder tan fuerte
altere el soberbio paso brioso
de aquellas olas que ya sin suerte
sienten tu caminar tan presuroso.


Es que es tan altivo tu gran primor
por hundir tus labios en la gran ruina
de su enorme fondo cautivador.
Escuchad la invocación divina.


¡Oh, mar! ¿Has sentido que por quererte
el cielo se desploma doloroso
aumentando tus jardines de muerte?
es por ella y su amor fervoroso.


¡Oh, mar! ¿No has notado que por tu amar
ella se rodea de magna corona,
cuya luz empírea le hace tomar
la misma figura de una persona?


¡Oh, mar! ¿Ya has visto que por su arte
a ti llega un ramo amoroso?
es que ella te ha hecho acercarte
a las flores con tu grito poderoso.


¡Oh, mar! Alza con furia apasionante
tu cuerpo de figura oportuna,
cuya forma titánica y sonante
enamoró a la musa lobuna.


¡Oh, mar! No dejes de resonar y formar
aquel puente de trazo sigiloso
que permite, con potente furia, armar
la suave unión de amor jubiloso.


¡Oh, mar! Que retumbe tu piel palpitante
y que de su entraña de tono bruna
salga tu misterio y sea flotante
en esta fresca y blanquizca columna.


¡Oh, mar! Clava tu pupila de espuma
sobre aquel cuerpo que es culposo
por tener un pecho plano de pluma
que no es de ave, mas es pomposo.


¡Oh, mar! Ve la boca blanca y lactante
que a tu forma tapa con su sábana
de movimiento lento y excitante
y que gallarda se acerca soberana.


¡Oh, mar! El mismo grito que te aclama
hace temblar tu gran centro rocoso
de bellos corales, que ante la flama,
se quiebran por el amor rencoroso.


¡Oh, mar! Tu suave físico insinuante
provoca una cascada sin pena
de aquel fiel astro que por amarte
de Libra se ha quitado la cadena.


Mas de su rítmico y rubio inflamar
el Príncipe sol desciende hermoso;
y tú, ebrio de sal, te has de esfumar
¡Oh, mar! Con aquel que te es gozoso.


La naturaleza está doliente;
el viento no tiene emoción alguna;
el universo ya no está luciente.
Han robado el beso de la luna.