sábado, 11 de febrero de 2012

Mensaje oculto


9 de Febrero.
Empezaba el día, y estaba emocionado porque volvería a ver a la persona que cautivó todo mí ser.
Su semblante masculino, esa forma de mirar, de moverse, pero sobre todo, su voz. Todos esos aspectos me habían atrapado por completo; él tenía la combinación exacta de lo que siempre había soñado en un humano.
Sonaba una y otra vez la campana, a cada minuto se acercaba más a mi casa, estaba muy entusiasmado, pues lo vería al amanecer.
Claro está que mi mamá no sabe sobre este gusto mío, pues si hasta mis amigos lo consideran extraño, más lo consideraría mi madre, pero a mí, realmente poco me importa, pues él siempre me hace sentirme en el paraíso.
Comienzo a prepararme para salir a verlo, me desayuno lo más rápido para no demorarme, mi mamá no sospecha nada, al contrario, creo que le agrada que haga esto todos los días, o al menos, en los días en que ella está, pues le gusta ese “entusiasmo” que pongo para salir.
Ya subo para verme al espejo, posteriormente amarro las bolsas de basura de cada cuarto, baño, etc… Lo pesado es el bote enorme que contiene basura orgánica, pues pesa mucho; mientras tanto, la basura inorgánica ya está preparada.
Me asomo y veo que al camión aun le falta un poco más para llegar a mi casa, sin embargo, saco apresuradamente todas las bolsas y botes para tenerlos listos; mientras tanto, entro a casa para arreglarme un poco, me mojo el cabello, me cambio la pijama y me lavo la cara, cuando de pronto ya veo el camión estacionado frente a mi casa ¡Salgo rápido!
Acerco los desechos hasta el personal que recoge la basura, y lo veo ahí, tan bello y atractivo como siempre, aventando la basura de los vecinos al camión.
Su piel morena, su rostro único y hermoso, con esa cara de niño-adulto que lo caracteriza, su físico delgado, y esa sonrisa tan linda. Considero que tiene la misma edad que yo.
-¿Es toda tu basura?-Me pregunta atento y sonriendo.
-Sí, es toda, gracias-Le respondo algo tímido.
Le doy el dinero mientras pienso: como me gustaría que se quitara esos guantes que usa, para tan siquiera rozar mi mano con su palma.
Recibe el dinero, me vuelve a sonreír y se sube a la parte trasera del camión mientras toca la campana.
No entro a casa hasta que él se aleja por completo, y cuando lo hace, regreso todo feliz y emocionado.
Es por esta razón por la que procuro tirar basura todos los días, aun cuando haya poca en mi casa, porque cuando eso ocurre, yo guardo toda la basura que genero en la escuela, para tirarla después en casa, y así, juntar más desechos.

10 de Febrero.
Al día siguiente vuelvo a hacer lo mismo, me levanto temprano para juntar toda la basura, sacarla, prepararme, y volver a verlo, con esa voz, esa sonrisa y cara tan hermosa diciéndome: “¿Es toda tu basura?”… Me he dado cuenta que eso sólo me lo pregunta a mí.

11 de Febrero.
He decidido hacer algo para acercarme a él, yo sé que me arriesgo mucho, que pongo en juego mi sexualidad ante los demás, sobre todo ante mi mamá; pero es que quiero conocerlo más, y es que siempre pienso en él, en su persona, no puedo evitar tenerlo en mi memoria.
Pensé en darle un papel con mi nombre, el cual diga “Quiero conocerte más”. Sí, soy consciente que corro el peligro a que él me rechace para siempre, pero por lo menos, quiero intentarlo…

12 de Febrero
Ya es el gran día, he hecho la nota en una hoja pequeña y discreta, para que de esa forma nadie se dé cuenta de cuando se lo entregue, sin embargo, lo difícil es dársela y decirle que dicho mensaje es para él, pero aun así, me armaré de valor.
Tengo preparadas todas las bolsas de basura, ya oigo la campana más cerca a casa, mi corazón late rápidamente y fuertemente. Con temor, pero emocionado, salgo y me acerco al camión; ¡ahí está él!, le entrego los desechos y como siempre me pregunta:
-¿Es toda tu basura?-
-Emm… emm… Toma-Le entrego el papel y lo recibe. Estuvo a punto de tirarlo, cuando le grito- ¡No!, ese papel es para ti-Detuve su acción.
Se quedó totalmente extrañado, pero guardó la nota en la bolsa de su uniforme, me agradeció y se fue.
Lo había hecho ya, no sé si acababa de firmar mi fin, mi sacrificio emocional, mi imagen ante los demás, no lo sé; lo que sí sé, es que realicé lo que tanto había añorado: decirle algo, aunque sea por escrito.
Pasó entonces el día, era de noche y no podía dormir, estaba nervioso por lo que pasaría a la mañana siguiente, me preguntaba si él me rechazaría, me golpearía, o en el mejor de los casos, me diría algo sobre lo que le di.
Pude dormir después de tiempo, pero soñé muchas cosas acerca del asunto, desde buenas hasta malas… Realmente todo dependería de lo que pasaría mañana.

13 de Febrero.
Amanece entonces, me levanto un poco más temprano de lo usual, estoy muy emocionado y hago el mismo procedimiento para salir a verlo.
Llega entonces el camión, y cuando salgo no veo a mi hombre especial, ni recogiendo la basura ni manejando el carro. Un señor me recibe la basura y entonces se van.
En ese momento sentía tantas cosas, dolor, tranquilidad, tristeza, pero sobre todo, preocupación, ¿porqué faltaría al trabajo?, casi nunca lo había hecho, ¿lo haría por lo que le di?, ¿jamás regresaría?, ¿le habré provocado asco? Realmente poco me importaba si le hubiera dicho a alguien lo que pasó, el caso aquí era que ¡Quería volver a verlo!
Decepcionantemente terminaba el día, yo muy triste me acostaba y trataba de conciliar el sueño, sin embargo, no podía, estaba demasiado triste.

14 de Febrero.
Llegó entonces el día siguiente, sin ánimos volvía a hacer el mismo procedimiento de la basura, sinceramente no tenía ganas de tirarla, estuve a punto de no hacerlo, hasta que por la ventana me asomé y vi que el camión ya estaba frente a mi casa, y cuando vuelvo a echar un vistazo ¡oh sorpresa!, ¡lo veo tirando la basura de los vecinos al camión!
Rápidamente junté todas las bolsas, agarré el bote y salí disparado a su encuentro. Llego entonces con él, lo veo, me ve y me vuelve a decir:
-¿Es toda tu basura?-Me sonríe extrañamente.
-Sí-Le respondo.
Avienta los desechos al camión, se quita su guante, le entrego el dinero y mi mano roza su palma. Recibe la moneda, me dice “gracias”, y antes de irse me entrega el mismo papel que le había dado.
Entonces se sube al camión, se va alejando y percato que me voltea a ver discretamente, se aleja por completo.
Me sudaban las manos, temblaba todo mi cuerpo, mi corazón latía velozmente, estaba muy nervioso por ver lo que habría en la nota.
Decepción me llevaría si no tuviera respuesta. Entonces comencé a desdoblarlo lentamente y veo con felicidad una respuesta:
“Lamento no haber pasado ayer, me enfermé.
¡Que sorpresa!, te llamas igual que yo. También estoy muy interesado en ti, espero que pronto salgamos a algún lugar”.
Al leerlo lloré de felicidad, vi al cielo y grité con emoción: ¡Me has hecho el hombre más feliz del mundo!

Recolección de basura. México, Distrito Federal.

2 comentarios:

  1. wow...
    realmente quería llegar al final y poder descubrir que fue lo que le había respondido, o que fue lo que paso. y creo que todos hemos tenido alguna de esas sensaciones de duda. un muy buen final.!!

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    1. ¡¡Gracias Oscar!!!, me alegra bastante que te haya gustado este escrito, confieso que es el mejor cuento que tengo.
      Lo más bonito de todo es que te identificaste y querías llegar al final ¡Gracias!

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