viernes, 8 de febrero de 2013

Fuego en el Metro

Esto que he de contar aconteció cuando el Sol, guía de todas las ánimas, con su luz alumbró el comienzo de esta memorable historia. Días antes había estado en el Hospital, cuando un día, en la noche, había oído que en el cuarto de a lado alguien le estaba recitando un poema a la mujer que se encontraba en dicha habitación.

Y es que recitar un poema en esta Ciudad es asunto de pocas personas y de las mentes más refinadas, ya que nada aquí es realmente artístico, ni si quiera el amor, pues ya en las calles o donde fuere siempre se escucha "¡Te está mirando!", frase inicial para indicar que un hombre ha mirado fíjamente a otro hombre, lo cual es señal suficiente para declarar un acto de homosexualidad y para posteriormente golpear a ese hombre que ha visto a otro hombre, dejándolo no sólo en evidencia, sino también sumamente herido a causa de los golpes que recibe de los demás.

Ya desde años que no se ha visto en esta Ciudad a dos hombres o a dos mujeres abrazándose o besándose en la calle, no, el ver a esas parejas enamoradas ha quedado en el pasado, y es que antes, cuando lo hacían, la gente los miraba raro, les hacían gestos de asco y los insultaban; todo esto poco a poco fue aumentando en su grado de violencia hasta llegar a una represión masiva hacia las personas que aman a su mismo sexo.

Así es, este país, cuyo nombre no quiero decir, pues, seguramente ya se ha pensado cuál pudiera ser, es un punto extremo de represión hacia los homosexuales, pues ya ni si quiera las autoridades responden ante esta ola de violencia; no, los políticos y los poderosos sólo están interesados en sus asuntos de dinero, mientras que en la sociedad el ser homosexual significa ser algo peor que bestia del diablo.

Así, bajo este ambiente, erase una vez un chico, de ingenio increíble, de actitud fuerte y de valor mayor a sorprendente, de apenas 17 años de edad, afortunado de pertenecer al orden de los normales, completamente gozoso de abrazar, besar y amar a su novia frente a toda la gente sin sufrir daño alguno por este motivo. Aunque de sentimientos puros con las mujeres, él nunca ocultó su desdén por las relaciones de personas del mismo sexo. Cada que veía cómo eran golpeadas esas personas él se alegraba de este acto, pues argumentaba que era algo contra natura el que dos hombres se gustaran entre sí, sostenía que estaba dictado por la vida el que un hombre amara a una mujer, y por tanto no existía un amor entre ellos.

Tanto tiempo su vida continuó así, gozando de la fortuna del amor, pero, como misma fortuna, un día se acabó ese efímero sentimiento, dejándolo en amores perdido y abandonado ¿Cómo era posible que un chico tan atractivo fuera víctima de los infortunios del amor?, bueno, pues así era, su realidad se había desplomado por completo, ya no era la mujer por la que, naturalmente, debía sentir lo mejor del mundo.

Un día este chico yacía tumbado en su cama, sufriendo las amarguras de lo que sentía, él intentaba dormir pero no podía, era una noche pesada, se estaba quejando mucho; cuando por fin quedó dormido, a él vino la Diosa quien gracias a la fruta de la discordia fue considerada la más hermosa de entre todas, ella, al ver la arrogancia que este joven había tenido antes hacia las personas que amaban a los otros hombres, decidió encender en amores su pasión hacia ellos, así, la Diosa llamó a aquel pequeño que con sus flechas logró incluso atrapar al Dios de las tierras inframundas. Venus mandó flechar, con punta de oro, el corazón del joven, para así hacer sentir un bestial amor hacia uno de sus compañeros, el cual, curiosamente, era un chico que había gustado de este joven, quien ahora había sido convertido en lo que tanto odiaba.

Al despertar, el joven sintió que su corazón latía de otro modo, que veía las cosas de otra forma, que, incluso, estaba viviendo y sintiendo algo extraño en su ser, pero que, a pesar de ser algo totalmente diferente, sentía algo bonito muy en su interior, como un amor divino. Cuando finalmente él llegó a la escuela vio al compañero por el cual Cupido había despertado un sentimiento profundo. En el momento en el que el flechado vio al otro sintió algo indescriptible, como si por alguna extraña razón sintiera una ternura y una gran necesidad de abrazar a su compañero. Esa necesidad de sentir el amor era tan fuerte como lo que sintió el Dios de la poesía hacia su amada y también convertida Dafne.

Fue así que, sin pensarlo, al salir de la escuela siguió a su compañero en todo el camino del Metro de regreso a su casa, cuando finalmente su compañero llegó al transborde de la estación Garibaldi, el joven se acercó a aquel que tanto anhelaba abrazar. En el instante en que el compañero se percató quién se estaba acercando a él, no pudo evitar espantarse y de inmediato pensó que lo golpearía por algo, pensó en que él ya se había dado cuenta de esas miradas que a veces soltaba, que ya se había percatado de ese gusto que por tanto tiempo trató de ocultar.

En cuanto llegó, el flechado por Cupido exclamó:

-Por favor, no temas, no te voy a hacer nada.-

-¿Entonces por qué me has seguido?-De inmediato preguntó todavía espantado su compañero.

-Es que... Es que... Es que yo no sé por qué te he seguido, en verdad que no sé cómo explicar esto que he hecho, hay algo dentro de mi corazón que me pide que haga algo, algo como abrazarte.-Muy nervioso habló así el joven antes heterosexual.

Cuando su compañero escuchó esto, de inmediato retrocedió un poco más, estaba muy espantado y no podía creer lo que oía pues, pese a que era algo que tanto tiempo deseó, ahora sonaba real y asunto de espanto.

-¿Pero qué estás diciendo?, en verdad que no puedo creer lo que me estás comentando; mira, deja de bromear y no intentes lo que acabas de decir o nos golpearán-Añadió su compañero anhelando que llegara ya el Metro para poderse subir e irse.

-¡No me importa lo que puedan hacer los demás, por todo el día he tenido unas grandes ganas de abrazarte, de sentir tu cuerpo junto al mío, y no voy a reprimir esto que ahora siento por lo que los demás puedan sentir o hacer!-Dijo, y el joven flechado, sin titubear, abrazó a su compañero, finalmente el sentimiento estaba consumado.

Su compañero no tuvo tiempo para evadir el abrazo, fue inevitable el que quedara muy junto a ese chico por el cual tanto tiempo había esperado para sentirlo a su lado, ese chico quien hoy lo abrazaba fuertemente pero con mucho cariño. Los brazos estaba rodeando su espalda, su cabeza recargada tiernamente en su hombro, sus pechos juntos, la imagen externa del abrazo era algo en suma bello. Las bermudas del chico flechado estaban rozando con el pantalón negro de su compañero.

Sin duda un momento mágico que valía la pena retratar en este escrito, y por el cual también comenzó una guerra de gustos, pues de pronto las personas advirtieron que dos hombres se estaban abrazando y fue razón suficiente para que todos se acercaran para golpearlos; sin embargo, el elegido de Venus de inmediato golpeó al primero de los hombres que se acercaban a ellos, haciéndolo caer.

-¡No te atrevas a tocarlo!-Gritó enojado el joven.

Su compañero quedó muy sorprendido ante esto, aunque, por otro lado, estaba demasiado espantado, pues venían todavía más personas hacia ellos para golpearlos, por lo que ellos atemorizados se tomaron de las manos esperando a ser atacados, cuando en ese momento una bola mediana de fuego cayó impidiendo que la gente llegara hasta ellos.

Los chicos se quedaron impresionados por este hecho y las personas estaban extrañadas, nadie sabía de donde había venido tal fenómeno extraño; cuando se hubo acabado la flama, las personas volvieron a acercarse hacia los jóvenes, pero otra vez cayó una bola de fuego para impedir el paso, de pronto empezaron a caer más y más esferas de fuego, parecía una lluvia de ellas. Todos estaban espantados y corrieron para no quemarse, cuando de pronto, los homosexuales que hasta ahora habían sido reprimidos empezaron a lanzar bolas de papel con fuego a todas esas personas que corrían y que yacían atrapadas en los andenes.

Los jóvenes por los cuales había empezado esta revuelta corrieron por todo el transborde intentando salir, pero era imposible, todo el lugar estaba siendo invadido por las llamas, por las esferas de fuego y por los papeles que unos a otros se aventaban, había fuego en el Metro, en todas las estaciones; la policía intentaba mantener orden pero era imposible, los homosexuales rechazaron la protección que ahora los oficiales intentaban dar, cuando antes ellos también eran participes de la violencia, por lo que también resultaron agredidos en medio de esta ola de llamas.

Fue así como el Metro se vio envuelto en caos, humo, gritos, protestas y sobre todo fuego, mucho fuego, unos buscaban un cambio, otros querían mantener su prioridad. 

Después de que acabó este suceso, al día siguiente comenzó un nuevo régimen, en el cual, se dice, los heterosexuales ya no eran vistos como personas naturales, al contrario, ahora eran ellos quienes debían sufrir las miradas crueles y amenazantes, ahora eran ellos los especímenes raros, ya no podían abrazarse ni besarse, todo se había invertido, y por fin ellos vivirían lo que por tantos años habían llevado a cabo.



Estación Garibaldi/Lagunilla 
México Distrito Federal

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