sábado, 24 de agosto de 2013

Detente latido de mi corazón furioso,
no seas vana ilusión del amor,
pues ya sabemos que cuando con fervor
se asiste a la ilusión, es todo sollozo.

No continúes, arrebato vano,
porque yo conozco aquella felicidad
que en plena lluvia es perfume de sinceridad,
y al tiempo es melancolía de amarga profundidad.

Doliente llama del interior,
imagen constante del ser en cuestión;
lo que con las palabras es pretensión,
con su presencia es emoción y también dolor.

Al buscar una estrella guía del alma
tan sólo encuentro el eclipse de su rostro;
mas no muestra ni oscurece mi camino aquel astro,
pues apenas y hace sentir su belleza con suave calma.

Y yo, que al amor soy débil cual mariposa 
al fuego, en sus enredos caigo, y tormentosa
 noche me espera para llorar los líquidos
de su néctar guardado en su mirada umbrosa.

Por eso el sentimiento no debe vivir
en alguien que, como yo,
planea más que sentir,
y siente para en el olvido vivir.


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