sábado, 3 de agosto de 2013

Yo no ofrezco rectitud máxima,
pues con sólo mirar mi sombra
basta advertir que apenas tengo alma
dentro de aquella otra cara.

Tampoco tengo bellas perlas
que al mundo pueda mostrar,
pues si apenas destapo algunas
las otras muestran mi mal formar.

Si Narciso fuese yo y se enamorase,
primero intentaría huir de mil volcanes;
y luego, tal vez, extrañaría lo que era antes,
porque así uno se quiere y luego se aborrece.

Numerosas y extrañas metamorfosis
son las que he tenido en existencia,
y en la mayoría reniego de los brindis
de la sociedad y de sus vivencias.

De tantos libros e historias
que he leído y he imaginado,
me he perdido en el pecado y sus llamas,
sin saber tampoco descifrar miradas.

No tengo grandes dotes físicos para el vulgo,
ni soy erudito consagrado del presente;
mas sé que cuando tengo a mi lado un ente
me corresponde tenerle en mente.

Mas yo conozco que pocas veces lo logro,
pues sea por el fuego infernal del Fénix,
o por poco valor que hay para un ogro,
o bien, el desquebrajo rápido de mi cáliz.

En amor soy todo y un perdedor,
porque si duro mucho es dolor,
y si duro poco es porque no hay valor
para continuar con mi corazón y su ardor.

Ni atraigo ni me atraen
y sea yo el recluso de Notre Dame:
consciente de que nadie es capaz de amarme,
aunque yo con acciones trate de que me observen.

Y aunque sea bestia yo de libros
(pese a que de muchos desconozca como es natural),
tengo amor, pero ya en los calderos de los olvidos,
y escribo, para reafirmar mis lamentos.

Aunque consciente de la flor marchita
que soy para Dios puesta en sus dedos,
tanto él como yo movemos los dados
de mi propia vida que no está tan harta.

Pues si acaso consigo en largo tiempo
a otro que a mi corazón haga cantar,
y que sea mi Patroclo en el campo
listo para a mi lado luchar,

ya sé que no será de ninguna A principio,
no será desinteresado, confiado de lo guapo
y obsesivo del llanto sin verdadero ampo;
tendrá defectos, pero menos conforme el tiempo.

Yo por tanto prometo que en lo que fallé recuperarme,
mas del físico no se pida cambiar un Polifemo
por un Apolo, pues la naturaleza actúa sin reclamo,
porque un día nací para no dejar de morirme.

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