sábado, 19 de octubre de 2013

En los últimos años mi país ha sufrido diferentes injusticias. Pobreza, hambre, corrupción, represión, violencia, muertes, dolor, maltrato a los animales, persecuciones, poco a poyo a la educación. Todo eso es algo de lo que México actualmente vive.

    Desde el regreso del PRI al poder, mi país ha vivido un retroceso y un desplome en todo los sentidos. Nuestra economía cae poco a poco, y los ricos continúan robando todo lo que pueden para asegurar una vida digna, sin saber que frente a la muerte serán iguales que todos.

    Estos problemas sociales afectan a todos los mexicanos, pero muchos de ellos apenas y se dan cuenta, o simplemente quieren ignorar lo que sucede; por otro lado, hay otros, lamentablemente la minoría, que sabe lo que ocurre con respecto a la nación, sabe cuál es el cambio que necesita México, y día con día se empeñan en hacer de este país algo mejor. Sin embargo no es suficiente, hace falta la unión de todos aquellos que somos explotados y burlados por los altos poderes de este país, dicha unión debe recordar al Movimiento de 1968, que resultó ser toda una amenaza para la clase política de esos años.

    El Movimiento del 68, encabezado por estudiantes, como en muchos lugares del mundo, también estuvo presente en México, y con sus ideas intentaba buscar un país más justo, sin gente inocente en la cárcel, sin represión; los estudiantes luchaban por un país que empezara a cambiar su forma de resolver los conflictos, así como también querían la total justicia en México.

    Pese a que los estudiantes que conformaban tal movimiento se manifestaban de forma pacífica, el resultado no fue bueno, y por el contrario, el en ese entonces presidente Gustavo Díaz Ordaz, junto con Luis Echeverría, ambos pertenecientes al partido político del PRI, mandaron asesinar el 2 de Octubre de 1968 a todos los estudiantes en un encierro que ocurrió en la famosa Plaza de las Tres Culturas, en Tlatelolco, lugar en donde los manifestantes se habían reunido para realizar una marcha, misma que se decidió no llevar a cabo antes de que empezara la traición y la masacre por parte del gobierno.

    Muchos murieron y muchos también desaparecieron. Aparte de los estudiantes, también murieron mujeres y niños, gente que no formaba parte de tal mitin. Por todos lados habían balazos de los soldados, por todos lados había gente corriendo, gritando, huyendo de la muerte. Después de ese día, continuaron los asesinatos para aquellos que se habían ocultado en los departamentos de los edificios de Tlatelolco.

    Diez días después los Juegos Olímpicos de ese año dieron comienzo en México, y la muerte de esos estudiantes, de esa gente, se olvidó y se renegó no sólo durante ese tiempo, sino también por años. El presidente Díaz Ordaz negó que fueran tantos los muertos y desaparecidos, y por el contrario señaló que aquella gente era una amenaza para la estabilidad del país.

    Hoy en día la fecha se recuerda, pero no las intenciones. Ellas viven en unos pocos, y los mexicanos prefieren entretenerse en otras cosas que en preocuparse por lo que pasa en México. Es por ello que he decidido escribir un poema, inspirado en Las soledades de Luis de Góngora, sobre aquel 2 de Octubre de 1968, para que así, mediante mis versos, no sólo se recuerde a la gente caída y al Movimiento de los estudiantes, sino también para revivir la llama que significa la unión del pueblo por un mejor país.

    Este poema, con el nombre de "Las luces de la muerte", será publicado a través de este medio en tres partes. La primera de ellas será una dedicatoria a Gustavo Díaz Ordaz, la segunda será propiamente el inicio del poema justo en el momento de la amasacre, y finalmente la tercer parte se referirá a la inauguración de los Juegos Olímpicos de 1968.

    Esperaré con este poema no el éxito, sino una respuesta por parte de los lectores de querer revivir ese fuego que hace tanta falta a México: el de la revolución.


Clemente Cruz de Góngora

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