viernes, 7 de marzo de 2014

Tarántula

Terrible rostro horrendo,
pequeño punto de miedo,
espantosa sonrisa de veneno,
siniestro movimiento eterno.

Bajas de tu cálido nido,
clavas tus esferas de sangre
sobre mi cuerpo rendido,
que no se mueve por sorprendido.

¿Como alejarme si estás enfrente?;
soberbio andar tan lento como seguro,
frágiles pisadas que en el muro
causan temblor por tenerte.

¿Correr, gritar, desesperar?,
cualquier cosa es un suicidio
si se piensa en el repudio
que dan tus colmillos y su castigar.

Música de la muerte 
provocan tus patas sin detenerse;
baba que seguramente ha de escurrirse
entre esa boca que desea alimentarse.

¡Vienes a mí, vienes sin piedad!
¡Oh, Aracné!, presa seré de tu venganza;
entre tus patas sentiré la crueldad
de tu furia, de tu seda... De tu maldad.

Ya siento tus pegajosos hilos
que me quieren asfixiar.
Tendrás mi carne entre tus ocho filos
que para saborearme, te han de auxiliar.

Débil soy ante tu majestuosidad,
diminuta figura frente a tu potestad;
inferior con respecto a tu destreza.
De los dos, tú tienes más viveza.

Tan cerca que estás ahora,
¡ya alzas tus dos patas delanteras!;
el miedo de sentirte tan cerca,
la verguenza de que inseguro me veas.

¿Qué hacer?, ¡sólo cerrar los ojos!,
esperar tu ataque, mi muerte;
mas, ¿qué veo?, pasas sin detenerte:
es que detrás hay un pobre grillo sin suerte.





No hay comentarios:

Publicar un comentario