viernes, 6 de diciembre de 2013

En la visita de Lawrence Schimel a México

Las olas se movían a un mismo tono,
el viento tocaba las arpas del tiempo,
la tierra desprendía alegría en cada campo,
el fuego suspendía su trono.

Así los elementos y el mundo
se detuvieron al saber tu llegada,
con la que dejaste mudo
a más de uno por tu belleza nunca negada.

Dulce majestad que es tu voz al hablar,
conquistas la naturaleza que te rodea,
son tus palabras de la literatura manjar,
y poesía de tu recitar el dulce néctar.

Entre laberintos de libros
fue tu presencia lo que engalanó
aquel festival que ganó
el sol y tus luminosos rayos.

 Letras que en ti encarnaron,
siendo algunas veces tan eróticas
y otras tan creadoras de cosas fantásticas
que nunca terminan por hacer historias míticas.

Camaleón del arcoiris de la literatura,
son tus escritos la pintura de la libertad
que en niños y en los de cultura
cultivas la fuerza de no rendirse ante la adversidad.

De la frescura que emana
esa profunda y mística mirada tuya,
se crea un río de maravilla
al saber que tu vista es eterna
en el corazón del que es tu víctima.

Sea toda tu noble persona
un áureo significado de honor
para todo México que hoy pregona
haber tenido a un magno escritor
en estas tierras que por tu amor
se volverían de sentimiento tu España. 


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