martes, 18 de diciembre de 2012

Rosa del Sol

Luz mía, guía de mi vida,
tu fuerte resplandor convirtió
cada campo de mi vista
en suspiro de la pasión.

En gusto rompiste estatus,
pues con potencia y sin esfuerzo
envolviste en llamas la cruz
que cargaba en señal de mi luz.

Ya tus espirales de fuego
rodearon mi latido y sus nervios,
y en un beso sus bailes de centelleos
crearon la suavidad de nuestros labios.

Entre secreto y temor vivíamos,
mas tanto cariño imposible era de esconder,
y al final la rosa del Sol dejó de arder...

Pues fueron tus espinas desinterés
y no esperar con el corazón,
al tener la infidelidad como decisión.

Ahora debo confesar
que antes del distanciamiento,
en tu persona no hubo sentimiento
al ver mi tristeza palpitar.

Cobarde por querer enamorar
sólo con sonrisas al alma;
pero en cuanto el río domar,
los problemas no sabías afrontar.

Te obsequié el carro de mi amor
y tal cual Faetón con su magna confianza,
perdiste el control destruyendo la firmeza
en la que vivía la fe de nuestro reencuentro.

Ya el trueno lanzado por él se encargó de ti
al pasarte de lo frágil a lo pesado,
demostrándote así que lo que te dí
en tu vida lo has de tener en el tiempo;
pues pese a tus berrinches, lo mío fue siempre verdadero.

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