lunes, 7 de enero de 2013

Guarda silencio

Para y párate en la Ciudad


Guarda silencio

Esto que he de contar aconteció en una noche divina en la cual la Luna fijó su vista y luz en mi cuarto. Esta es mi historia, misma que, si no la contara yo, quedaría reprimida y encerrada en mi corazón y ausente de sentimiento e interpretación.

Habían sido ya varios días en los que lo veía entrar a la casa de mi primo, él era su amigo, uno de sus mejores amigos, se llamaba Moisés. Mi primo vivía arriba de donde yo vivo, razón por la cual podía ver quiénes venían a visitarlo en el momento en que él les abría la puerta.

Moisés y los demás amigos de mi primo venían cada fin de semana para jugar videojuegos o para ver películas; cada que ellos se reunían yo me la pasaba haciendo tarea, realmente yo casi nunca salía con amigos, siempre mi rutina era quedarme en casa a leer o hacer alguna actividad de la escuela. Algunas veces subía a casa de mi primo para ver al gato que tienen como mascota, pero siempre trataba de hacer esto cuando no estaban sus amigos, pues, por alguna extraña razón, me daba pena verlos.

Así, mientras ellos venían cada fin de semana, yo seguía entretenido en mis lecturas, pero un día, en el que no me dí cuenta de que los amigos de mi primo habían llegado, decidí subir para ver al gato, y fue mi sorpresa encontrarme con todos ellos; al verlos mi corazón empezó a palpitar rápidamente y me puse muy nervioso, ellos me saludaron y yo lo hice de igual forma, pero me pasé rápido al cuarto en donde estaba el gato para que no iniciara una conversación entre ellos y yo.

Días después a esto, yo me encontraba muy nervioso por un concurso de escritura en el cual iba a participar, así que mi mente estaba totalmente centrada en cuáles serían los poemas que mandaría, cómo los ordenaría y cuál sería el formato que les daría; todo esto lo compartía a través de mis redes sociales, en donde, por una extraña razón, tenía agregado a Moisés.

Cuando dejé de sentir este estrés por haber empezado a realizar mi trabajo para el concurso, decidí subir a ver al gato de mi primo para distraerme un poco; sin embargo, una vez más, al llegar, fue mi sorpresa ver a Moisés sentado en la mesa de la entrada, no me había percatado de que había llegado. Me puse un poco nervioso al verlo, pero él me saludó y yo respondí a su saludo, caminé rápido para no verlo más, pero de pronto, al momento de pasar a su lado, él me dijo:

-¿Cómo vas con tus escritos Ernesto?-Me preguntó interesado Moisés.

Cuando él me preguntó esto, quedé totalmente sorprendido, no sabía qué decir, habían sido pocas personas las que me preguntaban cómo iba mi proyecto, y jamás hubiera pensado que él me preguntara algo tan importante como eso, traté de salir de mi pasmo mental y le respondí:

-Muy bien, ya casi termino de editar todos los poemas, sólo falta darles un formato para que queden mejor-Contesté emocionado pero todavía nervioso.

-Me alegro, la verdad es que sí he seguido lo que publicas al respecto, me agrada mucho que intentes esas cosas-Me dijo sonriéndome.

-Muchas gracias por preguntarme, seguiré publicando cosas al respecto-Le dije igualmente sonriendo, aunque torpemente corté la conversación con él.

Después de esto fui a ver al gato de mi primo, cerré la puerta del cuarto y me quedé suspendido al no saber qué pensar sobre la pequeña conversación que había tenido, me sentía torpe por haber cortado tan rápido la plática con Moisés, él jamás me hablaba y ahora que lo había hecho por algo tan importante para mí como lo son mis escritos, lo había interrumpido por mis nervios, ¿qué había hecho?; después de pensar una y otra vez este error, decidí no frustrarme más.

Conforme pasaba el tiempo, Moisés comentaba por internet los estados que publicaba sobre mis escritos, siempre me ponía buenos deseos al respecto y decía que confiaba en que haría un buen trabajo, aspecto que me ponía muy feliz al leer de su parte. 

Otro día, en el cual estaba muy apresurado para ir a la escuela y necesitaba imprimir una pequeña tarea que me habían dejado para ese día, decidí subir a la casa de mi primo para que me hiciera el favor de imprimir, pues yo no tenía impresora en mi casa; al llegar vi que no estaba mi primo, sino que estaba Moisés, quien estaba esperando en la mesa a mi primo que había salido a la tienda. Cuando vi a Moisés lo saludé al mismo tiempo que sonreí, él hizo lo mismo, le comenté que iba a tomar la computadora para imprimir algo y él me dijo que estaba bien.

Cuando tomé la máquina, abrí mi correo para poder imprimir mi tarea, pero cuando intenté imprimir, no podía ajustar el diseño de la página para que quedara como yo quería, así que no tuve otra opción que preguntarle a Moisés si él sabía cómo ajustar el archivo. Él de inmediato se levantó a ayudarme y entonces se acercó a mí, vio bien lo que quería imprimir y le expliqué cómo quería ajustar el archivo, él dijo que no era tan difícil y entonces, sin dudarlo, encimó su mano sobre la mía en el mouse, entonces comenzó a mover el cursor para que yo pudiera ver bien cómo imprimía mi archivo; mientras seguía haciendo esto, él acercaba su cabeza a mi hombro y yo, evidentemente, quedé perplejo ante lo que hacía, no sabía qué hacer o qué decirle. Finalmente terminó de mover las opciones y logró así imprimir mi tarea justo en el formato que yo quería.

Cuando terminó de imprimirse mi tarea, él levantó su mano de la mía y me dijo que ya estaba, yo le agradecí mucho que me ayudara; sin embargo, mis sumos nervios por lo que había pasado antes no me permitieron continuar ahí con él o decirle algo más, así que me salí rápido de la casa de mi primo.

Durante los siguientes días me encontraba muy desencajado por lo que había sucedido con Moisés, había sido algo totalmente extraño para mí, jamás lo hubiera pensado, ese acercamiento con él fue inesperado, no sabía si yo me estaba tomando las cosas muy en serio, o en verdad era algo anormal que un chico al cual nunca le había hablado, de pronto tuviera mucho contacto conmigo. Llegué entonces a la conclusión que debía averiguar lo que estaba pasando, tal vez simplemente él quería ser mi amigo y no sabía cómo acercarse a mí.

Fue entonces que llegó otro fin de semana, los amigos de mi primo ya habían llegado, mis padres me habían encargado subir a tender la ropa, así que no tuve otra opción que hacerlo. Subí a la azotea, la cual estaba justo arriba de la casa de mi primo, ahí empecé a tender la ropa, cuando de pronto vi cómo Moisés había subido para hablar por teléfono, yo traté de oír su conversación pero no podía, había sido un error poner mi celular con música.

Cuando Moisés terminó de hablar, me volteó a ver y de inmediato se acercó a mí.

-¿Cómo van los escritos?-Preguntó sonriéndome.

-Falta muy poco para que esté todo listo, ahora tan sólo debo de hacer la edición-Le contesté feliz, sin dejar de tender la ropa.

De pronto Moisés se colgó de los tendederos y me veía fijamente, yo trataba de no mirarlo, así que proseguí la conversación.

-Hoy llegaste más temprano que los otros días.

-Sí, es que hoy haremos una pequeña reunión entre amigos y nos quedaremos a dormir aquí, ¿no quieres estar con nosotros?-Preguntó con cierto interés.

-No gracias, en verdad que me gustaría, pero sucede que hoy mis papás saldrán en la noche de viaje y tendré que quedarme solo en la casa.

-¿En serio?, qué mala suerte, pero bueno, de cualquier forma puedes subir aunque sea un ratito, te estaremos esperando-Se descolgó de los tendederos y bajó a la casa de mi primo.

Cuando se alejó por completo, dejé de tender por un momento y pensé las palabras que había dicho Moisés, estaba confundido, no sabía qué hacer, si subir con ellos o no, realmente sólo lo haría para estar con Moisés. Estuve pensando esto en todo el transcurso del día, hasta que en la noche decidí mejor no subir con ellos, puesto que sabía que me pondría muy nervioso frente a todos los amigos de mi primo, más estando Moisés ahí, por lo que mejor me quedé en mi cama, allí escuchaba las voces de los amigos de mi primo, escuchaba cómo se reían y también alcanzaba a oír un poco de su música, entonces volvió a mí la propuesta de Moisés, por lo que me pregunté: ¿debería subir a la casa de mi primo para verlo y estar ahí con ellos un rato?. Todo en mi cabeza daba vueltas, no dejaba de pensar en Moisés, su físico, sus ojos, su peinado, su sonrisa, sus preguntas respecto a mis poemas, sus atenciones conmigo, él estaba en mi espejo mental, todos los minutos que pasaban llevaban su nombre, estaba a punto de levantarme para ir a la casa de mi primo, cuando de pronto, alguien tocó a la puerta de mi casa.

Al principio me espanté, ¿quién podría tocar a la puerta a estas horas?... Quién podría ser si no Moisés, al pensar esto el corazón me latió y de inmediato me levanté de la cama para ver si era Moisés quien estaba ahí, pero antes de ir a la puerta decidí asomarme por la ventana del baño, ahí fue mi sorpresa encontrarlo a él parado frente a la puerta de mi casa esperando a que le abriera, cuando lo vi bajé rápidamente a la puerta, entonces abrí.

-Espero no haberte despertado-Me dijo Moisés en cuanto abrí.

-No, no, yo sólo estaba recostado en la cama, ¿te sucede algo?

-No, sólo venía a visitarte un rato, es que ya me cansé de estar allá arriba-Respondió.

-Entonces pasa, vamos a la sala-Le contesté y lo dejé pasar.

Moisés y yo fuimos a la sala, ahí nos sentamos en los sillones, estábamos frente a frente, él no me quitaba su mirada.

-¿Te puedo contar algo Ernesto?-Preguntó con un tono de voz muy diferente al que le había escuchado días antes.

-Claro, lo que tú quieras Moisés-Respondí seguro.

-En la mañana que subí a hablar por teléfono estaba discutiendo con mi novia, ella y yo hemos tenido muchos pleitos, la verdad es que creo que esto terminará en cualquier momento, ya no soy feliz a su lado-Dijo Moisés triste.

-Vaya, lamento mucho eso, la verdad es que no soy muy bueno aconsejando, pero sólo te digo que elijas lo mejor para ti.

Al escuchar esto, Moisés me sonrió, agradeció mis palabras y cerró los ojos, entonces me pidió un vaso con agua, yo de inmediato fui a servirle lo que me pidió; entonces regresé con él, me agaché un poco para entregarle el vaso, por lo que acerqué mi cara a la suya, cuando hice esto, él me dio un beso cálido y profundo. Cuando lo estaba besando, yo no podía creer lo que estaba pasando, pensé en alejarme, pero no lo hice, aquello era algo que había deseado en tanto tiempo, ¿por qué estropearía este momento mágico por mi inseguridad?

Moisés entonces me sentó en sus piernas y comenzó a desabrocharme la camisa, yo hice lo mismo con él y mientras hacíamos esto, escuchamos que los amigos de mi primo decían.

-¿En dónde está el pendejo de Moisés?

-Déjalo, ha de estar hablando con su novia.

-Sí, yo lo vi bajando hablando por teléfono.

Cuando terminaron de decir esto, nosotros sonreímos y no dejábamos de mirarnos.

-Guarda silencio-Finalmente me indicó él...





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