sábado, 17 de marzo de 2012

Paraíso con fin

Yo lo cuento por este medio. Que si bien no me crees o encuentras razón en él, no importa, pues lo que quiero es la decepción compartir:


El sol en montañas nevadas
toca y hace que el amor
vuele con alas doradas.
Tú ya bien has de saber todo esto.

El cielo es de un azul perfecto,
mágico y antes indómito;
hasta que claro,
llegaste tú para obtener esos puros vientos.

En los campos que allá se ven
se encuentran flores de tantos colores;
misteriosas, perfumadas y de hermosos tonos,
todas, sin excepción, son de tú colección.

Enamorado estas de aquel Judas,
del que su locus amenus
te provoca no saber por dónde empezar
a disfrutar su belleza sin igual.



Mas de ese esplendor tan natural,
su cuerpo, y con mayor razón, tu amor,
todos perecerán en superficialidad,
yo te lo vaticino, pues ya he pasado por ello.


Vive mientas puedas con ese otro.
Que el tiempo y sus tormentos 
alcancen su felicidad
y la hunda en el odio más rencoroso de todos.


Él despojará tú alma, y te llenará de espinas,
provocando que tú corazón se desangre,
y pronto lo llenará de veneno,
que estoy seguro, no sabrás soportar.


Yo mi mano te pudiera ofrecer,
y en su palma, la confianza y las letras
hubieras de encontrar fielmente;
sin embargo, decidiste el camino de la decepción cruzar.


Anda, vete ya con tu repugnante ser,
que yo en ti ya no más me fijaré;
pues si me fuiste indiferente tantas veces,
hoy, otra vez, sin descuido me tienes.

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