sábado, 23 de marzo de 2013

Mi otro yo (diálogo de la coincidencia)

Esto que he de contar aconteció en un día en el que la luz de la Luna traspasaba, con sus mágicos cabellos, la entrada de la estación Copilco. Ahí me encontraba yo, estaba regresando de un día de escuela tal normal como siempre lo son para mí: caóticos y grises; sin embargo, mientras más entraba en dicha estación para así llegar a los andenes del Metro, tenía un presentimiento un tanto raro, jamás había sentido algo así, una sensación de encontrar algo que sería como inolvidable en mi vida.

En fin que al momento de pasar los torniquetes y dirigirme hacia la dirección Indios Verdes, dicho presentimiento tomó más fuerza en mi cuerpo, el corazón me latía más rápido, tenía una gran necesidad por llegar al vagón en donde siempre me subo, incluso estaba temblando un poco, era un temblor de esos que avecinan cosas emocionantes y dignas de ser recordadas; todas esas reacciones me hicieron olvidar la pobre existencia que llevaba en la escuela.

Cuando por fin llegué a los andenes de la estación, el Metro no demoró tanto como normalmente lo hace, y así fue que, invadido por esas sensaciones indescriptibles, entré al vagón y, al momento de hacerlo, encontré la ola refrescante y fuerte que cayó sobre todos mis presentimientos y los evaporaron, convirtiéndolos en verdaderos, pues, fue el tan sólo ver esa figura masculina, tan delgada, dotada de una mirada profunda y misteriosa, con una voz poco más grave que la mía, de labios llamativos y un rostro también un tanto invadido por las erupciones de los caprichos corporales, haciendo casi idéntico ese chavo a mí, lo que me hizo reiterar que esto era el resultado de aquellas sensaciones extrañas que había sentido con anterioridad.

Al verlo ahí recargado en la puerta contraria del vagón, con una chica, la cual era su amiga, me acerqué al mismo lugar pero me puse justo en el otro extremo de la puerta, ahí me mantuve por todo el camino. Durante el trayecto no pude evitar escuchar lo que él le decía a su amiga, pues era tanta mi sorpresa de encontrar a alguien parecido a mí físicamente, que me interesaba saber cómo se expresaba, para ver si teníamos coincidencia también en ello.

Conforme avanzaba el Metro logré escuchar que él le decía a su amiga que no sabía cómo tratar a las mujeres, que casi ninguna se había fijado en él, que se sentía torpe al momento de querer hablar con alguien... ¡Vaya jugarreta de la vida de, en efecto, hacer que hasta en eso él se asimilara a mí!; sin embargo, el mundo jamás mostrará a los seres totalmente iguales, pues mientras él expresaba eso hacia las mujeres, yo siempre lo decía con motivo de los hombres...

Estaciones pasaron y en las cuales él seguía expresando su dolor sentimental a su amiga, cuando, fue por fin que llegamos a la estación Centro Médico y ahí se bajó su amiga, la cual no se fue sin antes decirle que nunca perdiera la esperanza, pues aunque era difícil mantenerla, el tiempo sorprende a todo el mundo con esa persona especial cuando menos lo piensa uno.

Cuando finalmente se hubo bajado su amiga, el chico estuvo a punto de ponerse sus audífonos, pero antes de hacerlo volteó a donde estaba yo y noté que hizo una expresión de suma sorpresa, había abierto sus ojos, había alzado sus cejas y mostraba verdadera sorpresa al notar el parecido físico entre nosotros dos; de inmediato se volteó apenado y se quedó muy pensativo ante tal circunstancia.

Yo no quería verlo, en verdad era tan fuerte la impresión que me nacía de verlo que no resistía el tan sólo observar cómo él también estaba estático por haberme encontrado ahí, justo a lado de él. Para disimular más tal momento incómodo saqué mi celular para ver la hora, pero cuando el destino alcanza es su obsesión confrontar, y al tener el teléfono en mi mano, el Metro hizo un movimiento brusco, por lo que se me resbaló mi celular y cayó justo a lado de él. El chico de inmediato se agachó para levantarlo y cuando me lo entregó pude notar bien cómo estaba vestido: llevaba una bermuda gris de calaveras, una playera muy negra, tenía el cabello un poco largo; en tanto que yo tenía un pantalón negro, una camisa de cuadros negros y morados, yo, a diferencia de él, tenía el cabello corto.

Era una diferencia muy fuerte nuestra vestimenta, misma que no había percatado por haber sido nuestro parecido físico lo primero y lo único en que me fijé. Cuando él tomó mi celular me dijo:

-Aquí está tu celular-Extendió la mano y me dijo un tanto apenado.

-Muchas gracias por recogerlo-Tomé el teléfono y respondí igual de apenado.

Él soltó una sonrisa sincera y de inmediato repuso: -...Perdona, ¿acaso nos hemos visto antes?

-No, no lo creo, creo que jamás te había visto... Aunque... tu rostro es muy... muy..., bueno muy par...

-¡Parecido!-Completó la palabra.

-¡Sí, exactamente eso!, tal vez es por ello que sientes que nos hemos visto antes-Comenté con un poco más de seguridad.

-Seguramente, es que, perdona, en verdad es muy fuerte el parecido entre nosotros; en fin, no me he presentado, me llamo Aurelio ¿y tú?-Me extendió la mano.

-Vaya, es un nombre con tono fuerte, yo me llamo Clemente-Estreché su mano.

-Clemente, un nombre que quedaría muy bien con Aurelio-Sonrió.

-Ya lo creo, creo que sí sonarían bien juntos; ¿en qué estación te bajas?-Pregunté interesado.

-Yo me bajo en Tlatelolco, ¿y tú?-Contestó amablemente.

-En Guerrero-En seguida respondí.

-Vaya, un tanto juntos... Sabes, en verdad esto es bastante extraño, digo, sé que de vez en cuando te encuentras gente que tiene cierto parecido a ti, pero en nosotros ese parecido es bastante fuerte y creo que, aunque muchas personas tendrían miedo de ello, es bueno que hablemos, estas son las sorpresa de la vida que no hay que dejar pasar por alto.-Comentó emocionado.

Pero qué palabras mencionaba él, justamente yo pensé lo mismo, esa forma de decir que las sorpresa de la vida hay que disfrutarlas y no dejarlas pasar por alto es justamente lo que me llevó a estar aquí ahora con él, por ese presentimiento que sentí desde la entrada al Metro. Y que si el diálogo que mantuvimos los dos se les hace demasiado fantástico e incongruente, deben saber que cuando uno se emociona de encontrar algo nuevo, quiere preguntar lo que sea para encontrar algo en común y así sentirse más cómodos, esa es la necesidad del hombre ante lo recién descubierto.

-Pienso igual que tú-proseguí-, y créeme que me resulta bastante interesante hablar contigo ahora.

-Perfecto y, permite que lo diga y que te pregunte, pero sería interesante ver si ese parecido físico también existe en nuestro interior, y es que fuera así o no, como te dije, es mejor no desaprovechar momentos como este, ¿podrías decirme cuál es tu música favorita?-Preguntó con mayor interés.

-Perfecto me parece una buena idea, pues a mí me gusta el pop, ¿y a ti?-Respondí con esperanza de que respondiera lo mismo.

-Pero mira, qué contrarios resultamos, a mí me gusta el rock en español-Respondió con una sonrisa de gusto.

-Ahora ya no hemos coincido tanto-Dije gustoso también-, ¿tienes algún cantante o grupo favorito?-Expresé con interés.

-Claro, los Tacvbos son mis favoritos-Orgulloso de su gusto, respondió-, ¿y el tuyo?

-Así que Café Tacvba... A mí me gustan un poco, pero sin duda alguna mi cantante favorita es Alizée.-Le dije emocionado de expresar eso.

-Sí, la francesa, tiene lo suyo; pero veo que en música no coincidimos, ¿tienes algún artista o personaje histórico que admires?, tal vez en eso tengamos algo parecido.-Tratando de encontrar un parecido en los gustos me dijo.

-Pues la verdad hay dos personajes que admiro y me inspiran en muchas cosas, Lewis Carroll y, aunque suene raro, Madonna.-Respondí tímido.

-Madonna, no está tan mal, y, si no me equivoco Carroll escribió Alicia en el país de las maravillas ¿cierto?

-Así es, es mi libro favorito; pero dime, ¿tú tienes a alguien a quien admires?-En seguida repuse.

-Einstein es como un Dios para mí, también admiro mucho a Aristóteles.-Con una sonrisa en su rostro me comentó.

-Aunque tampoco coincidimos en eso, admiras a dos personajes bastante interesantes; ¿tienes algún libro favorito?, yo ya te dije el mío y creo que tampoco coincidiremos en eso-Le pregunté.

-Sí, a decir verdad, y por influencia de Café Tacvba me gusta mucho Las batallas en el desierto de José Emilio Pacheco.

-Vaya, un gran libro, a mí me da mucha ternura.

-Vaya que el pequeño Carlitos da ternura; pero bueno, ya que no estamos coincidiendo en nada, tal vez si me dices qué estudias me dé una idea de qué es lo que te gusta-Comentó con un tono todavía de mayor interés.

-Yo estudio Letras Hispánicas, ¿y tú?-También con el mismo interés pregunté.

-Yo estoy en Ingería, estudio Ingeniería de Minas y Metalurgia.-Con la misma sonrisa de gusto a la de antes, respondió.

-Vaya, sí que estamos en planos totalmente diferentes-Comenté sonriendo por la paradoja de la vida.

-Sí, todo totalmente diferente, y dime, supongo que al estar en una carrera de Letras es porque te gusta escribir ¿no?-Dudoso si era así me preguntó.

-¡Sí, me gusta mucho escribir!, es lo que le da vida a mi vida; todo, la poesía, la novela, los cuentos, todo eso es mi existir-Muchísimo más feliz me mostré en esta respuesta-, ¿a ti te gusta hacer algo artístico?

-Vaya, todo un escritor en potencia; a mí me gusta mucho tocar la guitarra, incluso tengo un pequeño grupo-También emocionado me dijo.

-De menos nos gusta hacer algo artístico, ya ves que a la gente le da flojera hacer eso-Feliz por esa coincidencia comenté.

-Ey sí, eso es algo muy bueno; aunque, ¿sabes?, puede que en el amor y mujeres coincidamos, ya ves que ahí luego no falla el asunto, ¿cómo te gustan a ti?-Con más confianza preguntó esto.

En efecto, en cuanto Aurelio me preguntó esto me puse muy nervioso, me puse rojo de la cara y comencé a temblar, aunque él no se percató de esto último. Tenía miedo de que si le decía la verdad sobre mis gustos ya no quisiera hablarme más, pero, ¿para qué ocultar lo que soy?, por más que tuviera miedo no podía negarme a mí mismo.

-La verdad Aurelio, es que a mí no me gustan las mujeres, sino los hombres-Con muchos nervios respondí.

Cuando terminé de decir esto, él abrió los ojos de la misma manera en como los había hecho cuando me miró por primera vez en el vagón, entonces respondió:

-Vaya..., yo nunca lo imaginaría, me has dejado sin palabras hermano, la verdad es que te creía hetero... Pero está chido, realmente nunca he tenido un amigo gay, y no es porque no los quiera, sino porque en mi vida he hablado tanto con uno, o tal vez sí pero no me he dado cuenta.-Dijo con un tono tranquilo.

-Qué buena persona eres; y sí, tal vez no te has dado cuenta, y me alegra ser el primero con el que hables más-Dije con mucha tranquilidad después de ver su reacción.

-Y dime, sin que sea una molestia, ¿cómo o por qué es que te gustan los hombres?-Muy interesado me preguntó.

-Vaya, una pregunta bastante difícil de contestar, pero trataré de responderla y espero no verme demasiado cursi o algo así. La verdad es que yo veo en ellos una belleza sin igual, un atractivo muy único, su esencia masculina, sus actitudes, los que no caen en lo obsceno ni en lo machista hacen de su físico y de su persona algo atractivo, sus movimientos, su voz, su modo de hablar, sus sentimientos puros y de protección hacen de todo su ser una creación poética y al mismo tiempo una escultura que es reflejo varonil.

-Clemente... me has dejado sin palabras, no sabía que existieran hombres que se expresaran así de otros hombres, es algo muy tierno-Expresó con mucha sinceridad.

-Gracias, pero dime, ¿a ti por qué te llaman la atención las mujeres?, sé que no muchos preguntan esto, pero me gustaría saberlo-Muy interesado le pregunté.

-Bueno, la verdad no creo decirlo tan poéticamente como tú, pero diré que la mujer siempre ha sido muy atractiva para mí, sobre todo por esa forma de ser tan frágil, eso me inspira un sentimiento de protección hacia ellas; a su vez, admiro la fuerza que también guardan dentro de sí, pues sé que ellas aman con todo su corazón.
Y qué puedo decir de su físico, es como la figura más perfectamente fina que jamás se pudo haber creado-Comentó él.

-Vaya, con esas palabras debes hacer suspirar a tu novia-Le comenté con cierta intención que ya sabía.

-No, la verdad es que yo no tengo novia Clemente, no tengo suerte con las mujeres, soy muy penoso y no sé cómo abordarlas-Triste y apenado me dijo.

-¡Disculpa Aurelio, no quería ponerte así!-Le dije apenado al ver que se puso muy mal.

-No te preocupes, sé que no fue tu intención; pero oye, seguramente tú sí debes de tener a alguien, ¿quién podría resistir a tus palabras?-Animado me dijo.

-No, la verdad es que ni con estas palabras logro conquistar a algún hombre, ya a ellos no les importa que uno componga frases del corazón-Igual de desanimado que él, le dije.

-Pero qué cosa, perdona Clemente, no quería incomodarte... Ahora veo qué es en donde coincidimos los dos, pues no fue en gustos, ídolos ni carreras, pero en el amor, aunque tengamos preferencias diferentes, hemos tenido nuestras dificultades-Con un tono nostálgico dijo.

-Así es, y aunque como dices, no seamos parecidos en el interior, en algo tan importante como el amor coincidimos-Comenté en seguida.

Tan rápido pasó el tiempo, tan pronto estábamos y llegando a la estación en la que yo me bajo, es decir, Guerrero; cuando nos percatamos de ello nos despedimos lentamente, comentamos sobre el gusto que nos había dado encontrar a alguien tan parecido físicamente y tan diferente en lo demás, porque eso hacía ver que la vida estaba llena de sorpresas de las cuales se debía aprender.

Cuando finalmente el Metro llegó a la estación, se detuvo y abrió las puertas, entonces Aurelio y yo volteamos a vernos al mismo tiempo, y con tono sumamente sincero y de esperanza, ambos al mismo tiempo dijimos "Nunca dejes de amar". Por tal coincidencia nos sorprendimos, quedamos estupefactos y posteriormente nos sonreímos, nos despedimos de la mano y yo me bajé del vagón. 
Cuando ya estaba afuera volteé a verlo, él también me miró y nuestras miradas se sostuvieron, nuestras pupilas reflejaban la pureza de la esperanza que significaba que seguramente otro día nos volveríamos a ver para recordar que aunque seamos diferentes, tenemos el mismo deseo de hacer feliz a una persona...



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