domingo, 1 de abril de 2012

Por esa noche

Habían sido ya varias veces que me habían asaltado debajo de aquel puente, tenía que pasar por el todos los días para ir hacia casa, pues era el único camino.

Todas las noches significaban arriesgar mi vida, unas veces me asaltaban con palos, otras con navajas y hasta con armas; yo siempre entregaba mis cosas. Pero esta vez tenía bastante miedo, porque ya me habían robado todo,  por tanto ya no tenía nada por dar y tenía miedo por lo que me pudieran hacer.

Venía de regreso en el Metro, me subí al vagón y al llegar me percaté que ahí estaba un ex compañero de la preparatoria, y el cual vivía muy cerca de mi casa. Sinceramente no recordaba su nombre porque realmente nunca nos dirigimos la palabra, aun cuando íbamos en una clase juntos y teníamos amigos en común.
Pese a eso, se notaba que él ya me había reconocido, porque le daba pena voltear hacia donde yo estaba.

Examinándolo bien, deduje que estudiaba odontología por el uniforme blanco que traía, además de que traía una caja de utensilios. También noté que llevaba un celular costoso y unos audífonos atractivos, lo que se me hizo extraño, pues si el vivía cerca de donde yo vivo, entonces también tendría que cruzar aquel puente donde asaltan, ¿acaso no lo asaltaban a él?.

Íbamos ya por la estación San Lázaro, yo al igual que él no procuraba voltear a verlo porque me daba pena, pero en ese momento no pude evitarlo y cuando lo observé, él estaba haciendo una llamada.

-Papá, ya voy en San Lázaro para que vengas por mí-Indicó a su padre.

Entonces ya lo entendía todo, era obvio que a él no lo asaltaban porque su papá lo iba a recoger, y lo más seguro, era que iba en carro. En ese momento mi situación económica atacó mis sentimientos, me puse a pensar en las diferencias que él y yo teníamos en ese aspecto.

Pensé:
Yo voy en una carrera que no me demanda tanto económicamente, aunque hay veces en las cuales me quedo sin comer por comprar lo que raramente me piden. Vivo sólo con mi mamá y no tenemos carro, aunque quisiera que fuera por mí, ella no puede porque recién regresa del trabajo y yo no tengo ni celular para avisarle dónde voy.
Es evidente que no tengo dinero para tomar un taxi desde el metro hasta la casa, esto porque ya no llevo dinero de regreso, y por tanto tengo que caminar diario por el puente peligroso el cual todos evitan cruzar.

Él por su parte estudia una carrera un tanto más costosa que la mía, esto porque tiene que comprar todos los utensilios que piden. Se nota que come bien, porque eso demuestra su cuerpo, tiene un celular costoso con el que puede comunicarse con su papá para que vaya por él, y esto seguramente es todos los días.

Después de pensar en mi triste realidad, llegamos a la estación en la cual ambos bajamos.
Descendimos al mismo tiempo, yo tenía mucho miedo por lo que me fueran a hacer en esta ocasión, puesto que no tenía nada para entregar.

Mi ex compañero se fue por otro lado, mientras tanto yo por miedo iba caminando hacia la salida a paso lento. Llegué entonces a las escaleras, las bajé muy despacio, y al estar completamente abajo, el corazón me empezó a latir de miedo, el cuerpo me temblaba, bien sabía yo que podía ser mi último día vivo y estuve a punto de llorar por eso, pero me resistí y caminé lentamente hacia el puente, cuando de repente, sentí una mano en mi hombro... Mi cuerpo saltó un poco, mi estómago se contrajo, pensé que ya me iban a asaltar, voltee para ver quién era y cuando lo hice alguien me dijo:

-Oye ¿no te quieres ir conmigo en carro para que no cruces el puente?-Era mi ex compañero quien me había tocado.
Vi a su lado y estaba su papá estacionado y esperando mi respuesta. Entonces comencé a llorar porque mi vida estaba a salvo por esa noche.



El puente que se ve al fondo de la imagen es el mismo puente al que hago referencia en este relato.
Estación Villa de Aragón. Distrito Federal, México.

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