miércoles, 16 de enero de 2013

¿Qué sabes hacer con el balón?

Esto que he de contar aconteció en un día en el que el apacible y armonioso rayo del Sol entró a mi ventana para así iluminar mi rostro que se encontraba mirando hacia la calle. Me encontraba yo pensando acerca del amor, pues hace unos días había visto que del último vagón del Metro se había bajado un tipo de unos 25 años con un niño de secundaria, seguramente el tipo grande lo había bajado sólo para seducirlo; así mismo, no a muchos días también que había terminado con una persona especial con la cual había durado ya bastante tiempo. Terminar con mi pareja había sido bastante fuerte para mí, no había podido salir de este estado pensativo y oscuro, me sentía cansado de la vida, no tenía un motivo para vivir, hacía mucho tiempo que no sonreía frente a las personas; mi vida pasó del azul armonioso al gris culposo.

Todos los días me ponía en mi ventana para observar lo que había afuera, sólo veía caminar a la gente mientras el tiempo pasaba normalmente. Mientras me quedaba por horas viendo hacia afuera, con frecuencia también veía a mi vecino practicar fútbol, él siempre practicaba 10 minutos antes de que yo me saliera para ir a la escuela. Mi vecino era de estatura un tanto baja, con cabello chino, blanco, con cara muy tierna, labios gruesos y de color rojo vivo y muy atractivos, él tenía la misma edad que yo.

Cada día se ponía a jugar, a cada que lo hacía yo me iba a la escuela y lo dejaba atrás practicando con su balón, aunque éramos vecinos de toda la vida, nunca nos habíamos hablado, ya fuera por pena, por indiferencia, o porque yo temiera de que él se enterara sobre mi sexualidad.

No obstante, mi vida era peor cada vez, la tristeza invadía mis ganas de vivir que incluso hubo momentos en los que salía llorando de casa. Mientras este mar de depresión seguía, fue mi sorpresa que, un día cualquiera, en el que ya había salido para ir a la escuela y me encontraba igual de pensativo, planeando en lo qué haría este fin de semana para sobrevivir y mostrar una cara falsa de felicidad para estar con mi familia; de la nada vi que el balón de mi vecino pasó muy cerca de mi lado y quedó justo enfrente de mí, entonces volteé para ver en dónde estaba él, a lo que vi que se estaba acercando rápido a mí.

Cuando finalmente llegó conmigo, se agachó, tomó el balón y entonces me dijo:

-Disculpa si te espanté o algo así-Sonrió.

-No te preocupes, no pasó nada, sólo fue extraño que pasara tan cerca de mí el balón-Le devolví la sonrisa.

-¿Le tienes miedo a los balones?-Me preguntó de la nada.

-La verdad es que un poco, supongo que es porque jamás he tomado uno-Un tanto apenado respondí.

-¡En verdad perdona!, no pensé que tuvieras ese miedo-Me dijo aún más apenado que yo.

-¿Por qué pides disculpas?, si sólo fue un accidente, no tienes de qué preocuparte-Traté de tranquilizarlo.

-Muchas gracias; ¿sabes?, somos vecinos y ni si quiera sé tu nombre, ¿cuál es?-Volvió a sonreír.

-Guillermo, me llamo Guillermo ¿y tú?-Pregunté extrañado por su interés de saber mi nombre de la nada.

-Yo me llamo Rafael, mucho gusto Guillermo. Bueno, veo que vas a la escuela, no te detengo más, espero que podamos hablar más después.-Dijo y entonces regresó a su casa corriendo.

Después de que se fue, yo seguí mi camino y pensé en que finalmente, después de tanto tiempo, le había vuelto a sonreír a alguien, a alguien que apenas conocía...

Al día siguiente a esto, volví a bajar para irme a la escuela, salí de casa y cuando pasé enfrente de Rafael, quien ya se encontraba practicando fútbol, lo saludé, de pronto él me comentó:

-Oye Guillermo, estaba pensando que la manera en que puedes quitarte ese miedo por el balón es practicando con él.

-¿Tú crees que eso ayude?-Le pregunté muy extrañado por su comentario.

-Claro, verás que eso funciona a la perfección-Confesó.

-Puede ser..., pero es que yo nunca he manejado un balón, sé que fallaría mucho-Dije apenado.

-Vamos, no seas tan duro contigo, ¿qué tal si tú y yo practicamos mañana aquí afuera en la calle?-Me propuso.

Cuando me dijo esto, quedé sorprendido por su invitación, sin embargo también había nacido en mí cierta ternura, pues esto me lo había dicho con un tono seguro pero a la vez tímido que hacía que Rafael pareciera un niño pidiendo compañía para su diversión.

-Está bien, acepto lo de mañana, ¿te parece a las 4 de la tarde?-Le propuse.

-Ya estás Guillermo, te espero mañana-Respondió feliz, entonces se despidió de mí y siguió jugando mientras yo continué mi camino.

Llegó el siguiente día, sábado, me levanté, me bañé, desayuné, hice todos mis deberes hasta que por fin faltaban 30 minutos antes de las 4 de la tarde; no sabía cómo vestirme para practicar con Rafael, así que sólo me puse un pantalón de mezclilla, tenis y una playera sencilla; la verdad es que estaba un tanto nervioso porque tenía miedo de que se diera cuenta sobre mis gustos, pues yo solía ser un tanto obvio a veces.

Al fin salí a la calle, lo esperé afuera de su casa y minutos después salió. Cuando abrió la puerta de su hogar y lo vi, quedé sorprendido, estaba vestido de una manera atractiva, deportiva, pero atractiva. Tenía una playera de la selección mexicana, un short negro y unos tenis blancos; sin embargo, a mí lo que me atrapaba más eran sus piernas, eran increíblemente bellas, blancas, un poco velludas, delgadas, un tanto marcadas.
Esto no sólo me causaba gusto, sino que también nervios, pues sabía que no dejaría de verlo en todo el día, y eso podría hacer que él se diera cuenta de que me gustaba su cuerpo.

-¿Listo para comenzar?-Se acercó y me dijo.

-Eso creo-Contesté nervioso.

Entonces comenzó la práctica, él me enseñó cómo patear el balón, hizo un movimiento con su pie de tal forma en que pudiera darle dirección al balón al momento de patearlo, lo intenté y fallé, pero pese a eso, él siempre sonreía e iba por el balón, después me pedía que lo volviera a intentar. Pronto tuve un avance en lo anterior, así que continuamos en pasarnos el balón el uno al otro, él a veces lo hacía más rápido que yo, por lo que no podía seguir su ritmo y por tanto volvía a fallar.

De pronto puso dos piedras para simular una portería y dijo que imaginara que era una cancha y que intentara meter un gol, así lo hice y no lo logré, a veces me desesperaba pero él me tocaba el hombro y me decía que no me rindiera. Entonces él pateó el balón y metió un gol fácilmente, como vi que lo hacía muy bien, le pedí que me mostrara sus habilidades, él lo hizo y era increíblemente bueno, parecía un gimnasta que no dudaba en hacer su siguiente movimiento, él movía el balón con gran dominio.

-Eres muy bueno, ¿estás en algún equipo?-Le pregunté mientras lo veía.

-Sí, lo estoy, pero por el momento no he ido a practicar con ellos-Contestó mientras seguía practicando con el balón.

-¿Por qué no has ido con ellos?

-Porque ellos se fueron a un torneo a otro Estado, pero yo decidí quedarme-Detuvo su práctica con el balón-; pero en fin, cuéntame algo de ti-Rafael entonces se fue a sentar a la banqueta.

Me puse muy nervioso por no saber qué decirle sobre mí, pero decidí irme a sentar a su lado.

-No sé qué decirte-Respondí tímido.

-Hay algo que quiero preguntarte, espero no te incomode-Cuando él dijo esto, mi corazón empezó a latir rápidamente, me puse frío de las manos y sentía cómo mi cuerpo temblaba un poco-; hace unos días vi que saliste de tu casa con unas lágrimas en tu cara, ¿estás bien, te sucede algo?-Preguntó.

Temía mucho de que me preguntara algo sobre mi sexualidad, pero el que me preguntara sobre mi estado sentimental fue peor, pues me entró mucho sentimiento al momento de hablar.

-No, la verdad es que no estoy nada bien-Respondí triste.

-¿Qué te sucede?-De inmediato preguntó.

-Bueno, sucede que hace unos días terminé con mi pareja. Todo empezó cuando mi pareja dijo que se iría de viaje a Guadalajara, y que regresaría en unos 5 meses o más, le dije que iría a despedirme de él, pero él lo negó, pues iría su familia con él y eso haría que todos supieran sobre su sexualidad; pese a que me insistió, yo decidí ir, aunque fuera en condición de amigo, así lo hice y llegué a la estación de camiones en donde estaba él, pero fue raro no encontrar a su familia por ningún lado. En cuanto lo vi traté de controlar mis emociones y mi tristeza, pero no pude, intenté abrazarlo pero no se dejó, él estaba muy extraño, le pregunté qué le sucedía y cuando ya me iba a contestar, bajó del camión otro hombre y le dijo a mi novio: "Ya estoy listo mi amor"; mi pareja entonces me confesó que el viaje que haría era para siempre, y que en realidad no se iría con su familia, sino con ese hombre al cual amaba mucho. En cuanto terminó de decirme esto, me quedé noqueado, acabado y humillado, no sabía qué decir o qué hacer, él simplemente se dio la vuelta y se subió al camión con ese otro, yo sólo vi cómo los dos marchaban rumbo a su destino, rumbo a su vida juntos...-Cuando le terminé de contar esto a Rafael, comencé a llorar tanto que no pude evitar recargarme en su hombro, él entonces se quedó pasmado por lo que hice, yo me percaté de esto y me levanté-. ¡Perdona, en verdad perdona, yo no quería hacer eso!-Le dije apenado y entonces rápido regresé a mi casa.

Toda la noche estuve pensando en lo estúpido que había sido por llorar y recargarme en el hombro de Rafael, todo mi esfuerzo para disimular sobre mi sexualidad no había servido de nada, fue tanta mi tristeza de recordar de por qué había terminado con mi pareja que no pude resistir en contárselo todo tal y como fue; esto me llevó a estar más triste de lo normal.

Al siguiente día mi mamá me pidió ir a la tienda, yo acepté sólo por obligación, pues no quería salir por temor a encontrarme a Rafael afuera, así que antes de salir vi por mi ventana si él estaba en la calle practicando, cuando noté que no estaba, salí rápido a la tienda para no verlo ni que me viera, caminé lo más rápido para salir de mi calle y entrar a la tienda, pero antes de lograrlo, un balón cruzó a mi lado, rápidamente pensé que era él, no había ninguna duda, entonces no sabía qué hacer, si voltear para verlo o seguir de largo, estaba indeciso, pero sabía que mientras me encontrara ahí parado, él podría acercarse más a mí.

Finalmente decidí voltear, cuando lo hice, no vi nada atrás, veía a los lados y tampoco había alguien, entonces volví a ver el balón y me agaché para tomarlo, en cuanto me levanté escuché a alguien que decía a mi lado:

-Gracias por tomar mi balón, pero por favor, ya no estés triste-Era Rafael.

Cuando volteé a verlo vi que tenía un ramo de flores, el cual me lo estaba ofreciendo con su mano extendida. Me levanté por completo, vi las hermosas flores, lo vi a él, solté el balón y de inmediato lo abracé.

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