lunes, 14 de enero de 2013

Y como el Sol vio que esta historia era muy esplendorosa, mandó que yo escribiera en este libro unos versos que dicen así:


Mi ánima ya sube sin detenerse,
lista está para conseguir su objetivo,
ella busca y yo espero el momento
para que el deseo se vea por fin realizado.

Va llegando y va sintiendo gran regocijo,
pues ¿quién pudiera resistir
las energías del cielo
y los rayos de Dios en el interior?

Así la llave y el permiso
del ser más divino
nos permiten entrar y continuar
para así conseguir por lo que entramos
al reino de los cielos.

Azul claro y esplendoroso
es el paisaje de todo este mundo.
Coros armoniosos y exquisitos
ya se escuchan a cada momento.

Muros cristalinos resplandecientes
lo dejan ver todo a cada paso;
pues, aunque las piedras preciosas
están dentro de los edificios, todo aquí es visible.

De castillos con luces diversas
es en donde habita el ente
por el cual decidimos entrar sin mas;
quien por fin me ha visto sin una señal dar.

Tan juvenil es su rostro y suave es su piel,
como la brisa en primavera que es frágil;
y todo lo envuelve en su fresco aroma de miel.
Él es así de belleza natural y envidiable.

Su cuerpo es el labio más atractivo
para probar en cada noche de luz maravillosa;
es él la idea más grata de la cristiandad.
De nombre Gabriel, arcángel del amor.

Con sus alas imponentes ya baja,
cual gota cae de la fresca rosa;
pronto nos tomamos de las manos cálidas
y entonces de este hermoso cielo
decidimos no saber ya nada.

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