miércoles, 25 de enero de 2012

Decreto sin respuesta

De una imagen bien puedo ser culpable, 
pues con cizaña mi acción llevé a cabo,
tú has de saberlo bien, pues yo no lo niego;
pero del decreto que mi corazón hará en este momento,
espero, también le des un sumo significado.


Fueron los árboles fieles testigos
del cómo esta relación
a los vientos soplaba que iba a ser la mejor.


Y debido a nuestra personalidad,
de darle importancia a todo,
eso nos caracterizó como "los apasionados",
por eso decidimos no detener a la marea
que se posaba frente a nosotros.


Aquello fue una explosión de sentimientos,
a la vida le decíamos: "son mis buenos tiempos",
y, desmiénteme tú, podíamos ver el pasado
sin siquiera ya anhelarlo. 


Vaya que el amor volvimos a experimentar,
pero de pronto, sin siquiera tropezar,
caímos en el hoyo más profundo,
del que fuimos víctimas 
y a las peleas les dimos comienzo.


Fue entonces el fin sin fin,
a saber, fueron las diferencias
las que consumían aquella luz de nuestras sonrisas,
y que provocaron el deterioro de nuestra vida.


Dolor tú experimentaste.
Mi frialdad, indiferencia y falta de prudencia,
esas características que a ti tanto te provocan,
ya en el mañana del hielo las has dicho con magnificencia.
Por eso me toca a mí expresar las tuya ahora.


Un salvoconducto ante los gustos
yo en verdad quería tener ya,
pues si fuesen mujeres fatales
o malos romances,
a la discusión sólo encaminaban, 
hablar de esas dos artistas bien gustadas.


Y que si tu pasado el cine compartió, 
a mí con tu característico ahínco 
me querías compartir cisnes negros
y escándalos, entre otros.


Pero cuando yo del oriente en dibujo
quería a tus ojos mostrar,
"no me gustan",
era lo que decías sin permitirme
una parte de mi infancia presentar.


Con tus amigas, si bien hubo buenos momentos,
que hasta a la que ostentó tocar tu cuerpo,
de forma amable a ella me dirigí;
pero con las mías, ni interés mostrabas en tus gestos,
y sólo una expresión de ti pedía
para que tu ahínco también se viera reflejado ahí.


En las batallas, tus palabras, 
que nacían a partir de un problema u observación,
eran rudas, grotescas y con tono duro;
quemabas de inmediato mis ganas de replicato dar,
y peor quedaba la situación cuando no hablaba,
pues lo tomabas a mal.


Y bien podría sin siquiera terminar
a estas acciones enlistarte sin más,
pero a una pausa de hacer ahorita necesito
para decirte: aun te amo.


Desahogadas mis quejas,
dolores y pudores,
en esta poesía has visto ya,
viendo así otra cara de la realidad.


Ahora de la historia terminar
o el amor continuar,
seguramente esperas una contestación ya,
yo lo sé, te intriga lo que continuará.


No te lo niego, el veredicto, al menos mío,
ya lo poseo.
Pero es justamente el decreto sin respuesta
por lo que te aseguro, te lo diré la próxima vez
que nos volvamos a ver.

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